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Agro: competitivo y responsable
Además de innovar, el compromiso es garantizar un desarrollo sostenible.
En Colombia se transan alrededor de 1,5 millones de toneladas de fertilizantes al año, siendo el segmento dominante el mercado de inorgánicos. Foto: iStock
Para el 2050 se calcula hayan 10.000 millones de personas. Para alimentarlas se requiere de un aumento de la producción de cultivos de, al menos, un 60 por ciento; pero si a eso se le suman aspectos exógenos como el cambio climático, la escasez de agua y la erosión del suelo es necesario empezar por replantear cómo el agro puede lograrlo, sin que el remedio sea peor que la enfermedad, y queden los suelos erosionados.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aclara que los productos fitosanitarios (agroquímicos) son mezclas de ingredientes químicos o biológicos, utilizados para evitar, destruir o controlar cualquier plaga. Aclara que ‘plaguicida’ es un término amplio y se puede usar para designar insecticidas, herbicidas, fungicidas, rodenticidas, molusquicidas, productos para la conservación de la madera y otros componentes diversos, usados para el control de las plagas. La FAO estima que entre el 20 y el 40 por ciento del rendimiento mundial de los cultivos se pierden cada año, debido a los daños causados por las plagas en general, así que
advierte sobre la necesidad de controlar dichas pérdidas.
Por eso, volviendo a la cifra esperada para el año 2050, el control de plagas es esencial para alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 2 ), a saber, poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, garantizando una agricultura sostenible para 2030.
En Colombia se transan alrededor de 1,5 millones de toneladas de fertilizantes al año, siendo el segmento dominante el mercado de inorgánicos, en los que predominan las concentraciones de macronutrientes. La industria agroquímica registró en el 2020 un crecimiento del tres por ciento con respecto al 2019, según revelan las cifras suministradas por la Cámara Procultivos de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi).
Al comentar estos resultados, María Helena Latorre, directora de la Cámara Procultivos Andi, enfatiza que “necesitamos seguir conectando a Colombia con los estándares internacionales regulatorios, para que en materia de protección de cultivos logremos
combatir las plagas que los amenazan y para que en asuntos de nutrición sigamos logrando mejores cosechas”.
Según las Perspectivas Agrícolas 2020-2029, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y la FAO, se estima que alrededor del 85 por ciento del
crecimiento mundial de la producción agrícola durante los próximos 10 años se atribuirá mejoras de los rendimientos derivadas de una mayor intensidad en el uso de insumos, inversiones en tecnología de producción y mejores prácticas de cultivo. A
esto se suma también una mayor intensificación del uso de la tierra por medio de cosechas múltiples por año, que representará otro 10 por ciento, en tanto que se prevé que la expansión de la superficie de tierra de cultivo representará solo el cinco por
ciento y desempeñará un papel mucho menor que en la década pasada.
Análisis experto
La producción con calidad está relacionada con la cosecha de productos frescos y sanos para el consumidor, aspectos recopilados en una guía hecha por la doctora Delia
Evangelina Nieto García, magíster en istración de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, como una alternativa para fortalecer el sistema productivo, comercial y económico del agro.
Nieto García tomó como caso de estudio las unidades productivas de las veredas de influencia del oleoducto Caño Limón y Caricare, en Arauca, potencial en cultivos de cacao y plátano.
“Acá se deben analizar aspectos técnicos y financieros para tomar decisiones –como el historial de los cultivos, las cosechas anteriores, las plagas y los agroquímicos utilizados–, ya que conocerlos minimiza el riesgo de impactar negativamente un área determinada y afectar la empresa. En este punto, el certificado del uso del suelo –responsabilidad de la oficina de planeación municipal– se constituye en un instrumento que contribuye a reducir el riesgo de inversión en áreas inapropiadas”, observa la investigadora.
Para obtener la certificación en BPA también es determinante mantener en adecuado estado y orden las áreas e instalaciones que constituyen la unidad productiva, como
las bodegas de insumos y de almacenamiento de las frutas, las zonas de lavado y empaque de las frutas, y los depósitos de herramientas, equipos y utensilios.
Además, a los implementos utilizados en las actividades de producción agrícola –cosecha y poscosecha– se les debe realizar un mantenimiento adecuado y oportuno para evitar que se propaguen enfermedades en el cultivo. Incluso, el agua en todo el
proceso es clave para garantizar la inocuidad de las frutas y hortalizas, y se minimiza el riesgo de enfermedades infecciosas de operarios o hasta el consumidor final.
Y es que las BPA exigen mantener la armonía entre el medioambiente, el personal operario y el consumidor.
La industria agroquímica cerró el 2020 con 5.400 empleos directos y 55.000 indirectos, demostrando su apoyo y esfuerzo en medio de la pandemia causada por el covid-19. Foto:iStock
Buenas prácticas agrícolas, para garantizar la sostenibilidad
En Colombia el mercado verde y la producción limpia sigue en franco desarrollo. Se busca día a día lograr una agricultura sostenible en términos ambientales, económicos e incluso sociales.
La industria de plaguicidas llegó al país a eso de los años 60, pero eran bastante tóxicos. El ICA, Instituto Colombiano Agropecuario, avala las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA); estas van desde la siembra del cultivo hasta la cosecha de los productos con el fin que todos los predios productores estén certificados y se asegure la inocuidad alimentaria, mediante la prevención de los riesgos asociados a la producción primaria.
Incluye también al empaque y transporte del alimento y el bienestar de los trabajadores y consumidor final.
De cara a obtener una BPA, se deben tener en cuenta algunos puntos, a saber, considerados “los tres peligros”. Uno de ellos es el físico y para contrarrestarlo se busca proteger el suelo y evitar suelos compactados, erosiones, inundaciones y prever factores climáticos adversos como el viento con velocidades excesivas, temperaturas
muy altas pueden causar sequías o incendios forestales o muy bajas pueden romper los tejidos de los cultivos por congelamiento. El segundo es el químico y no es otra cosa que la contaminación del suelo causada por usos anteriores; y que pueden producir efectos a largo plazo sobre cultivos posteriores. Es generado igualmente por
combustibles o residuos peligrosos contaminantes por ejemplo, cercanía a vertederos o minas que hacen que el subsuelo sea inadecuado para cultivar. El tercero se considera el biológico: Plagas, enfermedades y malas hierbas que pueden ser causados por la vegetación natural o por cultivos adyacentes, y pueden afectar el cultivo y a las frutas y hortalizas producidas. Los peligros físicos pueden provocar daños al cultivo,
favorecer la presencia de plagas y enfermedades y afectar la productividad del cultivo.
Dentro del extenso capítulo de las BPA se habla también del Manejo Integrado del Cultivo, el cual es un sistema multidisciplinario que busca aplicar las técnicas, métodos y recursos.
“La clave de este manejo integrado del cultivo está en realizar las labores en el momento oportuno, de acuerdo con las condiciones agroecológicas de la región y con la asesoría de un ingeniero agrónomo competente que nos garanticen la productividad e inocuidad de las frutas y hortalizas producidas. Las BPA que se realizan en cada una de las etapas del cultivo son las siguientes: a) En el manejo de suelos b) En el material de propagación c) En la nutrición de plantas d) En la protección del cultivo” afirman desde el ICA.