Colombia se envejece y los jóvenes se están yendo: ¿qué hacer?

En la tercera mesa de la iniciativa ‘Líderes y empresas que construyen país’, impulsada por la Casa Editorial EL TIEMPO, el diálogo giró en torno a dos temas que marcarán a la Colombia del futuro: el envejecimiento de la población del país y la emigración de nacionales. 

“No solo están naciendo menos colombianos y están envejeciendo más rápido, sino que se están yendo especialmente los jóvenes”, destacó Felipe Bayón, conductor del encuentro, al presentar a los invitados a hablar de estas dos realidades: Soraya Montoya, directora ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha (FSC), que enfoca su trabajo en la inclusión de las personas mayores y las personas con discapacidad; y Jorge Restrepo, profesor asociado de la Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).

“Hay una tendencia en estos temas que parecen ser irreversibles y apuntan a ser parte de la realidad de un país que va a ser distinto en muchas cosas”, afirmó el analista Ricardo Ávila, en la introducción de las exposiciones. Ambos, destacó, corresponden a dinámicas globales. “Más de 100 países, por ejemplo, están por debajo del nivel de fecundidad necesario para mantener la población estable”.

Ávila explicó que estas dinámicas, que muestran aceleraciones inquietantes, traen desafíos pero también oportunidades, que obligarán a los negocios a adaptarse. “Por esto, es bueno salirse de la coyuntura, para mirar los temas importantes que moldearán la Colombia del mañana”, agregó. 

Soraya Montoya inició su exposición planteando que la humanidad tiene hoy dos grandes retos: el cambio climático y el envejecimiento de la población. “Frente al primero hay muchas cosas por hacer en materia de prevención y mitigación, pero frente al envejecimiento, poco. Que una sociedad envejezca quiere decir que mejoró su calidad de vida y lo único que evita que nos hagamos viejos es que muramos”.

Montoya destacó que América Latina y el Caribe se envejecieron muy rápido. “A Europa le tomó 200 años. A nosotros, menos de 50”. En una gráfica, mostró cómo Colombia igualó ya la tasa de fecundidad del club de la OCDE, que reúne a muchos países desarrollados y a otros como el nuestro. Tiene también niveles de crecimiento poblacional similares al promedio y no está muy abajo en cuanto al promedio de esperanza de vida. Sin embargo, hay una brecha inmensa en cuanto al PIB per cápita. “La mayoría de los países OCDE se enriquecieron y después se envejecieron, y nosotros nos envejecimos sin habernos enriquecido”, destacó la experta.

Por regiones, en una proyección a 2050, se ve que la central, donde está Bogotá, va a tener el 28% de personas mayores de 60 años, mientras que en la de 0 a 24 será el 23%. Y otra región como la Orinoquía y Amazonía, hoy no tan poblada, va a tener un 20% de personas mayores y casi otro tanto de menores de 14 años.

Un dato que ratifica la transición del país de joven a viejo es que alcanzó la cifra más baja de nacimientos ocurridos en la última década (2015-2024) tomando la referencia de los primeros cuatro meses del año. Datos preliminares muestran una caída este año de 14,6% de los nacimientos, tras un 2023 en el que ya había caído bastante. Nacieron en ese periodo del año anterior 170.000 niños y en el correspondiente al actual, 143.000.

Proyecciones del Dane indican que el 2052 sería el punto de quiebre para entrar en decrecimiento poblacional, pero Montoya tiene la hipótesis de que eso ya está pasando por cifras como las del censo del 2018, que indicaban que solo aparecían 46 millones de personas, cuando se esperaban casi 50 millones.

El cambio poblacional llevaría, según proyecciones, a que se invirtieran en un lapso de 85 años las proporciones que había en 1985, cuando el 36% de los colombianos estaba entre 0 a 14 años de edad y el 6% era de mayores de 60. En 2070, el 36% sería de mayores de 60 y solo el 12%, de menores de 14 años.

Montoya llamó a mirar proactivamente estos cambios y sus consecuencias en educación, mercado y productividad, pero antes de entrar en esos terrenos alertó sobre el problema del edadismo, que es la discriminación contra las personas mayores, y sobre todo contra las mujeres mayores. “Vamos a tener que convivir con esto generacional del ‘loro viejo no aprende a hablar’, pero nosotros también nos tenemos que ayudar, para no estar hablando de ‘que en mi época’ o ‘lo que yo hice’. También tenemos que educarnos”.

Precisamente en el terreno educativo hay buenas noticias, según la experta. Entre las personas mayores de 60, el 31% tiene educación media y superior; en la franja de 40 a 49, el 50%, y entre los jóvenes de 20 a 39, llega al 78%. “El reto es hacer la educación diferente. Va a tener que ser a lo largo de la vida”, dijo Montoya. En materia laboral, resultará fundamental la recapacitación y el reentrenamiento permanente a todos los niveles de la empresa.

“En la parte de tecnología, algo interesante es que no toma tanto tiempo formar a las personas en habilidades online, según el Fondo Económico Mundial”. En escritura de contenido, ventas y mercadeo, uno o dos meses; en desarrollo de producto, data e inteligencia artificial, 2 o 3 meses; y en computación, nube e ingeniería, entre 4 y 5 meses. “Es una urgencia que las empresas, o en su entorno, tengan formación permanente, modular, de todo tipo de habilidades”.

Otra oportunidad que trae el cambio está en el potencial de la economía plateada. Según Oxford Economics y AARP, si la longevidad fuera un país, sería la tercera economía del mundo. “En Estados Unidos, el 20% de las personas son baby boomers (nacidos entre 1946-64) y son los que tienen el 52% de la riqueza”.

En el caso colombiano, también hay oportunidades de mercado. El ingreso per cápita de las personas mayores de 60 años es el más alto, $1.417.411 frente a $1,286.396 de la franja de 40 a 59 y $1.102.283 de la que va de 20 a 39 años de edad.

Una encuesta de la FSC con el programa Cómo vamos detectó en la población mayor una demanda creciente por educación, formación, trabajo, empleo, servicios financieros, recreación y deporte. Un elemento importante para la transformación laboral está en la disponibilidad de la población mayor para trabajar. El 93% en hombres y 64% en mujeres entre los 40 y 59 años son personas disponibles para trabajar o están trabajando, y entre los mayores de 60 las cifras son de 50% y 21%, respectivamente.

La expositora, destacó, además, que una proyección del Dane indica que “si se mantienen constantes las tasas de participación laboral de 2023, las personas de 60 años o más pasarían de representar el 10% de la población económicamente activa al 17 % en 2050”.

Hay sectores que se enfrentarán a ese cambio de una manera más apremiante, como el agropecuario. “El campo colombiano está bastante envejecido”.

La FSC contrató el estudio GEM, sobre tecnología de emprendimiento global, y constató que, para los mayores de 50, el emprendimiento es una opción válida. Además, de los emprendimientos ya establecidos, que son los que llevan más de tres años, los de las personas mayores prevalecen más. Y, según la encuesta de micronegocios del Dane, el 40% de estos son de mayores de 50 años.

Montoya concluyó: “No veamos el cambio demográfico como un tsunami. Llegó para quedarse. Es un premio de la humanidad. Que la humanidad envejezca quiere decir que hay desarrollo”. E invitó a mirar estos cambios como líderes adaptativos: adaptación educativa y laboral, planes y carrera personalizada, reentrenamiento, aprendizaje continuo, rotación de roles, iniciativas de reempleo y recontratación, siempre con promoción de la salud y del bienestar integral.

“El reto es durar, en las mejores condiciones, porque hoy, una persona que tiene 60 años, fácilmente tendrá 25 años más de vida activa y autónoma. Veamos el envejecimiento como una oportunidad”, recalcó. 

La Casa Editorial EL TIEMPO invitó a debatir ideas para el futuro de Colombia a los líderes empresariales Patricia Field, directora general de Novo Nordisk Colombia; Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia; Jabar Singh, presidente y CEO de Scotiabank Colpatria; Juan Rafael Pérez, CEO del banco de inversión BTG Pactual; Iván Trujillo, CEO del grupo Trinity; Juan Ricardo Ortega, presidente del GEB; Santiago Álvarez, director ejecutivo Latam en Colombia; Felipe Gutiérrez, gerente general de la aerolínea Clic; Ana Milena López Rocha, presidenta de Corficolombiana; Natalia Gutiérrez, presidenta ejecutiva de Acolgen; Luis Carlos Arango, director de Colsubsidio, y Carlos Mauricio Vásquez, director de Compensar. Felipe Bayón, expresidente de Ecopetrol y miembro de varias juntas, y el analista sénior Ricardo Ávila encabezan la iniciativa.

Carlos Mauricio Vásquez, director de Compensar

El nivel de contribución de los empresarios al bienestar, que se hizo a través de figuras como las cajas de compensación, es irreemplazable en América Latina y diría que en América en general. Esto es algo fundamental que debemos cuidar. Es necesario contemplar la extensión del bienestar a zonas rurales y dispersas, también con los empresarios y el sector público trabajando juntos y alineados por el objetivo de reducir brechas de a este beneficio.

Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia

El sector privado nunca va a sustituir al Estado, pero sí tiene posibilidad de iniciar tendencias. Debemos ver cómo generamos esperanza y cómo rompemos la conversación negativa permanente. El campo, por ejemplo, tiene un enorme potencial pero hoy está desaprovechado por falta de Estado, de educación; por falta de oportunidades que la gente va a buscar primero a las ciudades y luego al exterior. Nuestras compañías pueden generar esas oportunidades.

Juan Rafael Pérez, CEO de BTG Pactual

Es muy difícil construir políticas de Estado cuando no hay entendimiento profundo de las cosas. Una es que nunca vamos a tener el desarrollo que queremos con un sector financiero que debe luchar con un ‘Frankenstein’ de normas como el 4x 1.000, sobretasa de impuesto de renta y el techo a la tasa de usura, y ahora se está hablando de inversiones forzosas. Entendamos que, para hacer cualquier tipo de apuesta sectorial de largo plazo, se necesita un sector financiero fuerte.

Iván Trujillo, CEO del Grupo Trinity

Según el más reciente barómetro de confianza de Edelman, el actor que goza de más confianza y credibilidad por parte de la sociedad colombiana es la empresa. Eso nos debe llevar a reflexionar sobre cómo podemos movilizar ese capital reputacional que hoy nos asignan para lograr grandes transformaciones. Menciono cuatro grandes retos sobre los cuales, desde el sector privado, podemos trabajar. Las cuatro ‘ies’: inversión, informalidad, inseguridad e institucionalidad.

Felipe Gutiérrez, gerente de Clic

Ser empresario es lo más revolucionario que hay hoy en Colombia. Como revolucionarios, ¿qué podemos hacer para que el país sea un poco más feliz y crea en el futuro, incluso incentivando a las personas a tener más hijos? Las empresas ya lo hacemos: seguimos pagando la nómina, distribuyendo recursos, mejorando los productos y servicios, promoviendo la Colombia del futuro. Y eso da para incentivar a la gente a quedarse aquí. Somos fuerza para avanzar no para frenar.

Patricia Field, gerente de Novo Nordisk-Colombia

Nosotros vamos a hacer un programa que se llama Expanding Horizons. Nos unimos a una fundación que educa a personas que a lo mejor no saben inglés o no estudiaron en la mejor universidad. Nosotros contratamos personal con ellos. Con los que nos podemos quedar, nos quedamos, pero con los que no, les damos 18 meses de experiencia laboral para que puedan salir a conseguir un mejor trabajo. Varios en esta mesa se podrían animar a hacer esto con nosotros.

Jabar Singh, CEO de Scotiabank-Colpatría

Colombia no tiene nada que envidiarle a mi país natal, República Dominicana. Allí se ha experimentado un crecimiento positivo y un desarrollo en los últimos años, casi opuesto al visto aquí, impulsado por el turismo. Ustedes tienen la capacidad de lograr lo mismo. Los invito a pasar de la teoría a la acción, con una alineación público-privada efectiva. El sector financiero, que represento, está capacitado para apoyar esa inversión que crearía un nuevo destino sobresaliente.

Luis Carlos Arango, director de Colsubsidio

La empresa privada debe seguir buscando mecanismos para contribuir a la creación de políticas públicas en temas como el empleo y la formalización laboral. Los empresarios son aliados indiscutibles para lograr la vinculación laboral de grupos a los que se les dificulta el al empleo formal, como las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores. Para eso tenemos que fomentar más la creación de empresas reduciendo trámites y dando seguridad jurídica.

Santiago Álvarez, director de Latam-Cololmbia

En Colombia hay un camino por recorrer para atender adecuadamente la migración irregular de la que viene siendo foco. No hay una política pública clara para olas migratorias. Muchas veces las aerolíneas terminamos responsabilizados del control migratorio, lo que se sale de nuestro alcance. Queremos ayudar a construir esa política. Urge definir reglas que desincentiven la migración irregular que afecta a quienes migran y a quienes reciben.

“Colombia está pasando, mucho más rápido de lo que esperábamos los economistas y los demógrafos, de una situación de bono demográfico a una de riesgo demográfico”, afirmó el profesor Jorge Restrepo al inicio de su exposición frente a los empresarios.

En el Cerac, el centro de investigación sobre asuntos de conflicto, violencia y riesgos que dirige Restrepo, vienen observando desde hace un año largo este riesgo emergente de cambio demográfico. Las causas son varias, entre ellas el cambio de la natalidad referido en la nota de apertura, pero también entra en juego la oleada migratoria.

Ante el fenómeno, el experto plantea varias hipótesis. “Una es que el cambio demográfico terminó el bono demográfico antes de tiempo”. El concepto ‘bono demográfico’ se refiere a esa situación en la que la proporción de personas en edades productivas crece de manera sostenida respecto a la proporción de personas en edades inactivas. La caída de los nacimientos y la migración de jóvenes, por supuesto, ponen en peligro esa condición.

A juicio del profesor, no existen aún políticas públicas que consideren o se hayan adaptado a este cambio demográfico súbito. “Además, esto es un riesgo para el sector privado, por un cambio de contexto que no habíamos visto y que genera dificultades en términos macroeconómicos, de demanda y de planeación para los sectores productivos”.

En gráficas procesadas con base en información de Migración Colombia, con datos hasta junio de este año, se ve cómo en el 2022 hubo un máximo histórico de saldos migratorios de colombianos.

En ese periodo salieron más de medio millón de nacionales colombianos más de los que entraron. “El nivel se mantuvo en el 2023 y es más del doble de lo que era el histórico con los registros de Migración Colombia. El registro del 2021 hacia atrás es menos de 200.000 por año”. Restrepo recordó que la migración ya venía subiendo en el 2018 y 2019, que fue el primer año de las protestas sociales, “pero lo de ahora es un nivel mucho más alto”.

La gráfica que acompaña este texto da una perspectiva histórica de la salida de colombianos. Antes del 2012, las estadísticas estaban en manos del DAS, y desde ese año las maneja Migración Colombia. “Los picos históricos recientes también son considerados frente a lo que fue la migración de los años 90. Una crisis que, además de económica, era de seguridad. En cambio, en el 2022 crecimos el 7,5% y no había una crisis de seguridad como la de finales del siglo durante las conversaciones con las Farc en el Caguán”.

Estas cifras no incluyen los flujos de carácter irregular, y la información sobre migrantes colombianos en los puertos de entrada de Estados Unidos, Canadá, Europa, México, Chile y otros países es cada vez mayor. “Las autoridades de migración en Panamá, por ejemplo, dijeron que en el último año entraron a Panamá irregularmente cerca de 80.000 colombianos, con pasaporte y nacionalidad colombiana, que fueron registrados”.

En una gráfica que muestra la cifra anual de migrantes calculada mes a mes, se ve que el pico de la oleada se alcanzó entre octubre y diciembre de 2022, cuando ya había apertura pospandemia. También hubo en esos años protestas sociales y un cambio a un gobierno de izquierda. ¿El aumento de los emigrantes tiene que ver con eso? “Diría que tuvo que ver más bien con el descontento social, que sobre todo afecta a los jóvenes”.

Estos, de hecho, son los que más migran. Hay una concentración en jóvenes entre 18 y 29 años (36%), entre 30-39 (22%) y menores de edad (22%). “Probablemente, hay una reunificación familiar importante o que las familias están yendo, con un efecto significativo en el mercado laboral”. Restrepo calcula que, dependiendo del año, se va entre el 4 y el 6,5% de la población económicamente activa.

El flujo migratorio también es mayoritariamente de mujeres (54%) y, por el hecho de que se van con pasaporte y pueden pagar sus tiquetes, se trataría sobre todo de gente de clase media y media alta. “Todo esto tiene implicaciones en la capacidad productiva. La principal fuente de crecimiento económico es el crecimiento poblacional y la nuestra ya no tiene esa fuente”.

Restrepo no ignora que muchas emigrantes mejoran su bienestar y aumentan las remesas que llegan al país, “pero lo cierto es que la economía colombiana está perdiendo capital humano, recientemente formado, joven, con habilidades y capacidad para adaptarse a las tecnologías”.

¿Qué hay que hacer frente a esto? “Hay una oportunidad de un contraste en materia de políticas públicas relacionadas con bienes públicos, educación, salud, seguridad. Hay una oportunidad de superar el sesgo antiempresa que tienen las políticas públicas hoy por uno proempresa, en lo cual además las empresas pueden hacer mucho. Y esas dos cosas son lo que genera oportunidades para los jóvenes. La gente no va a tener hijos, no va a dejar de emigrar, no va a ser empresa aquí si no tiene esas oportunidades de felicidad y de bienestar”.