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La rentabilidad de estudiar y las ocupaciones en riesgo

Apartes del nuevo libro de Eduardo Lora, 'Economía esencial de Colombia', de Penguin Random House.

Las cesantías pueden ser usadas para estudiar algún diplomado, curso o posgrado.

Las cesantías pueden ser usadas para estudiar algún diplomado, curso o posgrado. Foto: iStock

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Cuesta mucho estudiar en una universidad: aparte de la matrícula semestral, que en 2021 en las mejores universidades podía estar entre 14 y 25 millones de pesos dependiendo de la carrera, hay que sacrificar durante cinco o seis años los ingresos que podría empezar ganando quien tiene apenas un título de bachiller (0,9 millones
de pesos mensuales). ¿Quedan compensados estos costos con los mayores ingresos que gana un profesional?
En la mayoría de las profesiones, los ingresos son muy superiores a los que recibe quien solo tiene bachillerato. Los médicos especialistas y generales son los profesionales mejor pagados en Colombia.
Según Lora, a algunas fuerzas políticas les conviene crear cortinas de humo para tapar los problemas.A otras,que los problemas sigan.

Según Lora, a algunas fuerzas políticas les conviene crear cortinas de humo para tapar los problemas.A otras,que los problemas sigan. Foto:Diego Caucayo. Archivo EL TIEMPO

El salario básico del médico especialista “mediano” (en la escala de su profesión) es de unos cuatro millones de pesos mensuales, pero hay diferencias bastante grandes entre unos médicos y otros: un médico especialista ubicado en el percentil 75 de la escala salarial de su profesión recibe un salario básico de unos 5,3 millones de pesos mensuales, mientras que uno ubicado en el percentil 25 recibe apenas 2,5 millones de pesos (sin incluir primas, bonos, etc.).
También son bien pagados los arquitectos, los químicos y algunos tipos de ingenieros. Entre las profesiones peor pagadas actualmente están los psicólogos, los contadores, los veterinarios y los bibliotecarios.
En contra de lo que podría pensarse, la pandemia no redujo los salarios ofrecidos a los profesionales. Antes bien, los médicos especialistas, los trabajadores sociales y los fisioterapeutas recibieron durante la pandemia ofertas salariales mucho más atractivas que antes de la pandemia.
Así es la entrevista laboral a la que se enfrentan los médicos.

Así es la entrevista laboral a la que se enfrentan los médicos. Foto:iStock

Calculando si vale la pena ir a la universidad

Si uno tiene apenas el bachillerato, puede esperar que sus ingresos “reales” (es decir, ajustados por inflación) aumenten a lo largo de su vida apenas 0,3 por ciento cada año.
En cambio, si uno obtiene un título profesional en una universidad, puede esperarse
que los ingresos reales durante la vida profesional aumenten cada año alrededor de 3 por ciento o incluso más rápido si uno es bueno en su disciplina y además tiene habilidades para relacionarse con los demás y para asumir responsabilidades.
Para calcular si vale la pena ir a la universidad, hay que tener en cuenta además los impuestos que hay que pagar a partir de cierto nivel de ingresos anuales (48 millones de pesos en 2021). Con estos datos y unos cálculos muy sencillos puede deducirse cuál
es la tasa de rendimiento de ir a la universidad privada (la pública es muy barata y siempre tiene una tasa de rendimiento alta). Es decir, cuál es el rendimiento que se obtiene del dinero que habría que gastar en matrículas (costo directo), más el que habría que dejar de ganar por unos años para recibir mejores ingresos en el
futuro (costo de oportunidad).
El libro 'Economía esencial de Colombia', de Eduardo Lora, que acaba de lanzar el sello Debate.

El libro 'Economía esencial de Colombia', de Eduardo Lora, que acaba de lanzar el sello Debate. Foto:Debate

Pues bien, aquí hay un par de ejemplos con los datos para 2021. Si usted estudia Medicina General (matrícula semestral 25 millones de pesos durante seis años, salario mediano 3,8 millones mensuales más 60 por ciento de primas, bonos, etcétera), la tasa de rendimiento real es 14 por ciento anual.
En cambio, si estudia Ingeniería Industrial (matrícula semestral 14 millones de pesos durante cinco años y salario mediano 1,7 millones más el mismo 60 por ciento), la tasa de rendimiento real es apenas 8,7 por ciento anual. Una tasa de rendimiento aceptable tiene que ser por lo menos 9 por ciento por encima de la inflación, ya que esa es la tasa de interés real de los créditos de Icetex.
Si usted se va a endeudar para estudiar una carrera cuya mediana de salarios básicos es menos de 1,7 millones mensuales, piénselo bien. Por supuesto, cuánto empiece ganando un recién graduado depende de la universidad de la que haya salido.
Los economistas hablamos a veces del rendimiento o el “retorno de la educación” de una forma un poco distinta, que no se debe confundir con la tasa de rendimiento privada a la que nos hemos referido hasta ahora. Para nosotros, que tendemos a usar
términos confusos, el retorno es el porcentaje en que aumenta el ingreso laboral por cada año de educación (calculado con datos representativos de todos los trabajadores).
Por ejemplo, en Colombia el retorno a la educación por cada año de estudios hasta
terminar el bachillerato es 4 por ciento, y por cada año de estudios más allá de bachillerato 20 por ciento.
La diferencia es enorme y mucho mayor de lo que era en décadas pasadas, pues mientras que cualquiera en la actualidad tiene bachillerato, siguen haciendo falta profesionales y técnicos. Sobre todo, técnicos.

Ocupaciones en riesgo

Especialmente en los países desarrollados, hay un gran temor por los efectos laborales de la automatización. Desde la primera Revolución Industrial, ocasionalmente surge el temor de que las máquinas desplacen a los trabajadores.
Hasta hace poco esto no había ocurrido, porque las invenciones aumentan la productividad, aparecen nuevos productos y se amplían los mercados, de forma que termina reabsorbiéndose todo el empleo desplazado. Pero muchos analistas creen que la inteligencia artificial es un fenómeno distinto porque ningún ser humano puede aprender y adaptarse tan rápidamente como los algoritmos de computación o los robots para hacer nuevas tareas y para incorporar cualquier mejora de la información o de la tecnología. En Colombia ya hay evidencia de desplazamiento de trabajadores que no tienen educación superior.
Según un estudio de la Ocde, las ocupaciones que tienen la mayor probabilidad de automatizarse son ayudantes de preparación de alimentos, trabajadores de la limpieza, ensambladores y obreros de la construcción, la minería y la industria manufacturera.
Ninguno de estos trabajos requiere habilidades específicas o capacitación. Sin embargo, también tienen alto riesgo de ser desplazados por robots muchos empleos que sí demandan personal calificado. Por ejemplo, operadores de máquinas, conductores y operadores de plantas móviles, trabajadores de procesamiento industrial y trabajadores agrícolas calificados.
Las ocupaciones que tienen la mayor probabilidad de automatizarse son ayudantes de preparación de alimentos, trabajadores de la limpieza y la industria manufacturera
Son pocas las tareas que los computadores o los robots no pueden hacer todavía. Las tareas de manipulación de objetos que requieren destrezas de percepción táctil no pueden ser ejecutadas fácilmente por robots. Tampoco las tareas intelectuales que exigen creatividad, pero que no consisten sencillamente en solucionar un problema con unas reglas establecidas (como sí es el caso del ajedrez, en lo cual los computadores superaron hace tiempo a los humanos).
Y no es factible, al menos en los próximos años, que los robots adquieran las habilidades socioemocionales que requieren las tareas de negociación y planeación estratégica. Por consiguiente, tienen poco riesgo de automatización los trabajadores de cuidado personal, los investigadores o los cargos gerenciales.
El riesgo de automatización no depende tanto de la estructura sectorial de la economía, como de la manera en que están organizadas las empresas y sus métodos de producción. Por ejemplo, en Japón y Alemania el trabajador típico tiene más del 50 por ciento de riesgo de perder su empleo por la automatización, mientras que en Nueva Zelanda el riesgo es 39 por ciento y en Noruega 40 por ciento. El único país latinoamericano analizado fue Chile, donde el riesgo es 55 por ciento.
Los computadores y el Internet están cambiando además la forma como los trabajadores se relacionan con las empresas. Debido a plataformas como Uber o Rappi, el trabajo de taxista o de repartidor es cada vez menos un trabajo fijo con un número definido de horas de trabajo.
En el futuro, muchas otras ocupaciones van a funcionar de esa forma. Eso permitirá que el técnico en procesos trabaje desde su casa unas horas en la mañana perfeccionando el método de producción de un nuevo perfume para una empresa de productos de tocador, y luego acompañe a su hija a la clase de natación, y quizás en la tarde organice la logística de una empresa de turismo.
También serán más comunes las ocupaciones “tercerizadas”, en las que una empresa actuará como intermediaria entre el trabajador especializado y sus clientes. Las nuevas formas de organización del trabajo darán más flexibilidad al empleo y acelerarán los procesos de innovación en las empresas, pero ello será a costa de la estabilidad de ingresos y prestaciones que actualmente ofrecen los buenos empleos formales.
El gobierno japonés decidió juntar esfuerzos y en los últimos 10 años han avanzado con tecnología para hacerle frente a posibles tsunamis.

El gobierno japonés decidió juntar esfuerzos y en los últimos 10 años han avanzado con tecnología para hacerle frente a posibles tsunamis. Foto:iStock

La pandemia aceleró los cambios

La pandemia aceleró todos estos cambios pues muchas empresas descubrieron que sus empleados pueden ser igual o más productivos trabajando desde sus casas y asistiendo a reuniones virtuales, en lugar de ir todos los días a la oficina.
Con la pandemia también se hizo evidente que muchos servicios técnicos ofrecidos por trabajadores independientes pueden venderse internacionalmente a través de plataformas. Hay un mercado potencial muy grande para la exportación de servicios en línea de atención a clientes, diseño, contabilidad, ingeniería e incluso telemedicina. Estos servicios de exportación que muchos colombianos con estudios técnicos o profesionales pueden ofrecer se consiguen a través de plataformas de empresas internacionales especializadas que están creciendo muy rápidamente.
Muchas empresas descubrieron que sus empleados pueden ser igual o más productivos trabajando desde sus casas
El riesgo de automatización puede resultar en salarios más bajos o empleos más inestables, pero no necesariamente en desaparición del empleo en las ocupaciones que estén en riesgo. Esto es muy grave porque implica que la calidad del empleo será peor para quienes tienen poca capacitación y porque se agudizarán las desigualdades laborales. Por bien que funcione el Sena en el futuro, es poco realista esperar que los trabajadores menos educados y de menores ingresos logren actualizarse eficazmente y con la frecuencia necesaria para ganarle la carrera a la automatización.
Por lo anterior, en los países desarrollados se discute actualmente si un ingreso básico universal o la garantía de un empleo mínimo son opciones viables para enfrentar las consecuencias sociales de la automatización. En Colombia estas son opciones imposibles. Como veremos, el país está abocado a reestructurar los sistemas de protección social que están organizados actualmente alrededor del empleo formal. La automatización es sólo una de las razones para esa reestructuración.
EDUARDO LORA
Investigador de la Universidad de Harvard y de Eafit

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