Economía azul: un renglón que se fortalece

Directamente relacionada con el uso sostenible de los recursos del océano, la economía azul hoy procura no solo un beneficio económico pues más allá de ello, le viene apostando a la protección, mantenimiento y recuperación de la salud de los ecosistemas marinos. Esto de cara a favorecer a los productores locales y reducir el impacto negativo que las actividades humanas tienen sobre el planeta y, en especial, sobre los océanos.

Desarrollarla de manera integral e incluyente en el país, asegurará el mantenimiento de océanos saludables y productivos creando oportunidades económicas, incrementando la seguridad alimentaria, construyendo ecosistemas costeros y comunidades resilientes al cambio climático, y transformando los medios de subsistencia de las comunidades locales. Así lo ha señalado Marcela Portocarrero-Aya, especialista ambiental del Banco Mundial, quien además indica que tanto para la región del Caribe continental, Caribe Insular, y Pacífica, el desarrollo de estrategias de economía azul, permitirá llevar al país a ser una potencia bioceánica y un referente para la región.

Sin duda alguna, la posición geográfica colombiana es privilegiada para su desarrollo. De acuerdo con Yani Aranguren Díaz, Ph.D. directora de Adaptia, Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático de la Universidad Simón Bolívar-Barranquilla, “el país posee más de 1.600 kilómetros de línea costera entre los dos mares, que es biogeográficamente muy diversa. Por lo tanto, es gigantesco el potencial económico desde el transporte marítimo, la acuicultura, la pesca, el turismo de naturaleza, la producción de energías verdes y la biotecnología aplicada a la alimentación, la agricultura, la farmacéutica y el medioambiente”.

Precisamente, entre las actividades que se desarrollan desde esta línea, tradicionalmente la más importante ha sido la pesca. Según Andrés Vargas, director del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, la artesanal provee sustento y modos de vida a miles de hogares. “Junto con la pesca industrial, estas generan ingresos y empleos, principalmente en las regiones costeras. Otras actividades como el transporte marítimo, el buceo recreativo, la minería y la extracción de hidrocarburos juegan un papel importante”, añade.

Cabe destacar que los avances en esta materia en el país, son notables, “especialmente por haber alcanzado una cobertura de área marina protegida y conservada de más de cuatro millones y medio de hectáreas, que representan al 37,63 por ciento del área marina bajo jurisdicción nacional. Las metas del Acuerdo Kunming-Montreal del Marco Global para la Biodiversidad instan a los países a llegar al 30 por ciento de superficie marina protegida al 2030, la meta ha sido cumplida por Colombia con anticipación y con nota de sobresaliente”, destaca Alicia Montalvo, gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF - Banco de Desarrollo de América Latina.

De acuerdo con la directiva, la exportación de la pesca y el sector de la pesca no llegan a representar el 1 por ciento del monto anual de exportaciones ni el 1 por ciento del PIB en Colombia, según datos de UNCTAD, CAF 2019. Sin embargo, el peso del turismo es significativo tanto en captación de empleo, inversión y porcentaje del PIB, en este caso es importante notar que más del 50 por ciento del turismo en Colombia está asociado a los mares y a las costas.

“Los manglares y arrecifes de coral prestan servicios ecosistémicos mayúsculos y en actual valoración en beneficio de la salud del océano, la adaptación y las capacidades de resiliencia a los efectos negativos del cambio climático. Además de los tres anteriores factores que definen la importancia de la economía azul en el país, es también clave indicar que por el Caribe transitan 14.000 naves al año que cruzarán el canal de Panamá, que por su lecho pasan líneas y ductos de vital importancia para las comunicaciones y energía, y actualmente se encuentra en desarrollo investigación sobre energías, combustibles y materiales asociados al océano”, añade Montalvo.

A su turno, Michael Ortegón, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y istrativas de Uninpahu ha destacado que si bien, Colombia ha avanzado en el marco de los proyectos que apuntan a la transición energética y que buscan explotar el potencial de La Guajira, Santa Marta y Barranquilla, los resultados en materia de economía azul son bastante incipientes en estos momentos.

“Se ha hecho foco en el potencial que tiene la zona y los desafíos que se presentan en materia del cambio climático, la pesca ilegal, la contaminación de los ecosistemas marinos y la gobernanza débil en la zona, más no se encuentran grandes resultados. Es importante tener en cuenta que la economía azul depende en gran medida del desarrollo de la economía circular, la cual en Colombia tiene proyectos muy importantes”, dice el experto.

Entre tanto, y pese a los considerables avances, aún hay desafíos pendientes por resolver. Al respecto, la especialista ambiental del Banco Mundial ha señalado que para que Colombia sea una potencia en esta materia y pueda desarrollar economías basadas en sus recursos marino-costeros y oceánicos, debe poner en marcha el Sistema Bioceánico Nacional y la formulación de agendas nacionales y regionales de economía azul, que ayuden a fortalecer la gobernabilidad y gobernanza de sus recursos, la correcta alineación de visiones y formulación de políticas desde los territorios, así como la comunicación efectiva entre las entidades que deciden sobre los océanos.

Aunado a ello, el director del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, ha destacado que el principal reto de estas actividades es el impacto ambiental que generan. Degradación de ecosistemas marinos como los arrecifes de coral, sobreexplotación de especies, vertimiento de contaminantes, entre otros, se constituyen en el desafío más importante. Además, el deterioro ambiental del océano es a su vez una limitante al desarrollo de largo plazo de estás mismas actividades económicas.

En esa misma línea, la directora del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático de la Universidad Simón Bolívar, agrega que uno de los mayores retos es promover la cultura del cuidado de la naturaleza y la sostenibilidad, desde la sociedad, las empresas y el Estado. “Asimismo, es fundamental la investigación científica que siente las bases para el desarrollo de tecnologías innovadoras que permitan proteger y aprovechar de forma sostenible los recursos marino-costeros”.

Con todo ello, la incógnita ahora es: ¿debería ser azul la economía de la costa Caribe?

La respuesta es clara: más que deba serlo, es que tiene potencial para desarrollarla de cara a los desafíos de transición energética.

Es importante resaltar que la economía azul establece altos costos de eficiencia para poder funcionar, debido a que es necesario especializar la formación en estos campos. Lo más recomendable es que la economía azul se articule con la economía circular a través de proyectos bien definidos que impacten el territorio de manera integral y no solo desde una perspectiva de oportunidad.

Finalmente, cabe anotar que como lo ha señalado la gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF, la pandemia de covid-19 mostró al Caribe y al mundo los efectos devastadores de la ausencia y/o el debilitamiento de los medios de control y monitoreo de las actividades en el océano. El stock de pesca disminuyó al menos en 35 por ciento del promedio en los últimos cinco años según cifras de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD, 2021; la actividad turística se redujo casi en un 100 por ciento y los efectos de los desastres naturales fueron críticos en la estación de los huracanes.

“Si previamente había reticencia en aceptar que la economía en el Caribe es principalmente azul, la realidad mostró lo contrario. La gestión pública y privada en economía azul sostenible guarda la solución para detener los problemas e impulsar el crecimiento de los países de esta región. El Caribe colombiano tampoco ha sido ajeno a esta realidad y como generalmente muestran los casos exitosos, el peso específico de la economía azul en época de crisis está llamado a fortalecerse positivamente partiendo de planes estratégicos de acción hasta planes de inversión y monitoreo”, concluye Montalvo.