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La compleja tarea de identificación de víctimas de carro bomba

En el proceso participaron 61 expertos forenses del instituto de Medicina Legal.

Este fue el cráter que dejó la explosión del carro bomba en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander.

Este fue el cráter que dejó la explosión del carro bomba en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander. Foto: Cortesía Noticias Caracol

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La identificación de los cuerpos de los cadetes muertos durante el atentado a la Escuela de Policía General Santander es uno de los casos de necropsia más complejos y de mayor dificultad que ha realizado el Instituto de Medicina Legal. Solo es comparable con el del carro bomba al DAS, en diciembre de 1989, y el del club El Nogal, en febrero de 2003.
El grado de complejidad es porque se trató de un hecho con explosivos y, además, la mayoría de los cuerpos de las víctimas quedaron incompletos. De hecho, según le dijo un experto de la entidad a EL TIEMPO, ese trabajo fue abordado como “un desastre, como un evento masivo”.
El atentado, ocurrido en la mañana del 17 de enero pasado y para este la guerrilla del Eln –que tres días después reconoció la autoría– utilizó un campero cargado con 80 kilos de pentolita, un potente explosivo que es utilizado con fines militares y en obras civiles. La explosión dejó 68 heridos y 21 cadetes muertos, de los cuales uno falleció el pasado domingo en un hospital.
Por eso mismo, desde el primer momento de los hechos, el Instituto dispuso de sus mejores expertos forenses en Bogotá.
“Desde aproximadamente las 9:35 de la mañana se activó el protocolo de atención de desastres, que es un operativo especial”, explicó el experto forense, quien aclaró que no hubo necesidad de desplazar personal de otras regionales. En total, 61 personas estuvieron al frente de las tareas de identificación de las víctimas, entre ellas médicos forenses, odontólogos, antropólogos, genetistas, técnicos en balística y en rayos equis y lofoscopistas, entre otros.
Ese equipo de profesionales se dedicó las 24 horas del día, durante nueve días, a practicar las necropsias y a la identificación de cada uno los restos humanos encontrados en el lugar de los hechos y luego de los cuerpos, trabajo que se realizó simultáneamente en el cementerio Serafín, en el sur de Bogotá, y en los laboratorios de la sede de Medicina Legal en la capital del país.
Los restos recuperados en el área de la explosión presentaban destrucción de tejidos, quemaduras y otras lesiones causadas por la onda explosiva y elementos del vehículo que durante la detonación se convirtieron en mortales proyectiles. No obstante, de acuerdo con Medicina Legal, hubo partes de restos que no se pudieron recuperar porque durante la explosión se desintegraron. Pero el equipo forense no solo se concentró en la identificación plena de los cuerpos de las víctimas, sino también en determinar la causa, la manera y el mecanismo de muerte de cada uno de ellos.
Esa información científica hace parte del expediente que lleva la Fiscalía sobre el atentado terrorista perpetrado por el Eln en la escuela de cadetes de la Policía.
Y en la medida en que se fueron identificando los cuerpos, una labor que incluyó más de 100 pruebas de ADN –las muestras genéticas fueron tomadas a familiares, a las partes corporales y a los cuerpos–, estos fueron entregados de manera individual a cada grupo familiar. El trabajo de identificación incluyó las cartas dentales y las huellas dactilares de cada uno de los jóvenes estudiantes.
“Los casos más complejos fueron los más demorados”, explicó una fuente autorizada de Medicina Legal, quien agregó que los familiares de las víctimas fueron atendidos en la sede del centro, donde recibieron información sobre los avances del proceso de identificación y las demoras, en los casos de mayor dificultad.
La atención del desastre, según un directivo de la entidad, no afectó los casos diarios que atiende el Instituto, aunque sí exigió que se “duplicaran los esfuerzos del personal forense”.

Segundo capturado por atentado

Receptación y porte ilegal de armas fueron los delitos que la Fiscalía le imputó a un hombre, de entre 25 y 30 años, que fue capturado en una finca de Subachoque, Cundinamarca, y que estaría implicado en los hechos terroristas del Eln el 17 de enero, cuando fue detonado un carro bomba en el interior de la Escuela de Policía General Santander, que cobró la vida de 21 estudiantes.
Durante el allanamiento a la vivienda se encontró material que estaría relacionado con una de las motos que custodió a José Aldemar Rojas, alias el Mocho, quien ingresó la camioneta cargada con 80 kilos de pentolita a la Escuela. No se descarta que el capturado sea uno de los cuatro hombres que ese día se transportaban en moto. El 18 de enero fue capturado en el sur de Bogotá Ricardo Carvajal, sindicado de participar en el ataque terrorista, y aunque no aceptó los cargos un juez lo envío a la cárcel La Picota.
Guillermo Reinoso Rodríguez,
redacción EL TIEMPO

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