El amor es como una planta: hay que regarlo todos los días, hay que cuidarlo y hay que darle cariño. Así, crecerá y se fortalecerá.
Y hay que cumplir las promesas que se hacen con relación al amor. De lo contrario, podría terminar en un lío judicial.
Por lo menos eso fue lo que le pasó a Herbert Salaliki, de 28 años y quien fue demandado por su pareja por no cumplir con su promesa de proponerle matrimonio.
Parece, entonces, que al amor no todo lo puede…
La historia
Gertrude Ngoma tiene 26 años y es (¿o era?) la pareja de Herbert. Ambos son de Zambia, país africano donde ocurrió el hecho.
El pasado 6 de diciembre, la mujer se acercó a un tribunal local de la ciudad de Ndola y puso la demanda. Pidió una conciliación con el hombre, pues habían pasado 8 años de relación y nada que se casaban.
“Ambos tienen un hijo y Ngoma se quejó porque todavía vive en casa de sus padres en vez de con su pareja (…) Le dijo también al tribunal que ya se pagó la dote, pero que Salaliki no ha cumplido la promesa de matrimonio”, informó ‘Mwebantu’, el sitio de noticias en internet más importante de Zambia.
La dote hace referencia a una práctica que todavía se lleva a cabo en algunos países y que consiste en el patrimonio que una futura esposa y su familia entregan a un hombre con la intención de ‘aportar’ a sostener la familia que está por formarse.
“Él nunca ha hablado en serio y merezco saber qué va a pasar con mi futuro. Me ha hecho perder tiempo muy valioso de mi vida, 8 años”, dijo la mujer en el tribunal, según el mismo medio, además de acusar a su pareja de intercambiar “mensajes amorosos” con otra mujer.
La dote es el patrimonio que una futura esposa y su familia entregan a un hombre con la intención de ‘aportar’ a sostener la familia que está por formarse
En su defensa, Salaliki, siempre siguiendo lo informado por ‘Mwebantu’, afirmó que sí quería casarse, pero que, en este momento, no tenía dinero para pagar una boda.
También manifestó que su pareja “nunca le presta atención y que su comunicación no es la mejor”.
Evelyn Nalwize, la magistrada encargada del caso, dejó claro que no podía decretar una conciliación, pues, a pesar del pago de la dote, no había matrimonio.
No obstante, aconsejó a Ngoma que “entablara una demanda por incumplimiento del contrato matrimonial”.
El consejo de la magistrada está relacionado con el hecho de que en varios países africanos es común los pagos por las novias y los novios, lo que se convierte en una forma de ‘acordar’ matrimonios.
Así las cosas, Salaliki estaría incumpliendo al acuerdo que su familia y la de Ngoma hicieron para que estuvieran juntos.
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