La exsecuestrada y excongresista Clara Rojas hace un llamado a la JEP para que cumpla con las responsabilidades para las cuales fue creada. Dice que ella no se ha sentido el centro del proceso, como les ha pasado a muchas otras víctimas, y que si esto no se compone, no descarta retirarse.
¿Ahora a qué está dedicada? Ya no está en el Congreso…
Estoy en una vida más tranquila, soy docente universitaria, y ha sido agradable. Enseño introducción al derecho, temas de coyuntura política y derecho de los negocios.
¿Y cómo está su hijo, Emmanuel?
Grandísimo y muy bien, por fortuna. Ya va pronto para la universidad.
¿Los traumas del pasado quedaron atrás, o de eso hablan a veces?
Estamos en el presente hace mucho.
¿Emmanuel se ha adaptado bien? ¿O ha tenido algún tipo de rechazo, discriminación o recriminación?
En general, él ha podido adaptarse, pero igual, en estos quince años que han pasado de haber recuperado la libertad ha habido etapas. Incluso a él en algún momento le tocó afrontar un tema de bullying en su colegio. Cosas que han sido complejas. Hemos venido superando las vicisitudes, pero como dicen, coletazos del ayer, pues claro que hemos vivido.
¿Emmanuel le hace preguntas?
Pues ya de este estilo no. A eso no le gasta mucha corriente. Yo le doy gracias a Dios y le pido que me dé la fuerza para acabar de sanar las heridas que pueda tener, porque sin duda todos estos coletazos lo afectan a uno.
En una entrevista con 'Semana', su carcelero, alias Martín Sombra, dice que el papá de Emmanuel está vivo, que se llamaba o le decían Juaco Sur o Taqueta. Que en esa época tenía como 20 años. “Era un joven muy bien presentado. Un peleador tremendo. Embarazó a la doctora y fue castigado por eso. Le metí huecos de basura, leñas y ranchería como castigo”. ¿Esa noticia cambia de alguna manera la vida de su hijo o la suya?
Por supuesto que no, porque no es verdad. No sé por qué ‘Martín Sombra’ lo dice. Ese no es el papá. No sé a quién se refiere. No sé quién fue el que se lo dijo, pero no fui yo. Nunca le he contado a nadie quién es el papá, y menos a ‘Sombra’, con quien no he siquiera conversado acerca de eso.
‘Sombra’ también dice que durante su cautiverio, Ingrid la amenazó con acusarla de su embarazo. ¿Su relación con Ingrid comenzó por enfriarse y luego se terminó del todo?
Hoy no hay relación alguna.
No son amigas, no se apoyan…
No tenemos comunicación.
¿Puedo preguntarle qué pasó? ¿Fue por lo de amenazarla de contar lo de su embarazo?
Yo sí he tenido diferencias con Ingrid, pero no recuerdo ninguna en ese sentido. Nosotras vivimos una situación muy compleja durante nuestro cautiverio y simplemente dejamos de hablarnos, lo cual fue muy duro. Las pocas veces en que nos hemos visto después, han sido saludos cordiales, pero cuestión de minutos.
¿Y eso usted lo lamenta de alguna manera?
Pues yo ya lo he decidido. Han pasado muchos años y cada cual siguió su vida como mejor lo consideró. Entonces, es un tema al que yo no le boto mucha corriente, porque no tiene sentido.
¿O sea, Ingrid, para Clara, es cosa del pasado?
Del pasado, correcto.
Lo más importante con todos estos diferentes grupos (armados) es su nivel de compromiso de querer hacer la paz, de entregar las armas, de no volver a secuestrar, de no hacer más daño ambiental.
Usted es una víctima muy representativa de lo que fue ese periodo tan terrible de los secuestros por años y hasta décadas de las Farc. Hay disidencias que aún están por ahí haciendo maldades y con las que se planea volver a negociar. ¿Qué opina del proyecto de ‘paz total’? ¿Lo ve factible?
Me parece compleja. Todos en Colombia quisiéramos que hubiera paz total. De ahí a cómo se logra es otro tema. Lo que en el fondo me preocupa más es cómo y en dónde va a quedar la justicia, si ahora todo vale.
¿Estaría de acuerdo con renegociar con las disidencias de las Farc, que hicieron parte del movimiento que a usted la secuestró, que luego firmaron un acuerdo de paz y que después lo traicionaron?
Lo veo difícil. Justamente el éxito de este proceso actual es el presupuesto de que se cumplieran las condiciones como se pactaron. En eso este gobierno debería tener cuidado, porque le podría salir como un tiro en el pie si se desestabiliza el acuerdo actual. Porque los que lo firmaron y están tratando de cumplir tienen unas condiciones y unas exigencias que, precisamente, tienen que seguir cumpliendo. Eso lo tienen que analizar con calma y no poner a todos en la misma bolsa.
Concretamente, uno de los menos cómodos con eso de ponerlos en la misma bolsa es el Eln. ¿Cómo ve eso?
Tienen razón, paradójicamente. Pero además de darle a cada cual lo que le corresponde, lo más importante con todos estos diferentes grupos es su nivel de compromiso de querer hacer la paz, de entregar las armas, de no volver a secuestrar, de no hacer más daño ambiental.
Si usted estuviera sentada en esa mesa de negociación, ¿qué recomendaría?
Hacer una convocación más amplia, abrirla a los demás sectores, a los gremios en general, no a un solo gremio, para buscar un mayor apoyo de toda la sociedad en su conjunto. Ver el sector académico qué puede aportar, las mismas comunidades, como una cosa que realmente se construya entre todos. Ese es un proceso de paz, y no lo que estamos viendo todavía, que aún no es un proceso de paz finiquitado con las Farc. Todavía genera un nivel de polarización. El compromiso sí tiene que ser más amplio en todos los sectores, para que a la final el resultado sí sea la paz. Con las Farc seguimos con la inquietud de hasta qué punto dicen la verdad, pues siempre parece que faltan partes.
Todo eso se inició con la disculpa de que las víctimas estarían en el centro del conflicto siempre, y que el proceso iría encaminado a garantizar verdad, justicia, reparación y no repetición. ¿Usted se ha sentido auténticamente en el centro de este proceso?
No, para nada, creo que ni yo ni ninguno. Podemos hacer la encuesta con las personas que desafortunadamente fuimos víctimas. Ha habido un exceso de instrumentalización, desde el primer momento, por parte de los negociadores en el caso de las Farc. Dijeron que estaríamos en el centro de la negociación, y por eso algunos fueron a La Habana en su momento para hablar con estas personas. Lo complejo es que montaron toda esta jurisdicción especial de la paz con una gran expectativa para la víctimas, y ya vimos que los primeros en retirarse fueron los familiares de los diputados del Valle, y si se están retirando, es porque no se les han cumplido sus expectativas. Yo misma he pensado si me retiro o no de esta jurisdicción, porque ¿qué sentido tiene? Toda esa expectativa que nos crearon en torno a la JEP fue demasiada para las víctimas.
No se puede permitir que la justicia se siga desdibujando y que no juegue el rol fundamental que necesita toda democracia, para que todos podamos confiar en que se nos respetan nuestros derechos.
¿Por qué dice que fue una expectativa exagerada?
Porque uno nota que realmente los magistrados, reconociendo que tienen un desafío por tratarse de una jurisdicción nueva, no lograron un equilibrio que protegiera a la parte más vulnerable, que somos las víctimas, y ni han establecido una mayor proporcionalidad en sus pronunciamientos y en las sanciones que imponen.
Desde luego que eso ha pasado. Pero, entonces, ¿usted estaría considerando no volver a acudir ante la JEP y cancelar sobre ella todo tipo de expectativas?
Es lo que yo siento. Finalmente es como un desgaste. Han pasado tantos años y sin que yo diga que mi papel es juzgar a los magistrados de la JEP, sigo esperando de ellos que istren justicia.
Por lo demás, seis años después de la firma del acuerdo no se ha resuelto si los congresistas de los Comunes van a poder seguir siéndolo después de que les impongan las sanciones. ¿Lo más fácil, en lugar de que los magistrados de la JEP hagan todo tipo de maromas para no molestarlos, no sería que los actuales congresistas, responsables de los máximos delitos, se retiraran y les cedieran sus curules a una nueva línea menos salpicada con delitos horrendos?
También lo percibo así; y adicionalmente me parece que si ellos honestamente están haciendo una labor de limpieza de su historial, pues tienen que cumplir con todas las sanciones que les impongan, tomándolas con toda seriedad. Después de que cumplan, y si todavía les quedan alientos para dedicarse a la política, pues bueno. Pero su primer compromiso, su principal deber, será cumplirle a la JEP, y por ese camino, al país, y desde luego a nosotros, las víctimas. No se puede permitir que la justicia se siga desdibujando y que no juegue el rol fundamental que necesita toda democracia, justamente para que no haya anarquía, y para que todos podamos confiar en que se nos respetan nuestros derechos.
Usted, por su victimización y por todo lo que le tocó sufrir, ¿ha recibido alguna compensación del Estado?
No, realmente lo único que yo he recibido, como a los seis meses de que me liberaron, fue un reconocimiento istrativo que en su momento daba el Departamento de Acción Social. Ni siquiera se había creado la Unidad de Víctimas. Eso lo tenían tasado; y bueno, en su momento, recién uno liberado, pues ayudaba. Nadie está pidiendo una indemnización millonaria, pero por lo menos sí algo que ayude a indemnizar el daño moral, y todo ese tiempo que se perdió encadenado en la selva.
O sea, no renuncia a que pueda ser compensada por todo ese sufrimiento…
No, para nada. No solo yo, muchas personas. Incluso, cuando acudí a la JEP a presentar mi testimonio, propuse crear un fondo con los bienes de las Farc, justamente para poder indemnizar a las víctimas. Aquí estamos los que logramos sobrevivir, y no solo física, sino emocionalmente. Diría que hay que trascender lo simbólico y ser prácticos, porque finalmente a cualquier persona lo que le interesa es ver cómo va a poder sobrellevar su vida en los años que le quedan. Yo, por ejemplo, ya voy para los sesenta, imagínese… (risas).
De los cuales ocho fueron allá metida y encadenada…
Sí. Y luego tuve que restablecerme en la vida normal, y me tomó tiempo volver a adaptarme al sistema laboral, todo eso es muy complejo.
Hago un llamado a los magistrados de la JEP, para pedirles su mejor esfuerzo en lograr proporcionalidad, para que realmente tengan un enfoque más equilibrado en favor de las víctimas.
Existe la sensación de que las Farc no han contado la verdad ni han entregado los bienes, sino un poquito de verdad y un poquito de bienes. Y sobre la no revictimización, pues está por verse, ¿no? Porque por ejemplo un amigo mío, Mauricio Gómez Escobar, se murió sin la certeza de que el señor alias Tornillo, o ‘Rosqueto’, como le dice alias Martín Sombra, sí fue quien ordenó el operativo de ejecución de su padre, Álvaro Gómez Hurtado. No contar la verdad o contarla a medias es revictimizar a la víctima. En cambio, por el lado de los militares ha habido mucha más verdad, mucho más reconocimiento de responsabilidad, más compromiso que las Farc. ¿Tiene la misma sensación?
Sí, y no solo por el caso de Mauricio, pensemos en el de tantos exsecuestrados que no han aparecido y aún hoy no se sabe si viven o murieron.
¿Y Clara Rojas y la política? ¿Nunca más?
Por ahora no la tengo contemplada. Eso no significa que no me interese el país, como nos preocupa a todos los colombianos. Uno ve las noticias y quisiera que las cosas estuvieran mejor. Quisiera que se superara el actual nivel de polarización, que hubiera más respeto entre unos y otros, que se mejorara el lenguaje. Y, bueno, pensar en que lo que hay que hacer por encima de todo es construir país, lo que se logra construyendo democracia.
Si Gustavo Petro la llamara a invitarla a ser parte de su gobierno, ¿usted aceptaría?
Por lo menos lo pensaría.
¿Alguna condición final para no retirarse de la JEP?
Pues sí, hago un llamado a los magistrados de la JEP, para pedirles su mejor esfuerzo en lograr proporcionalidad, para que impartan justicia, para que realmente tengan un enfoque más equilibrado en favor de las víctimas, que finalmente es la parte más vulnerable y supuestamente el centro de toda esta situación.
Pero Clara, ¿no será que desde el principio lo que se diseñó con la JEP fue esto, vestir la impunidad de toga? ¿Y que este aparato hará lo posible, como parte de su misión, para sancionar suavecito a los de las Farc para no afectarles sus actuales privilegios, incluyendo la libertad?
Tendrán que repensar cuál es su objetivo real, por lo menos lo que quedó en la letra y lo que nos dijeron a los colombianos de que ellos iban a impartir justicia. Por lo menos justicia restaurativa. Por eso les hago un llamado de corazón para que, efectivamente, por el juramento que hicieron al aceptar sus cargos, se llenen de entusiasmo y de espíritu para lograr su cometido.
¿De todos esos compañeros de tragedia, con quién se habla más, quién es su cachas, con quién comenta las cosas?
En general cada cual ha seguido su camino. Cuando tenemos la oportunidad de coincidir en eventos, siempre les manifiesto mi cariño, mi aprecio y mi consideración, con el mayor respeto también por las decisiones de cada persona. Pero, bueno, para contestarle puntualmente la pregunta, realmente no es que esté comentando en el día a día todas estas vicisitudes.
Para terminar: ¿usted alberga sentimientos de odio hacia las Farc por todo lo que la hicieron sufrir?
No. Más bien le doy es gracias a Dios de estar vivos, porque realmente la prueba fue muy dura. Sobrevivir a todo ese infierno ha sido una cosa muy importante en lo personal.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO