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Los testimonios que dan cuenta de la ‘pesadilla’ de cruzar el Darién
Médicos Sin Fronteras atiende a migrantes en Panamá, tras el viaje en el que arriesgan su vida.
En Panamá, los migrantes son atendidos por equipos de Médicos Sin Fronteras. En junio, ese país registró 11.000 migrantes llegados desde la selva del Darién. Foto: Sara de la Rubia. Médicos Sin Fronteras
“Te quedas sin fuerzas. No puedes avanzar. Ves cómo los ríos se llevan a niños, familias, mucha gente muere”.
Testimonios como este son algunos de los que recolectó la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) sobre la travesía de pasar el Darién, entre Chocó y Panamá, de camino a Estados Unidos. Desde mayo, un equipo de la ONG comenzó actividades en Bajo Chiquito, la primera población panameña a la que llegan los migrantes.
Según esta ONG, el impacto que la pandemia ha tenido en la economía de la mayoría de naciones ha sido lo que más ha empujado a miles de personas, entre haitianos, cubanos, venezolanos, colombianos y extracontinentales, a cruzar el Darién. Tan solo en junio, Panamá registró 11.000 migrantes llegados desde Colombia tras atravesar la selva. En el trayecto, ellos arriesgan la vida no solo porque hay que sortear montañas, precipicios y ríos, sino por la presencia de grupos ilegales que les roban o abusan sexualmente de ellos.
Óscar, de 40 años, un colombiano que vivía en Bolivia, definió el paso como “una pesadilla con 1.001 demonios”. Estuvo 14 días perdido en la selva, siguiendo los rastros de grupos anteriores. En el camino vio personas ahogadas en ríos y cadáveres en descomposición en los barrancos.
Algunas personas llegan engañadas. Tamara, una haitiana de 39 años que para el momento de su viaje tenía seis meses de embarazo, pensó que ella, su esposo y cuñados viajarían con garantías, pues pagaron 2.600 dólares para que una supuesta agencia los llevara a EE. UU. Les enviaron tiquetes para volar a Colombia y les dijeron que atravesarían la selva en helicóptero, pero fue una estafa. “Nos dieron una bolsa con galletas, y ya en la selva nuestros supuestos guías nos atracaron. Nos dejaron en la montaña sin nada”.
En Panamá, los migrantes son atendidos por equipos de Médicos Sin Fronteras. En junio, ese país registró 11.000 migrantes llegados desde la selva del Darién. Foto:Sara de la Rubia. Médicos Sin Fronteras
Abusos sexuales
Los atracos, que no son inusuales, se suman a abusos sexuales. “Nos asaltaron al segundo día, un grupo de unos 7 u 8 hombres, con fusiles, con machetes. Te registran y te quitan el dinero, los celulares, la comida, incluso la olla para cocinar. A las mujeres las registran en sus partes íntimas, las amenazan, las separan del grupo y las violan”, narró Juan, un cubano de 59 años de edad que salió de su país hace 3 años para trabajar en Brasil y Uruguay antes de emprender el viaje al país norteamericano.
A las mujeres las registran en sus partes íntimas, las amenazan, las separan del grupo y las violan
“Unos iban vestidos de negro, con escopetas, otros llevaban pasamontañas, fusiles y cuchillos. De 7 mujeres de nuestro grupo, violaron a 3. Nos asaltaron en dos ocasiones, gente diferente”, contó Óscar.
Solange, cubana de 21 años, se salvó de estos abusos, pero otras mujeres de su grupo, no. Ella llevaba 3 años viviendo sola, su madre y su padrastro se habían ido Argentina pero ya no les alcanzaba para enviarle remesas a Cuba, por lo que Solange viajó a Argentina y emprendió el viaje con ellos.
En la selva, cuando vio que su grupo iba a ser asaltado, salió corriendo y se separó de su madre; después de reencontrarse en Bajo Chiquito, días después, supo por su madre que “les quitaron todo, dinero, celulares. Luego se llevaron a las muchachas detrás de unas matas. En el grupo escucharon los gritos de una de las violadas”.
Nadine, una dominicana de 40 años de edad, viajó desde Chile acompañada de su hija, de seis años, y de su compañero. “La vida en Chile, sin papeles, es muy difícil. Pensamos que cruzar el Darién sería cuatro días. Fueron once. Mucha gente muerte”, contó. Añadió que a su grupo los asaltaron dos veces. “Nos quitaron la comida, el dinero. A mí me registraron y me tocaron, tenía la menstruación y me dejaron en paz. Fue todo muy agresivo. A una jovencita de unos 20 o 25 años la violaron toda la noche”, contó.
En Panamá, los migrantes son atendidos por equipos de Médicos Sin Fronteras. En junio, ese país registró 11.000 migrantes llegados desde la selva del Darién. Foto:Sara de la Rubia. Médicos Sin Fronteras
Ser abandonados
Quedarse atrás es otra de las pesadillas de los migrantes, pues no todos soportan las extenuantes jornadas.
Nadine lo vivió. Aunque le faltaba un día y medio de camino para salir del Darién, ella y su hija no podían dar un paso más, su compañero decidió dejarlas y salir del Darién para pedir ayuda. Ellas se quedaron solas tres días. “Pensé que íbamos a morir. Rezamos mucho y lloramos mucho”. Finalmente, su compañero y otras personas de Bajo Chiquito las rescataron en piraguas.
También dio cuenta de esta situación Ángel, un venezolano de 19 años. Salió de su país a los 15 y trabajó por varios años en Colombia hasta que su economía no dio más y decidió partir a Estados Unidos por esta selva.
Lo peor es la gente que se queda atrás, las mujeres que no pueden subir las lomas, que se resbalan con la lluvia y el barro. Es una ruta en la que nadie espera, nadie ayuda a nadie.
“Vi al menos 10 cadáveres, pero lo peor es la gente que se queda atrás, las mujeres que no pueden subir las lomas, que se resbalan con la lluvia y el barro. Es una ruta en la que nadie espera, nadie ayuda a nadie. En la Loma de la Muerte vi caer a una chica, la gente gritó, pero nadie hizo nada, no se puede hacer nada. Ves gente sentada, herida, que tal vez llevan días ahí, esperando la muerte. Eso es lo peor, no tener nada con que ayudar”, le contó Ángel a Médicos Sin Frontera.
Respecto a los testimonios y el flujo de migrantes, que sigue siendo alto, la ONG les hizo un llamado a los gobiernos de Colombia y Panamá.
“Seguimos siendo testigos del enorme flujo de migrantes por el tapón del Darién, pero lo que nos indigna es seguir siendo testigos del nivel de desprotección de esta población, que sufre ataques y agresiones sexuales en el camino. Es por ello que pedimos a los gobiernos involucrados protección para la población migrante en una ruta que sea segura”, manifestó el coordinador de terreno de MSF en Panamá, Raúl López.