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Millonarios de 'El Dorado', el mejor equipo del mundo
Este es el prólogo del libro 'El mejor equipo del mundo' que será lanzado durante la FILBO 2023.
De todas las formas de disfrutar el fútbol, la más pura debe ser entregarse a un buen cuento en torno al balón y quedar con la boca abierta. En términos fantasiosos, el relato oral es el confín de la imaginación futbolera. No los vi jugar y nunca los veré -porque tampoco quedaron videos–, pero vibro y creo a ojo cerrado en las narraciones y descripciones que, sobre sus hazañas, se desprenden de los que sí pudieron. Fe redonda.
El libro será lanzado durante la Feria del Libro de Bogotá 2023 Foto:Planeta
El fútbol se juega, se ve, se oye y, lo más lindo, se imagina. Como la gran mayoría de los niños de los años setenta, jugué a la pelota en mi cuadra en el Barrio San Luis de Bogotá; vi el fútbol que el sueldo de mi papá permitió en el estadio El Campín –más lo poco que pasaban en la televisión a blanco y negro–; oí transmisiones delirantes en la radio –cuando nuestro equipo iba de visitante– e imaginé, jugada a jugada, con la quijada caída, lo que mi viejo y mi tío me contaron sobre un equipo fantástico que jamás vi ni veré: el Millonarios de “El Dorado”.
En el comedor de la casa de mis abuelos, en el barrio Divino Salvador, en las sobremesas de mi niñez, escuché más de cincuenta veces a mi papá y a mi tío debatir quién fue mejor: Adolfo Pedernera o Alfredo Di Stéfano. Mi papá, sobrio y tímido en su concepto –y en su vida–, insistía: “La inteligencia, calidad y maestría que le vi a Pedernera no la vi nunca más. Solo, probablemente, en Pelé”. Mi tío Ricardo (q.e.p.d.), que era un hincha frenético, vociferaba: “La gente dice que el mejor fue Pelé o que fue Maradona o que fue el flaco Cruyff. Pues no, a mi no me vengan con cuentos, el mejor jugador de todos los tiempos fue Alfredo Di Stéfano, porque yo sí los vi a los cuatro, a mí no me lo contaron, yo los vi con mis propios ojos y ‘La Saeta’ fue el más completo. Fue el más grande”. La última vez que me repitió eso, en 2020, un año antes de morir, incluyó a Lionel Messi en esa lista y, de nuevo, a don Alfredo lo puso por encima de todos, incluida la “Pulga”.
Tiempo después, cuando estrené la cédula, les pregunté al par de viejos, con mayor insistencia, con algo más de detalle, por ese Millos del inicio de los años 50 que se conoció como “El Ballet Azul” y que cargó con el mote de ser “El mejor equipo del mundo”. Los cuentos que me echaron fueron sencillamente espectaculares: paredes perfectas, laboratorios inéditos, taponazos que estallaron balones y privaron a rivales y recogebolas, goles de chilena (cuando eso era como ver un ovni), bailes en la cancha y en los clubes nocturnos, giras por diferentes estadios del mundo, belleza, arte y maestría con el balón. Yo no podía creer lo que narraban. Siempre hubo algo de incredulidad en mí. ¿Será posible tanta fantasía?
Mi papá, con esa pausa de los viejos chapinerunos, describía con una cierta perspectiva histórica: “Sí, eran muy especiales. Me tocó verlos a lo largo de cinco años en mi juventud y pensé que el fútbol era o iba a ser así. Después de ellos, siempre hubo algún vacío. Nunca volví a ver un equipo, ni en Millos, ni en el mundo, que la tocara igual. Ese fútbol solo lo volví a ver en la selección Brasil del setenta”.
Mi tío Ricardo, con histrionismo y toneladas de pasión, dijo en sus últimos días: “Podrán pasar mil años y nunca, óigame muy bien, mijo, nunca se va a repetir un equipo en Colombia y posiblemente en América que pueda decir que tuvo a Cozzi en el arco, a Pini en la defensa, al ‘Pipo’ Rossi en el inicio del armado y la ‘mediopendejada’ de tripleta atacante –siempre dijo así– conformada por Báez, Di Stéfano y Pedernera. ¡Olvídese, maestrico!”.
Esta es la histórica alineación de "El Ballet Azul", en 1952. Arriba: Reyes, Di Stéfano, Pedernera, Báez y Mourín. Abajo: Zuluaga, Ramírez, Rossi, Cozzi, Soria y Pini. El mejor equipo del mundo de aquellos tiempos. Foto:EL TIEMPO
Arriba: Reyes, Di Stéfano, Pedernera, Báez y Mourín. Abajo: Zuluaga, Ramírez, Rossi, Cozzi, Soria y Pini. El mejor equipo del mundo de aquellos tiempos.
Todos esos conceptos y fábulas siempre rondaron mi cabeza hasta que un día, a mediados de agosto de 2019, cuando se cumplían los 70 años del arribo de Di Stéfano a Bogotá –creo que fue en un Millos vs DIM– noté con tristeza que nadie, de ninguna manera, lo había celebrado. Entonces le dije a mi llave, Yesid Ricardo Vásquez, con quien voy a ver al Azul en El Campín desde hace más de 25 años, “¿cómo es posible que no recordemos y celebremos con vehemencia al mejor jugador que ha visto esta liga en toda su historia?”. La charla derivó en el proyecto de un documental que en este momento estamos produciendo y, por supuesto, en este libro.
Desde entonces, junto al impecable investigador Felipe Valderrama –con quien estaré eternamente agradecido por ser el gran responsable de haber hallado, con paciencia tibetana, buena parte del testimonio gráfico e histórico que aquí presentamos–, nos entregamos a la tarea de buscar todo lo que podía encontrarse en torno a ese equipo de locos: anecdotario, declaraciones de los protagonistas, material gráfico, testimonios de familiares y estadísticas.
Mauricio Silva Guzmán es editor de la Revista BOCAS. Foto:Pablo Salgado
La investigación no tenía intención diferente a la de demostrar que Millos, en efecto, fue el mejor equipo del mundo entre 1949 y 1953. Las razones futbolísticas y los argumentos periodísticos sobran y aquí están todos condensados.
Sin embargo, no solo nos encontramos con esas pruebas. También dimos con una serie de historias –entre delirantes y románticas– que parten del azar de un equipo estudiantil bogotano que un buen día contrató a unos futbolistas argentinos y que por eso, por su aspiración, lo empezaron a llamar “Los Millonarios”.
Julio Cozzi (portero de Millos) y Luis Molowny (delantero del Real Madrid) en el 1-0 a favor del Azul, el 9 de julio de 1952, en El Campín Foto:EL TIEMPO
Nos topamos con curiosos relatos que dan cuenta del inicio del fútbol profesional colombiano y de la creación de una liga ‘pirata’, desafiliada de la FIFA, que provocó una pugna de carácter internacional. A su vez, hallamos una serie de crónicas almibaradas que retratan ese impensado momento en el que aterrizó en Colombia un sabio de apellido Pedernera quien, poco después, volvió a su tierra para traer a su amigo y pupilo Di Stéfano, y que cuentan cómo, juntos, lo cambiaron todo, por y para siempre. También descubrimos llamativas declaraciones que detallan ese raro capítulo en el que jugadores ingleses y argentinos se hicieron la vida imposible en las entrañas del Club y que, por cuenta de esa refriega, arruinaron el título de 1950.
De la misma manera, repasamos decenas de artículos que describen la conformación, despliegue y brillo de un equipo irrepetible en el que jugaron, por casi un lustro, los Messi, Neymar y Suárez (Pedernera, Di Stéfano y Báez), más el Casemiro (Rossi), el Vidal (Ramírez), el Godín (Pini) y el Keylor Navas (Cozzi) de entonces –solo por hacer el símil, puesto por puesto, de los grandes jugadores latinoamericanos de los últimos tiempos–.
Subrayamos columnas y reseñas –de Colombia y diferentes medios del mundo– que dejan ver cómo, entre 1949 y 1953, esos fenómenos conquistaron cuatro Ligas, una Copa Colombia y la Pequeña Copa del Mundo. En ellas se describen los inagotables viajes de este equipo de “trotamundos”, medio explotado y medio sobrehumano, que mostró lo mejor de su arte en América y Europa, cuando enfrentó a cincuenta y siete equipos internacionales.
Desempolvamos múltiples testimonios de esa era llamada “El Dorado” que se menguó con la transferencia más importante y rocambolesca en la historia del fútbol mundial, la que cambió el sentido de este deporte en el planeta: la venta de Alfredo Di Stéfano de Millonarios al Real Madrid –luego de un forcejeo entre el equipo “merengue” y el Barcelona–, y que cerró con el último partido del “Maestro” Pedernera vestido de azul –con golazo incluido– el 1ro de agosto de 1954.
Y lo más fascinante es que todo este mito futbolero sucedió aquí, en Bogotá, en mi ciudad, en mi barrio, en mi equipo, en El Campín, en los nacientes estadios colombianos, en un país provinciano y enardecido que, entonces, padecía la llamada “violencia partidista”.
Millos de “El Dorado” es, con seguridad, el relato más grande del fútbol colombiano; uno de los más brillantes de América y uno de los más bonitos del mundo. Una leyenda que conocí de oídas –que imaginé y gocé en esa ciudad grandilocuente que es la infancia, como si hubiera asistido a una gran película de época– y que hoy, después de dos años de investigación, de habernos sumergido en los archivos y de haber encontrado un inédito y extenso material fotográfico en los álbumes de los familiares de los jugadores, pudimos concretar en estas páginas.
Así, tan trascendental como pueril, sucedió todo en aquel conjunto que fue “El mejor equipo del mundo”, que no es decir poco.
POR MAURICIO SILVA GUZMÁN
Editor de la Revista BOCAS
Este es el prólogo del libro que será lanzado durante la Feria del Libro el próximo 29 de abril.