El juego llegó a Colombia desde Cuba en los años 70 y rápidamente cautivó el corazón de la gente en regiones como Antioquia, luego se expandió por todo el país al ritmo de entretenimientos como ‘la bolita’, que por entonces estaba de moda para apostar.
Ya en los 80, el sector de juegos de suerte y azar, como es conocido en la actualidad, se empezó a regular con la incipiente Ley 1ª. Los empresarios entendieron las bondades de la formalización y el Gobierno reconoció el potencial de la industria. Entonces, las empresas regionales se asociaron en pools para evitar la competencia desleal y fortalecerse como grupos empresariales.
“Definitivamente, la gran evolución inició cuando cada grupo empresarial tomó la decisión de transformar su plataforma de apuestas y convertirla en una operación multiservicio”, recuerda John Ramírez, gerente general de Gane, agregando que, “para crecer y garantizar el nivel diario de transacciones que hoy procesa en Colombia, la industria del juego ha invertido incalculables recursos en back office tecnológico de clase mundial”.
Por ejemplo, Gane tiene la filial tecnológica Codesa, que soporta, no solo las cientos de miles de apuestas diarias, sino múltiples servicios que se tranzan 24/7, entre ellos, la corresponsalía de 11 bancos, con millones de operaciones.
Presentes en los municipios
Juan Guillermo Franco, socio y fundador de Apostar enfatiza en que esta es una
industria de empresarios pujantes, hechos a pulso, que siempre han trabajado de la
mano con sus colaboradores, buscando el bienestar para las comunidades donde tienen influencia y comprometidos con programas sociales.
“Por el lado de la economía, generamos más de 100.000 empleos, arrendamientos en más de 40.000 locales y pagamos impuestos de casi $1,5 billones al año”, agrega.
Sobre la importancia de la presencia de las marcas en todos los rincones de Colombia, Franco confirma que gracias a la unión a través de Corredor Empresarial, Supergiros y Sured, gestionan convenios de carácter nacional y comercializan todo el portafolio de juegos de azar que la ley permite. “Incluso, en las grandes ciudades llegamos a barrios donde la sucursal o el cajero más cercano puede quedar a horas de camino”, dice.
Definitivamente, el sector, sobre todo en lo tecnológico, tiene grandes retos ante el cambio en el comportamiento del consumidor, ahora orientado hacia las plataformas digitales y la disminución del uso del efectivo.
De cara al futuro
Actualmente, las empresas de juegos de suerte y azar no solo tienen la capacidad para istrar con eficiencia este monopolio rentístico del Estado y generar cada año miles de millones de recursos para la salud, sino que con sus corresponsalías bancarias se han convertido en la última milla del sector financiero, al que le es imposible cubrir
con oferta directa todos los municipios en las condiciones de calidad y oportunidad en las que estas firmas colombianas pueden hacerlo.
También han sido aliados del Estado al servir, no solo durante la pandemia, sino habitualmente, como puntos de entrega de subsidios estatales para adultos mayores, la Unidad de Víctimas, entre otros.
El presidente ejecutivo del Grupo Empresarial Reditos, Óscar Pérez Agudelo, señala que “si bien la tecnología que ha revolucionado al sector es un habilitador, el ser humano es el movilizador de todo y por eso, más allá de cualquier avance, introducción de procesos o estrategia comercial, la fortaleza del Grupo es dedicarse al desarrollo integral del talento humano y la sostenibilidad ambiental”.
Sin embargo, tanto Reditos como las demás industrias de las apuestas permanentes, son conscientes de la importancia de la base tecnológica, el dinamismo y la innovación tan necesarios para aprovechar al máximo herramientas como ‘big data, cloud, Inteligencia Artificial y Machine Learning, para integrar la tecnología al servicio del ser humano.
Un cambio en la forma de trabajar
El uso de la tecnología disponible en cada época, no solo organizó el ejercicio transaccional sino que cambió la forma de trabajar de las personas, que ya no tenían que recorrer las calles con lapicero y talonario en mano o sentadas en cajones en las puertas de locales comerciales, sino en un lugar de trabajo establecido, digno, con instalaciones sanitarias y horarios definidos.
Al tiempo, el personal en los puntos de venta se empezó a especializar para mantener esa cercanía con los clientes que los ha caracterizado desde el principio, “porque es una persona, no una máquina, la que recibe con cariño los pagos”, recuerdan los empresarios de esta industria.
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