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El proceso industrial y empresarial que dio impulso clave a Colombia

EL TIEMPO hace un recorrido de los 110 años por la innovación y la resiliencia de los empresarios. 

La modernización del sector financiero ha sido una de las claves para el desarrollo del país.

La modernización del sector financiero ha sido una de las claves para el desarrollo del país. Foto: Jáiver Nieto

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La aparición de los bancos en Colombia constituyó un gran aporte a la construcción de los proyectos empresariales, que se convirtieron en el músculo que impulsa el desarrollo y le da sustento a la economía. Están entre las empresas más antiguas del país.
Los primeros fueron los bancos Bogotá y Colombia, pioneros del sector financiero que nacieron en el siglo XIX, pero tuvieron su auge a lo largo del siglo pasado. En los años 20, cuando despegaba el proceso industrial, el Bogotá ya tenía 50 años de existencia y a finales de los años sesenta contaba con una red de 214 oficinas en el país y una en Panamá.
El Banco Colombia también fue creado en el siglo XIX, el 29 de enero de 1875 en Medellín, y al igual que el Bogotá tuvo su auge en los últimos cien años. En 1924 creó su sección fiduciaria y abrió sucursales en Barranquilla y Girardot y en 1929 inscribió acciones en la Bolsa de Bogotá. Hoy, estos dos bancos hacen parte de los emporios financieros del país.
A comienzos de siglo se fundaron y consolidaron esfuerzos empresariales que se convirtieron en ícono nacional: Fabricato, Coltejer, Bavaria, Cementos Diamante, ingenios Providencia y Riopaila y Cervecería la Libertad (después Cervecería Unión), entre otras iniciativas. Y así la lista continúa: Coltabaco (1919), Cauchosol (1935), Simesa (1939), Haceb (1941), Imusa (1934), Everfit (1940), Eafit (1950), Cristalería Peldar (1949).
Capítulo aparte merece uno de los negocios más prósperos del mercado del consumo: la cerveza. A finales del siglo XIX los hermanos alemanes Leo y Emil Kopp se asociaron con los hermanos Santiago y Carlos Arturo Castello y adquirieron en Bogotá un lote que se convertiría en la primera fábrica de cerveza en el barrio San Diego, centro de Bogotá y origen de uno de los conglomerados económicos del sector productivo. Allí nació la primera marca de cerveza: Águila Imperial, que hoy 100 años después sigue siendo uno de los renglones más importantes de la economía nacional.

La industria textil

Si algo ha marcado la industria colombiana en la última centuria son los textiles. El sector ha generado empresas con representación nacional e internacional, planes del gobierno exclusivos para ese campo de la productividad y muchos expertos hablan de él como “un sector de clase mundial”.
Entre las primeras empresas de tejidos están la Fábrica de Hilados y Tejidos El Hato (Fabricato-Tejicondor), la Compañía de Tejidos de Bello, Tejidos Medida, Fábrica de Tejidos Hernández y la Compañía Colombiana de Tejidos (Coltejer).
Qué mujer no ha usado Leonisa, una marca creada en 1956, y quién no recuerda las marcas Caribú, Pepalfa, Valher y Everfit, esta última, sinónimo de elegancia y del buen vestir en el siglo XX que también sirvió para referirse a los militares en uso de buen retiro.
Los colombianos tenemos en la memoria eslóganes famosos como ‘Everfit, el vestido siempre listo y a la medida’ o ‘Por fuera, mil detalles de elegancia. Por dentro, mil puntadas de perfección. Es un vestido Valher, el vestido perfecto’.
En la línea de los productos terminados y que se posicionaron con el nombre de sus autores como marca, está Hernando Trujillo (HT), un sastre que comenzó trabajando de noche y fines de semana en un taller que montó en la zona industrial de Bogotá, mientras de día era empleado de una marca reconocida. Y quién no conoce a Arturo Calle, quien a punta de ahorros y un préstamo montó un local en el centro de Bogotá. La ropa masculina, que en los orígenes de su negocio seleccionaba personalmente para garantizar la calidad y que hoy confecciona en su propia red, le dio una alternativa del buen vestir a la clase media. De ahí el lema ‘buenos precios, excelente calidad y diversidad de productos’.
Así como en el campo textil, son muchas las empresas de distintos sectores que están en la retina de los colombianos. Como Postobón, la empresa de gaseosas fundada en 1904 y hoy uno de los grandes conglomerados económicos. Y quién no ha comido las tradicionales galletas Saltín Noel (1913), el producto estrella de una compañía que en 1955 ya figuraba entre las 15 más importantes de Colombia. O los bombones, gomitas, colombinas y demás delicias de la empresa Colombina S.A., fundada en 1927 en el Valle del Cauca. Y las papilas nos recuerdan el sabor de Ramo, fundada en 1950, ‘historias hechas con amor’.
Las cementeras estuvieron en el corazón del proceso de industrialización. Una publicación de EL TIEMPO del 19 de abril de 1939 dio cuenta de uno de los momentos que sirvió de palanca a este sector de la producción: “Con el fin de construir edificios, pavimentar carreteras y calles, fábricas, postes de concreto etc.., etc., acaba de fundarse en Bogotá una nueva sociedad anónima, formada por las empresas Cemento Samper y Cemento Diamante, la cual tiene un capital de ciento veinte mil pesos (…)”.
Fabricato, ícono de la industria textil colombiana, 1960.

Fabricato, ícono de la industria textil colombiana, 1960. Foto:Archivo El Tiempo

Cementeras y calzado

Todos en algún momento hemos escuchado hablar de Cementos Argos, nacida en Medellín en 1934, que en 1936 producía 50 toneladas diarias y hoy tiene capacidad para 23 millones de toneladas de cemento al año y cuenta con más de 265 plantas en Colombia, EE. UU. y Panamá.
La manufactura, el trabajo con las manos, marcó el comienzo de muchas empresas. La Corona, por ejemplo, fue la primera fábrica de calzado que se creó en Colombia en 1913. Después llegaron Gaitalia, en Barranquilla, en 1917; Beetar, en Cartagena, en 1923; y Grulla, en Medellín, en 1933.
Y el uniforme de educación física del colegio al cual no podían faltarles unos tenis Croydon. Fueron unos hermanos suizos y un canadiense radicados en el país, en 1937, quienes crearon los zapatos deportivos en Colombia. Así nació Croydon, que con el tiempo se convirtió en Uniroyal, que también fabricaba llantas. En 1961, en un local alquilado en el centro de Bogotá, comenzó con el nombre de Industrias Modernas Limitada una fábrica de pantuflas y sandalias de caucho que marcó el comienzo del Grupo Cauchosol. Y Grulla, esa empresa creada en 1939 que contaba con 1.000 trabajadores en tres turnos diarios y producía 16.000 pares de zapatos al día con marcas como Wellco, Midas, Proceso 82 y Grulla Europeo.
A mediados de siglo nacieron empresas como Industrias Haceb. Era 1940 y José María Acevedo, en un taller de reparaciones eléctricas en Medellín, le dio vida a la que sería una de las compañías de electrodomésticos más reconocidas por los colombianos. En el 2017 era la principal productora de electrodomésticos y gasodomésticos.
Quienes marcaron el camino tuvieron una visión, asumieron un riesgo, muchos miraron en viajes al exterior lo que demandaba el mundo o lo que estaba en desarrollo y lo trajeron al país, donde, debido al atraso, la falta de comunicaciones, se dificultaba la propagación de los avances. “Cabalgando una pesada mula de alquiler, salió por primera vez el agente de la casa Mogollón… portando un muestrario de artículos de papelería y una flamante Remington portátil, por esos caminos pedregosos y soleados de nuestras montañas… el agente regresó con las alforjas repletas de pedidos y pleno de optimismo”. Esta reminiscencia de José Gómez, gerente de la Casa Mogollón, en Bucaramanga, refleja las condiciones en las que los empresarios de comienzos del siglo XX forjaron compañías, algunas de las cuales sobrevivieron al atraso de la Colombia de entonces e impulsaron el desarrollo.
José Vicente Mogollón, que comenzó su negocio a principios del siglo XX en un taller artesanal para la encuadernación de libros, fue el primer empleador privado de Cartagena y un precursor de las papelerías que impulsó la industria de los libros en blanco y del papel rayado que ayudó a las empresas en sus procesos istrativos. Con él, el país tiene otros casos del sector industrial tipográfico para mostrar: Carvajal, en Cali, y la Familia de Bedout en Medellín, por ejemplo.
De esa línea de negocio es Panamericana, que nació en 1964 como una librería, se transformó en papelería y hoy maneja un modelo de autoservicio de entretenimiento y cultura con líneas de tecnología, variedades, libros, arte y papelería de oficina y escolar. Su dueño, Carlos Federico Ruiz, tenía 12 años cuando empezó a recolectar textos que recogía en las casas y que le sirvieron para comprar un local de telas en el centro de Bogotá, en la avenida Jiménez con décima, donde comenzó su negocio. Hoy tiene 35 tiendas en todo el país.
El caso Mogollón y quienes le siguieron en esa línea de negocio es apenas un grano de arena, pero qué lejos llegaron esos millones de granos desde comienzos del siglo XX. La Colombia del siglo XXI, antes de la pandemia por coronavirus, tenía registradas 1’620.000 empresas (6.793 grandes, 109.000 pymes y 1,5 millones de microempresas).
Audacia, innovación, capacidad para el riesgo y resiliencia para levantarse una y otra vez son algunas de las características de esos pioneros que marcaron el camino y que EL TIEMPO ha acompañado desde 1911, cuando se convirtió en uno de los medios de expresión más importantes de los colombianos.

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