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Editorial
El Meta tiene con qué
Su inventario de riquezas naturales, cultura y gastronomía, es inigualable.
El año pasado los ingresos del turismo superaron los 9.000 millones de dólares. Foto: Sebastián Herrera
Basta subirse a un avión en cualquier ruta nacional para verlos. A veces son unos pocos, y otras son más, pero ahí están. Los delata su manera de actuar, hablar o pedir ayuda. Se trata de los turistas, que de manera creciente recorren la geografía colombiana.
Los números hablan por sí solos. Según las estadísticas de Migración Colombia, en 2023 llegaron al país más de cuatro millones de extranjeros no residentes, lo que representó un alza del 22 por ciento frente al año precedente.
Y al cierre del primer semestre de 2024 la cifra superó los 2,1 millones, lo que representa un avance adicional del 11 por ciento. Aunque los números agregados señalan que en el ámbito global la llamada “industria sin chimeneas” sigue en expansión, en nuestro caso vamos más rápido que el resto del mundo.
Dicho lo anterior, vale la pena aclarar que Colombia dista de ser una gran potencia turística, pues todavía se encuentra a una gran distancia de México y aun es superado por naciones con una extensión menor, como República Dominicana, dentro del contexto latinoamericano.
Aún así, no es ninguna exageración decir que somos un destino atractivo y que esa realidad se traduce en un impacto económico notorio. Basta señalar que el año pasado los ingresos del turismo superaron los 9.000 millones de dólares, según el Banco de la República.
Ricardo Ávila, periodista senior, Casa Editorial El Tiempo Foto:Archivo particular
Por su parte, un reporte del Dane mostró que el valor agregado de este segmento (tanto de origen local como foráneo) superó los 33 billones de pesos en 2023, con un alza de casi el 13 por ciento en términos reales frente al calendario precedente. En cuanto al empleo generado, la misma entidad habla de más de 872 mil personas ocupadas en áreas relacionadas como alojamiento, transporte o servicios de alimentación para visitantes ocasionales.
Ante esos elementos, vale la pena preguntarse cuál es el potencial del Meta en este renglón. Sin lugar a duda, el inventario de riquezas naturales del departamento es inigualable, a lo cual se suman cultura y gastronomía excepcionales.
A pesar de ello, la importancia de la actividad es relativamente menor. Según las estadísticas disponibles, el peso del petróleo en el Producto Interno Bruto departamental es unas 15 veces mayor que el del turismo.
Dado que la transición energética tendrá lugar y que la ventana de los combustibles fósiles se cierra de manera paulatina, es indudable que aquellas regiones que se apoyaron en sectores extractivos están obligadas a sustituir y diversificar los motores de su economía. En ese sentido no queda de otra que comprometerse con el esfuerzo de largo plazo para que el Meta sea un polo de desarrollo turístico.
Para ello, hay que sincerarse y reconocer que la conectividad -tanto aérea como terrestre- es todavía un cuello de botella que no se supera del todo. También la seguridad es un desafío que requiere ser controlado para que muchos más viajeros lleguen a una zona en donde la combinación de naturaleza y gente da lugar a experiencias inolvidables.
La materia prima está. Ahora hay que convertirla en fuente de progreso y desarrollo.