El pasado 30 de octubre, a las 9:20 de la mañana, 19 agentes de la Sijín en Chía recibieron la orden de iniciar una búsqueda sin tregua de un camión blanco tipo ‘thermoking’ que despedía un olor pestilente.
“Un olor a queso podrido”, les había dicho el oficial al mando.
La orden tenía como trasfondo una investigación que él mismo había iniciado meses atrás en El Doncello (Caquetá), desde donde se despacha la mayor parte de base de coca que abastece a Chía y los municipios de Sabana Centro.
Las pesquisas lo habían llevado, a él y a un par de investigadores más, hasta un presunto narco, alias el ‘Oso’, a quien no le había podido comprobar nada.
Pero ese lunes, un ajuste de cuentas entre narcotraficantes originó una llamada al oficial. Al otro lado de la línea, el ‘Oso’ delataba un cargamento “grande”, prácticamente invisible.
“Solo lo puede ver con la nariz”, dijo el informante.
Y tenía razón. Ese día, y luego de más de 8 horas de búsqueda, los sabuesos de la Sijín interceptaron un camión con esa descripción por la carrera séptima, a la altura de Torca, en límites con Bogotá. Al abrir las puertas de refrigeración, el terrible olor a queso en descomposición les indicó que iban por buen camino.
Aunque transportaba 110 kilos de base de coca cuyo valor se aproxima a los mil millones de pesos en el centro del país, el conductor del camión se mostró muy tranquilo.
“Ya me han parado varias veces. Tranquilos, revisen lo que quieran”, dijo. Agregó que venía del sur del país y que solo transportaba alimentos. Efectivamente, además del hedor del lácteo podrido, los agentes no hallaron nada sospechoso, por más que inspeccionaron el vehículo.
“Sabíamos que si nos equivocábamos, teníamos que pagar los destrozos que le hiciéramos al vehículo. Eso nos frenaba un montón”, dijo el oficial, que tomó la decisión de pedir ayuda al Cuerpo de Bomberos de Bogotá. Ellos llegaron con motosierras y hachas para desbaratar el camión.
Ahí las cosas empezaron a cambiar. Los investigadores hallaron un pequeño motor ajeno al vehículo y un mecanismo automático que abría al menos 14 compartimientos escondidos en el refrigerador.
Al parecer, la coca es de la ‘Yatusabes’, estructura criminal que trabajaría de la mano de alias el ‘Saya’, uno de los bandidos todopoderosos del ‘Bronx’, amo y señor del ‘menudeo’ en Chía y quien tiene varias órdenes de captura, una por homicidio.
La coca incautada se iba a convertir en 300.000 dosis de bazuco.
ANDRÉS ROSALES GARCÍA
Especial para EL TIEMPO