El salario mínimo en Colombia no parece estar contribuyendo con la reducción de la pobreza y la desigualdad. Es más, su incremento está teniendo efectos adversos en los flujos del empleo, sobre todo en aquellas empresas pequeñas de 20 trabajadores o menos, así como en las de reciente creación. Además, reduce la creación (de empleos) y aumenta la destrucción de puestos de trabajo.
Así mismo, incrementa la separación y reduce la contratación de trabajadores, lo cual conlleva pérdidas de empleo formal. Pero no solo se afecta el empleo, también el bienestar de los trabajadores, la informalidad laboral, la inversión, la producción y las cuentas fiscales, entre otros aspectos.
Lo anterior hace parte de las conclusiones del estudio adelantado por un equipo de investigadores del Banco de la República, ‘Efectos macroeconómicos del
salario mínimo en Colombia’, publicado en su
Revista Ensayos Sobre Política Económica, en la cual indican que las opiniones contenidas en dicho trabajo son responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen a la entidad ni a su Junta Directiva.
En el documento, los investigadores señalan que el país debería modificar la implementación de la política de
salario mínimo y rediseñar la formación para el trabajo de forma que permitan incrementar la productividad laboral y, así, reducir la relación
del salario mínimo al salario mediano del 90 por ciento que hoy tenemos al promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), que es del 50 por ciento.
Efecto en la pobreza
Y es que el estudio indica que un incremento del 1 por ciento del salario mínimo real genera la pérdida de unos 46.000 puestos de trabajo formales por año.
La reducción en el empleo, advierten los investigadores, es de iguales proporciones, del 1 por ciento, en el que 40 puntos básicos corresponden a mayor destrucción de empleos (unos 20.000) y 60 básicos a la reducción en la creación de esas plazas (unas 26.000).
Otro de los hallazgos precisa que, si bien hay efectos positivos del salario mínimo en el ingreso de la mayoría de los hogares, también se observan impactos negativos en los ingresos de los núcleos más pobres.
“Los aumentos del salario mínimo suben la probabilidad de estar por debajo de la línea de pobreza monetaria y por debajo de la mitad de la línea de pobreza monetaria”, advierten los analistas, quienes señalan que “la figura del salario mínimo en Colombia no favorece los hogares más pobres”.
Es más, consideran que eleva la desigualdad de los hogares y del grupo de trabajadores ocupados, aunque para algunos subgrupos de ocupados el coeficiente Gini, disminuye. También se observan respuestas significativas que implican aumentos en los precios y la inflación como resultado del incremento del salario mínimo.
Al referirse al impacto que el incremento del 1 por ciento del salario mínimo real tiene en las empresas más ‘jóvenes’, los investigadores señalan que allí se produce una reducción del empleo de alrededor del 1,85 por ciento en los establecimientos más jóvenes, mientras que en las plantas de mayor edad ese impacto llega a ser solo de 0,84 por ciento.
Impacto en la inflación
Los investigadores hicieron algunos análisis para determinar si el incremento del salario mínimo también golpeaba la inflación y encontraron que aumentos de 100 puntos básicos de este, es decir, 1 por ciento, generan una inflación de entre 10 y 15 puntos básicos.
Sin embargo, las variaciones de precios estarían concentradas en los primeros cuatro meses de cada año, especialmente en enero. En este periodo es cuando, según el documento, más del 90 por ciento del índice de precios al consumidor (IPC) muestra aumento de las probabilidades de incremento y cambio de los precios.
Los analistas también destacan en el estudio que: “Los modelos de equilibrio general reportan resultados adversos en consumo total de los trabajadores en la informalidad laboral, inversión, producción y en las cuentas fiscales afectadas por cuenta de las pensiones del régimen de prima media, la salud, la nómina y el menor recaudo de impuestos, tanto en el corto como en el largo plazo, producto de la informalidad laboral que afecta, a su vez, las cuentas de la salud y los programas de protección a la vejez”.
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