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Editorial
La Ángela de los habitantes de calle
Hace 20 años empezó su misión: generar oportunidades para los habitantes de calle. Mujer Cofrem 2024.
En 24 años de historia de la Casa del Alfarero, ya son 250 casos de éxito en rehabilitación y reintegración a la sociedad. Foto: Archivo particular
El menú es variado. Cuando los habitantes de la calle llegan a la Corporación La Casa del Alfarero, en Villavicencio, encuentran un delicioso chocolate caliente o un rico almuerzo casero.
Y de ‘postre’ pueden disfrutar una cálida sonrisa y un abrazo acogedor. Allí, de manos de Ángela María Vargas y todo el equipo que le acompaña en la corporación, ven la oportunidad de apaciguar la estridencia y el peligro de la calle, descansar en una noche tibia y tranquila o hablar y sentirse escuchados.
Son más de 10.000 habitantes de calle y personas en estado de vulnerabilidad los que han recibido beneficios de los programas que ofrece La Casa del Alfarero, según los registros que tiene Ángela María, quien se ha dedicado en ‘cuerpo y alma’ a brindar oportunidades de transformación a estas personas.
Con 20 años de los 53 que tiene de vida, dedicados a trabajar con una población con serios problemas de adicción a las drogas, su labor empieza a ser vista por el país. Recientemente fue nominada al premio nacional Cafam 2025, luego de ser elegida como ’Mujer Cofrem 2024’.
Ya son 250 casos de éxito en rehabilitación y reintegración a la sociedad, en 24 años de historia de la Casa del Alfarero. Dentro de ellos exalta especialmente el de Manuel, quien actualmente ejerce como terapeuta de apoyo empírico en la Corporación.
Él inició su proceso en el 2016 y logró completar su rehabilitación y reintegración social casi dos años después.
Manuel llegó a la casa hogar, luego de que Elkin Zapata -fundador de la Corporación- literalmente, lo arrancara de las garras del vicio y la vida de calle.
Superó enfermedades crónicas, cuadros severos de desnutrición, entre muchas otras afecciones, pero, sobre todo, venció y doblegó a ese instinto que lo hundía cada vez más en el consumo.
Igual que el caso de Manuel, Ángela María recuerda también con mucha satisfacción un 18 de octubre de 2016, cuando llegó a la Casa del Alfarero una mujer en estado de embarazo desesperada pidiendo ayuda, porque en sus propias palabras "ya no quería más esa vida de calle y consumo". Se llamaba Carolina y decía que no deseaba esa vida para su hijo.
"Fue muy difícil su proceso, muy retador, máxime con el factor adicional de su estado de gravidez", comenta Ángela. Con el apoyo y el amor incondicional que le entregaron, Carolina logró consolidar su proceso de rehabilitación y resocialización tres años después.
Hoy en día conformó un hogar, que renació con la llegada de ese bebé.
Los ojos de la directora de la corporación se iluminan cuando boca su llegada a la Casa del Alfarero "no por casualidad, sino de la mano de Dios".
Siendo vendedora de muebles de oficina, requirió los servicios de un tapicero para su taller y le recomendaron a un maestro que realizaba talleres de apoyo en la corporación.
Allá encontró no solo al tapicero, sino que halló también, su misión y vocación de servicio hacia la fragilidad del ser humano. Entendió que necesitaba perdonar y sanar heridas que desconocía y que después comprendería con resignación: su mamá falleció asesinada por un adicto a sustancias psicoactivas, dejándola huérfana a la edad de ocho años.
Fue así que desde el año 2005, esta mujer valluna de nacimiento, se comprometió a contribuir en la rehabilitación de personas con problemas de adicción, en su mayoría habitantes de calle. "En esta tarea no es solo tener vocación; es entregar el corazón, escuchar, vivir en amor y fomentar valores como la fe y la esperanza.
Dignificar, pero sobre todo confrontar la realidad de la vida y dar oportunidades para salir de su estado, para permitirles volar como el ave fénix", dice Ángela María.
La directora de la Corporación La Casa del Alfarero, fue elegida como Mujer Cofrem 2024 en el Meta. Foto:Archivo particular
La Corporación
Se cuenta con un equipo multidisciplinario conformado por 10 profesionales entre psicólogos, trabajadores sociales y profesional jurídico, coordinados por Ángela María.́
Los talleres que implementan se enfocan en temas como teología, espiritualidad, músicoterapia, así como rutinas de ejercicio y actividad física.
A los talleres se suman jornadas de higiene personal y saneamiento que se les realiza, tan pronto hacen su ingreso a la Corporación.
El protocolo sigue con la caracterización del individuo, baño y limpieza, corte de cabello, entrega de ropa limpia y en buen estado y suministro de alimentación diaria, así como de un espacio para el descanso.
Todo lo anterior, siguiendo la manifiesta aceptación y la voluntad de la persona que quiere ingresar a La Casa del Alfarero porque, como lo aclara Ángela, “aquí llega y permanece el que quiere y toma la decisión de mantenerse firme”.
La tarea no ha sido fácil. Para adelantar exitosamente el proceso de rehabilitación y reintegración a la vida social, es clave combinar estrategias sólidas que aborden una recuperación física, espiritual y emocional.
El proyecto de la Corporación se financia gracias al apoyo de cientos de voluntarios del sector gubernamental y privado que se han unido al programa para potenciar la misión.
La directora de la corporación recuerda que uno de sus mayores retos lo vivió́ durante la pandemia, cuando decidió irse a vivir a un hotel con 40 internos que tenía en la casa hogar con avanzados procesos de recuperación, para cuidarlos del Covid- 19.
La idea era dejar la casa como refugio de paso, y así funcionó para más de 150 personas que acudieron durante los meses de contingencia. Ella iba y venía, para cuidarlos a todos y en esa incesante rutina llegó a preparar hasta cerca de 450 almuerzos diarios durante tres meses.
Pero no solo tuvo que enfrentar la pandemia, también le tocó ‘capotear’ los embates de la escasez del dinero que empezaron a aparecer a diario derivados de la inevitable reducción de apoyos económicos de sus aportantes más constantes por la situación que se vivía con el Covid-19.
Entonces llegaron los impedimentos para continuar con las chocolatadas, así como las sesiones terapéuticas para los internos, debido a las estrictas medidas que controlaban las aglomeraciones de gente.
Por suerte, con la ayuda de manos solidarias que no los abandonaron, lograron salir adelante.
Hoy por hoy, en la Corporación La Casa del Alfarero pasan a diario cerca de 50 personas que van a tomar sus alimentos, un baño y algo de descanso.
Adicional a ello, el promedio de habitantes que ingresan y se mantienen en un proceso de rehabilitación completo, según las estadísticas propias de la Casa del Alfarero, oscila entre 30-40 personas.
La meta personal y de la corporación, es lograr que esa cifra llegue ojalá al tope de su capacidad para acoger habitantes permanentes, que es de 70.
Ángela María es madre soltera con tres hijos que hoy son profesionales, de quienes se siente muy orgullosa; principalmente porque formó en ellos seres humanos con una sensibilidad social muy fuerte, que hace honor precisamente a la Casa de Alfarero, transformando vidas.
“La felicidad no está en cuánto tengo, sino en cuánto sirvo”, dice con absoluta seguridad.
‘El parche’, un refugio para aquellos que quieren abandonar la calle. Foto:Archivo particular