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Qatar 2022: así es un safari en el que se pasa del desierto a la playa
EL TIEMPO hizo el camino en camioneta, en uno de los atractivos turísticos de la sede del Mundial.
Safari en el desierto de Qatar Foto: José Orlando Ascencio - Enviado especial de EL TIEMPO
Cuando a uno le hablan de un safari, inmediatamente se vienen a la mente a la mente África y animales. ¿Qué tiene que ver eso con Qatar? Pues que en este país también existe la oportunidad de hacer uno. En medio del desierto. En una zona en la que parecería que no hay nada, pero que en realidad es un mundo nuevo por explorar.
Ahora que Qatar es la sede de la Copa del Mundo de fútbol, sus atractivos turísticos comienzan a aparecer a los ojos de quienes no tenían a este país como posible destino y que llegaron acá pensando en seguir un balón. Y la sorpresa se siente.
EL TIEMPO realizó este recorrido, de unas dos horas y media, junto a un grupo de seis colombianos que obtuvo este viaje como premio en una promoción de una marca de celulares, Vivo. Y las reacciones pasaron por la sorpresa, la iración y uno que otro susto.
“Lo que uno siente cuando le proponen un plan de estos, inicialmente, era como los que uno ha visto por televisión, pero la sensación acá es completamente distinta”, dijo Manuel Fernando Botero, de Medellín.
Aunque safari y África parecen íntimamente relacionadas y no darían, en teoría, espacio a otras interpretaciones, etimológicamente la primera palabra tiene un significado muy amplio. En suajili, la lengua del centro-oriente de ese continente, safari significa viaje. Nada menos.
El paso del asfalto al zigzag en la arena
El viaje comenzó a las afueras de Doha, donde ya hay instalada una infraestructura pequeña, pero cómoda, para recibir a los visitantes. Hay dos vías para hacer el recorrido: una, en camello, mucho más calmada. La otra, en unas camionetas Toyota 4x4, esta, llena de vértigo.
El recorrido empieza con una línea recta, por una carretera asfaltada, en la que las camionetas empiezan a tomar velocidad para luego cambiar el pavimento por arena. El panorama, cuando uno va a bordo del vehículo, es como adentrarse en medio de la nada.
Sin embargo, los conductores saben lo que hacen y cómo lo hacen. Las camionetas no tienen un mapa, al menos visible. La única guía que tiene el piloto es un pequeño tablero instalado en el espejo interior, similar al que en algunas ciudades de Colombia ponen en los carros de servicio público para mostrar el taxímetro, pero en el que va mostrando el punto cardinal y la dirección hacia donde debe seguir. Incluso, el carro, en este caso, no lo manejaba un catarí, sino un conductor nacido en Pakistán.
De la línea recta se pasa, de un momento a otro y sin previo aviso, a curvas muy pronunciadas, cerradas, en las que las camionetas, para los desprevenidos que vayan a bordo, darían la sensación de que en cualquier momento podrían rodar, pero volcándose. El control del vehículo es total y el vértigo se siente mucho.
Safari en el desierto de Qatar Foto:José Orlando Ascencio - Enviado especial de EL TIEMPO
Édison Ávila, un comerciante de Piendamó (Cauca) era otro de los colombianos que iba a bordo de esa camioneta. Y era, de los integrantes del grupo, quien más conocía del tema de los 4x4, ya que trabaja a diario con ellos.
“Ya tenía un poco de conocimiento, no lo había practicado, pero lo he vivido en las trochas del Cauca, por cuestiones de trabajo viajo mucho en estas camionetas de 4x4. El terreno es muy diferente: en Colombia hay mucho camino quebrado y se podría practicar como atracción turística. Acá es distinto, hay mucha arena y es necesario tener la tracción en las cuatro ruedas para avanzar”, explicó.
El recorrido tiene dos paradas. Para llegar a la primera, las camionetas tienen que atravesar las dunas de Messaied y subir una pendiente de más de 20 grados, con la dificultad que supone la arena para la tracción.
En esa primera parada, la vista es de unas pequeñas aldeas en las que a veces descansan los trabajadores de las industrias que funcionan en la zona, principalmente, las de petróleo y gas. Pero también funcionan como alojamiento: algunas personas toman el plan para bajar hasta allí y pasar la noche viendo las estrellas en medio de la nada.
La bajada desde esa primera colina es brusca y vertiginosa. La huella de las llantas de las camionetas es profunda y, cuando uno se baja, alcanza a notar la profundidad. Y allí, en medio de la nada y después de varios minutos, está la otra sorpresa: en medio de la nada, aparece una espectacular playa.
Safari en el desierto de Qatar Foto:José Orlando Ascencio - Enviado especial de EL TIEMPO
Se trata de Khor Al Adaid, que hace parte del Golfo Pérsico, y que es una zona fronteriza en la que se encuentran tres países: Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes. En muy pocos lugares del mundo el mar se adentra en el desierto, por lo cual la Unesco reconoce esta zona como una reserva natural.
A la hora que este grupo visitó la zona, comenzaba a caer la tarde y los paisajes eran espectaculares. “La sensación de tranquilidad es total. El mar estaba muy tranquilo, de un color azul oscuro muy bello. Uno ha leído y le han enseñado del Golfo Pérsico y la sensación es impresionante”, explicó Luis David Pinto, un contador que vive en Los Patios (Norte de Santander) y que, además, era la primera vez que montaba en avión.
La enterrada del carro que hace parte del show
A la salida de la playa, una de las camionetas se enterró en la arena. Los dos conductores se bajaron y empezaron a sacarles aire a las llantas para que el carro agarrara tracción. A pesar de la sorpresa de algunos de los integrantes del grupo, esa enterrada también hace parte del show.
El recorrido terminó ya en medio de la oscuridad, y mientras las dos camionetas emprendían el viaje de regreso, otros vehículos tomaban tumbo hacia las aldeas donde varios turistas iban a pasar la noche. Para muchos, en el desierto no hay nada. Pero en realidad, se pueden encontrar muchas experiencias y muchas sensaciones.