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¿Qué hay tras el aumento de la violencia y la delincuencia?

En lo que va de 2021 los homicidios y el hurto aumentaron respecto al mismo periodo del año pasado.

En lo que va del 2021, Santa Marta ha tenido 
un incremento del 41 % en homicidios, respecto del mismo periodo de 2020.

En lo que va del 2021, Santa Marta ha tenido un incremento del 41 % en homicidios, respecto del mismo periodo de 2020. Foto: Johan López. EL TIEMPO

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La mayoría de las cifras de violencia y delincuencia en el país han aumentado en los últimos cuatro meses de este año, comparado con el mismo periodo del año anterior. De once delitos de mayor impacto sobre los cuales se hace seguimiento permanente, ocho han aumentado y solo tres han disminuido de manera leve.
El homicidio, que en los últimos 18 años ha mantenido una tendencia a la baja –pasando de una tasa por encima de 70 homicidios por cada 100.000 habitantes, a finales del siglo pasado, a una tasa de 24 el año pasado–, durante estos casi siete meses de este año ha aumentado en un 39 por ciento; pasó de 5.457 casos en 2020 a 7.584 en 2021, 2.127 homicidios más.
Igual situación se presenta con otros delitos, como las lesiones personales, que aumentaron en un 25 por ciento, y los hurtos de: automotores (12 por ciento), motocicletas (25 por ciento), residencias (3 por ciento) y el hurto a personas, que aumentó en un 22 por ciento, y en esta categoría se destacan los hurtos de celulares (17 por ciento) y los de bicicletas (3 por ciento). Se mantienen todavía a la baja el hurto a comercio (13 por ciento) y una disminución leve de los delitos sexuales y de la violencia intrafamiliar con apenas el 1 por ciento.
El homicidio es el delito que más ha aumentado (39 por ciento), en particular los homicidios asociados a estructuras criminales, en la modalidad de sicariato. Y llama la atención cómo en 22 de las 32 capitales departamentales este delito ha aumentado, en especial en las grandes ciudades, de las que se destacan Santa Marta, con un aumento del 41 por ciento; Cali, 33 por ciento; Pereira, 28 por ciento; Neiva, 78 por ciento; Manizales, 26 por ciento; Barranquilla, 21 por ciento; Bogotá, 14 por ciento; Medellín, 9 por ciento, entre otras ciudades.
¿Pero qué hay detrás del aumento de la violencia y la delincuencia, en medio de la pandemia que ya completa más de un año?

La delincuencia no se aisló

Como cualquier actividad económica, al comienzo de la pandemia las actividades ilegales también se vieron afectadas, pero en muy poco tiempo se reacomodaron y en algunos casos tuvieron que innovar para seguir usufructuando la rentabilidad de las distintas actividades criminales, como fue el caso de la distribución de drogas a domicilio, el comercio y uso de armas ilegales de fuego y de fogueo, el incremento de la explotación sexual y estafas a través de las redes y el hurto en las calles, que tuvo cambios que incrementaron la violencia.
En los últimos años, en particular en 2020, se incrementó el uso de armas de fuego en la comisión de los delitos, en especial en los homicidios y distintos hurtos, hechos que venían disminuyendo con la restricción de este tipo de armas desde el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. En el caso de Bogotá, se pasó de 51 por ciento de los homicidios cometidos con armas de fuego en 2018 a 62 en el 2020, y en lo que va corrido de este año se mantiene por encima del 60 por ciento.
Al comienzo de la pandemia las actividades ilegales se vieron afectadas, pero en muy poco tiempo se reacomodaron y en algunos casos tuvieron que innovar.
El uso de armas de fuego, de fogueo y cortopunzantes también se incrementó, porque los delincuentes que se dedican al hurto a personas a través del ‘cosquilleo’ vieron afectada la posibilidad de ejecutar sus acciones, por la disminución de aglomeraciones ciudadanas en el transporte público o en la calle, frente a lo cual tuvieron que recurrir al uso de este tipo de armas para asaltar o atracar de manera directa a sus víctimas, no en pocas oportunidades ejerciendo violencia letal, lo que hizo que aumentaran los lesionados y muertos.
En lo que tiene que ver con el incremento del comercio de drogas, una encuesta realizada por la ONG Acción Técnica Social (ATS), entre marzo y abril del 2020, mostraba un aumento en el precio y en el consumo, en especial de aquellas que se consumen en busca de ‘experiencias individuales’ como la marihuana, como resultado del aislamiento obligatorio por la pandemia; mercado ilegal rentable que se disputan de manera violenta las distintas estructuras criminales que se dedican al narcotráfico y su distribución a través del microtráfico, situación que también ha incrementado los homicidios.

Convivencia y protestas

El aislamiento social, los problemas económicos, el desempleo y la necesidad de alimentos, generados por la pandemia, provocaron altos niveles de ansiedad que se tradujeron en problemas de convivencia y en el aumento de la conflictividad barrial y familiar, que no pocas veces ha terminado en hechos de violencia con armas cortopunzantes que sacan de las casas, provocando lesionados de gravedad y muertos.
Hay que anotar que los jóvenes han sido la población más afectada, tanto en trabajo como en estudio, lo que ha hecho que muchos de ellos permanezcan la mayor parte del tiempo en las calles, donde algunos han terminado involucrándose en consumo de drogas y en actividades ilegales, situación que también ha contribuido al incremento de la violencia y la delincuencia. Hoy, cuando algunos jóvenes están retornando a las aulas, se tiene la esperanza de que esta conflictividad social disminuya; sin embargo, existe la posibilidad de que aumente la deserción educativa y el problema persista.
Por otro lado, la protesta social, que se incrementó y cambió en medio de la pandemia, ha hecho que las autoridades, en especial la policía, dediquen una buena parte de sus esfuerzos a controlar las distintas manifestaciones, algunas de las cuales han terminado en confrontaciones violentas y en exceso de fuerza y violación de DD. HH., por parte de algunos de la Fuerza Pública, lo que ha provocado muertos y lesionados. Esta situación ha tenido cuatro consecuencias graves para la seguridad de los ciudadanos.
La primera, menor reacción en tiempo y atención por parte de la policía a los distintos hechos de violencia y delincuencia; la segunda, en algunos casos los delincuentes sienten que pueden desarrollar sus actividades con mayor libertad, mientras las autoridades de seguridad y justicia atienden las manifestaciones; la tercera, ha aumentado la desconfianza ciudadana hacia la policía, que hoy reclama la reforma de la institución, y la cuarta, ante los hechos de violencia protagonizados en contra de los policías en servicio o fuera del mismo, hoy distintos casos de violencia y delincuencia deben ser atendidos por un buen numero de policías y no por uno o dos, como sucedía antes, lo que deja por fuera algunos casos sin atender o se llega tarde.
Finalmente, no se puede desconocer que las cifras de violencia y delincuencia que se registran desde finales de marzo a la fecha no se pueden comparar de manera directa sin desconocer que entre marzo y abril de 2020, por la cuarentena, la movilidad de los ciudadanos disminuyó en más del 70 por ciento, y en los meses subsiguientes con los distintos aislamientos, apenas bajó a menos del 50 por ciento, situación que hizo que se registraran menos delitos durante ese periodo del año anterior y que no permite compararse, de manera adecuada, con los hechos que han ocurrido en este año.
HUGO ACERO VELÁSQUEZ
Para EL TIEMPO 

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