“Las cortes hablan a través de sus sentencias”. Esa frase, que hemos escuchado decenas, centenares, de veces, es literalmente correcta. Los jueces están para hacer justicia, y la justicia se expresa a través de actuaciones judiciales que pueden ser atacadas, si es del caso, en las instancias legales creadas para ello.
Y, sin embargo, hay momentos en la historia de los países en los que se extrañan las voces de las cortes. Momentos críticos en los que los mensajes de la rama pública más respetada por los colombianos sirven para bajar los ánimos políticos y, también, para recordarles a los otros poderes que en Colombia hay una institucionalidad y una arquitectura legal y constitucional que están por encima de cualquier interés personal o partidista.
La defensa de la tutela y de la figura de la extradición, en su momento, y de decisiones claves de la misma justicia sobre reelección presidencial y negociaciones de paz han dado pie a las cortes para salir a una sola voz frente a iniciativas que muchos sectores y sus mismos magistrados consideraban nocivas. Y hay un antecedente reciente, cuando haciendo una errónea lectura de la Constitución el presidente Petro aseguró que el Fiscal General era su subalterno, situación que llevó a la Comisión Interinstitucional de la Rama Judicial a corregirlo en un comunicado público.
Hace una semana, desde la JEP le llamaron la atención al Gobierno porque en medio de la ‘paz total’ las disidencias de ‘Mordisco’ “son los responsables de un número importantísimo de crímenes de desmovilizados y no pasa nada”. “Eso de andar exhortando a criminales suena muy bonito, pero es muy ingenuo, eso sin la presencia del Estado es muy complicado”, le dijo al comisionado de Paz en una audiencia pública el magistrado Raúl Sánchez.
Las críticas de la JEP a los vacíos de la estrategia de la ‘paz total’ no solo recogen la preocupación de muchos colombianos en las regiones sino que interpelaron al Gobierno, que se comprometió a trabajar para mejorar la situación de seguridad de los ex-Farc que le cumplieron a la paz.
En cuatro meses, la Corte Suprema estará manejando el ‘chicharrón’ de la elección del sucesor de Francisco Barbosa en la Fiscalía. Esa situación, dicen varios magistrados, obliga a un riguroso ejercicio de prudencia, para evitar recusaciones y demandas.
Pero entendiendo la obligación de tener, siempre, prudencia y cuidarse de interferir en escenarios que no son los suyos, ¿no tienen las cortes nada que decir frente al evidente desborde de las normas que tratan de limitar la participación en política de funcionarios públicos en campañas políticas; o para aportar luces en el ‘acuerdo nacional’ del que ha hablado el presidente de la República? Las posiciones que les sirven realmente a las democracias no solo se miden por la fortaleza de sus argumentos. También es fundamental que lleguen a tiempo.
JHON TORRES
Editor de EL TIEMPO
En X: @JhonTorresET
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