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¿Qué tipo de capitalismo queremos?

Las empresas deben empezar a plantearse objetivos ambientales, sociales y de gobierno.

El malestar contra el sistema económico imperante es cada vez más evidente en las protestas que se realizan a lo largo y ancho del mundo. Foto tomada en Valencia, España.

El malestar contra el sistema económico imperante es cada vez más evidente en las protestas que se realizan a lo largo y ancho del mundo. Foto tomada en Valencia, España. Foto: iStock

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¿Qué tipo de capitalismo queremos? Esa puede ser la pregunta que defina nuestra era. Si queremos mantener nuestro sistema económico para las futuras generaciones, debemos responderla correctamente.
En términos generales, tenemos tres modelos para elegir. El primero es el ‘capitalismo de los accionistas’, adoptado por la mayoría de las corporaciones occidentales, que defiende que el objetivo principal de una corporación debe ser maximizar sus ganancias. El segundo modelo es el ‘capitalismo del Estado’, el cual le encarga al gobierno que establezca la dirección de la economía, y que ha dado buenos resultados en muchos mercados emergentes, especialmente en China.
Pero, en comparación con estas dos opciones, la tercera es la más recomendada. El ‘capitalismo de los stakeholders’, un modelo que propuse por primera vez hace medio siglo que posiciona a las corporaciones privadas como fideicomisarios de la sociedad, y es claramente la mejor respuesta a los desafíos sociales y ambientales que vivimos hoy.
El capitalismo accionario, que es actualmente el modelo dominante, ganó terreno primero en los Estados Unidos en la década de 1970 y expandió su influencia a nivel mundial en las décadas siguientes. Su ascenso no fue sin mérito. Durante su auge, cientos de millones de personas en todo el mundo prosperaron, debido a que las empresas con fines de lucro desbloquearon nuevos mercados y crearon nuevos empleos.
Pero esa no es toda la historia. Los defensores del capitalismo de accionistas, incluidos Milton Friedman y la Escuela de Economía de Chicago, habían ignorado el hecho de que una corporación que cotiza en bolsa no es solo una entidad con fines de lucro, sino también un organismo social. Junto con las presiones de la industria financiera para impulsar los resultados a corto plazo, el enfoque únicamente en las ganancias causó que el capitalismo de accionistas se desconectara cada vez más de la economía real. Muchos se han dado cuenta de que esta forma de capitalismo ya no es sostenible. La pregunta es ¿por qué las actitudes han empezado a cambiar apenas ahora?
Una de las razones probablemente es el ‘efecto Greta Thunberg’. La joven activista climática sueca nos ha recordado que la adhesión al sistema económico actual representa una traición a las futuras generaciones, debido a su insostenibilidad ambiental. Otra razón (relacionada) es que los ‘millennials’ y la generación Z ya no quieren trabajar, invertir o comprar en compañías que carecen de valores más allá de maximizar las ganancias para los accionistas. Y, finalmente, los ejecutivos e inversores han comenzado a reconocer que su propio éxito a largo plazo está estrechamente relacionado con el de sus clientes, empleados y proveedores.
‘Millennials’ y la generación Z ya no quieren trabajar, invertir o comprar en compañías que carecen de valores más allá de maximizar las ganancias para
los accionistas
El resultado es que el ‘capitalismo de los stakeholders’ está ganando terreno rápidamente. El cambio de dirección está muy retrasado. La primera vez que describí este concepto fue en 1971, cuando creé el Foro Económico Mundial para ayudar a los líderes empresariales y políticos a implementarlo. Dos años después, los asistentes a la Reunión Anual del Foro firmaron el ‘Manifiesto de Davos’, que describe las principales responsabilidades de una empresa hacia sus ‘stakeholders’.
Ahora, otros más están llegando finalmente a la ‘mesa de los stakeholders’. La Business Roundtable de EE. UU., el grupo de lobby empresarial más influyente de Estados Unidos, anunció este año que establecería formalmente el ‘capitalismo de los stakeholders’. Y la llamada inversión de impacto está cobrando importancia a medida que más inversores buscan formas de vincular los beneficios ambientales y sociales con la rentabilidad financiera.
Deberíamos aprovechar este momento para asegurarnos de que el ‘capitalismo de los stakeholders’ siga siendo el nuevo modelo dominante. Con ese fin, el Foro Económico Mundial está lanzando un nuevo ‘Manifiesto de Davos’, que establece que las empresas deben pagar una parte justa de los impuestos, mostrar cero tolerancia a la corrupción, defender los derechos humanos en todas sus cadenas de suministro globales y abogar por un campo de juego con un nivel competitivo, particularmente en la economía de plataforma.
Pero para defender los principios del ‘capitalismo de los stakeholders’, las empresas necesitarán nuevas métricas. Para empezar, una nueva medida de “creación de valor compartido” debe incluir objetivos “ambientales, sociales y de gobierno” (ESG, por su nombre en inglés) como complemento a las métricas financieras estándar. Afortunadamente, una iniciativa para desarrollar un nuevo estándar en este sentido ya está en marcha, con el apoyo de las ‘grandes cuatro’ firmas de contabilidad y dirigida por el presidente del International Business Council y director ejecutivo de Bank of America, Brian Moynihan.
Las empresas deben pagar una parte justa de los impuestos, mostrar cero tolerancia a la corrupción y defender los derechos humanos en todas sus cadenas de suministro globales
La segunda métrica que debe ajustarse es la remuneración ejecutiva. Desde la década de 1970, la paga ejecutiva se ha disparado, principalmente para ‘alinear’ la toma de decisiones de la istración con los intereses de los accionistas. En el nuevo paradigma de los ‘stakeholders’, los salarios deberían alinearse con la nueva medida de creación de valor compartido a largo plazo.
Finalmente, las grandes empresas deben comprender que ellas mismas son los principales stakeholders en nuestro futuro común. Claramente, todas las empresas deben tratar de aprovechar sus competencias básicas y mantener una mentalidad empresarial. Pero también deberían trabajar con otros ‘stakeholders’ para mejorar el estado del mundo en el que operan. De hecho, esta última condición debería ser su objetivo final.
¿Hay alguna otra manera? El capitalismo del Estado, dirían sus defensores, también persigue una visión a largo plazo y ha tenido éxitos recientes, especialmente en Asia. Pero, aunque el capitalismo del Estado puede ser una buena opción para una etapa de desarrollo, también debe evolucionar gradualmente hacia algo más cercano a un modelo de ‘stakeholders’, no vaya a ser que ceda a la corrupción desde adentro.
Los líderes empresariales tienen ahora una oportunidad increíble. Al dar un significado concreto al ‘capitalismo de stakeholders’, pueden ir más allá de sus obligaciones legales y cumplir con su deber con la sociedad. Pueden acercar el mundo al logro de objetivos compartidos, como los descritos en el acuerdo climático de París y la Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Si realmente quieren dejar su huella en el mundo, no hay alternativa.
KLAUS SCHWAB*
© Project Syndicate
Ginebra
* Klaus Martin Schwab es un economista y empresario alemán, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial

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