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Shinzo Abe, el asesinado líder que marcó el rumbo de Japón
El hombre de 67 años era reconocido como el político más influyente en esa nación asiática.
Shinzo Abe, quien murió este viernes tras sufrir un ataque con arma de fuego durante un acto de campaña, marcó profundamente la vida política de Japón y batió récords como el primer ministro más longevo de su país, resistiendo a varios escándalos políticos y financieros.
Trasabandonar el poder en 2020, Abe seguía siendo el político más influyente del país hasta este viernes.
Shinzo Abe, nacido el 21 de septiembre de 1954 en Tokio, aunque criado en la prefectura de Yamaguchi, la región del sudoeste japonés en la que se asentaba el clan samurái del que desciende su familia, llevaba la política en las venas.
Su abuelo materno fue el imperialista primer ministro Nobusuke Kishi, encarcelado durante tres años como criminal de guerra tras la Segunda Guerra Mundial, aunque luego exculpado y elegido primer ministro de 1957 y 1960. Su padre, Shintaro Abe, fue ministro de Asuntos Exteriores en los gobiernos de Yasuhiro Nakasone en los años ochenta.
Otra figura que marcó su trayectoria fue la de su tío abuelo y Nobel de la Paz Eisaku Sato, uno de los jefes del Ejecutivo más duraderos del país (1964-1972), y al que Abe superó al encadenar mandatos entre diciembre de 2012 y septiembre de 2020.
Ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Foto:AFP
Licenciado en Ciencias Políticas en 1977 por la Universidad Seikei de Tokio, Abe completó sus estudios en la Universidad del Sur de California (USC) antes de integrarse en el mundo laboral en 1979 en la siderúrgica Kobe Steel.
Tres años más tarde comenzó a implicarse en política como asesor de su padre, quien poco después asumiría la cartera de Exteriores, pero no fue hasta 1993 cuando obtuvo un escaño de diputado del Partido Liberal Democrático representando a un distrito de su prefectura natal, Yamaguchi.
Esta trayectoria se consolidó en 2003 con su nombramiento como secretario general de PLD, un cargo que compaginó con el de portavoz del Gabinete de Junichiro Koizumi.
Su llegada al poder
Abe tenía 52 años cuando asumió como primer ministro en 2006, convirtiéndose en la persona más joven en ocupar el cargo.
Era considerado un símbolo de cambio y juventud, pero también aportaba el pedigrí de un político de tercera generación, preparado desde muy joven para ejercer el poder en el seno de una familia conservadora de élite.
Su primer período fue turbulento, acosado por escándalos y disputas, y terminó con su abrupta renuncia un año después.
Inicialmente dijo que dimitía por motivos políticos, pero posteriormente itió que sufría de un problema de salud, que fue diagnosticado como colitis ulcerosa.
Shinzo Abe, primer ministro japonés. Foto:EFE
La dolencia requirió meses de tratamiento, y la superó gracias a un nuevo medicamento, dijo Abe.
Se postuló nuevamente, y volvió a la jefatura de gobierno como un salvador en diciembre de 2012. Con ello puso fin a un período turbulento en el que los primeros ministros se sucedían a un ritmo de hasta uno por año.
Golpeado por los efectos del tsunami en 2011 y el posterior desastre nuclear de Fukushima, Japón encontró en Abe una mano confiable.
Abe se hizo conocer en el extranjero por su estrategia de reactivación económica, conocida como los 'abenomics', lanzada a partir de 2012, en la que mezclaba flexibilización monetaria, masiva reactivación presupuestaria y reformas estructurales.
Registró algunos logros, como un alza de la tasa de actividad de las mujeres y las personas de mayor edad. También recurrió de manera más importante a la inmigración para enfrentar la escasez de mano de obra.
Sin embargo, a falta de reformas realmente ambiciosas, este programa solo tuvo éxitos parciales, hoy en día claramente eclipsados por la crisis económica causada por la pandemia del coronavirus.
Tormentas políticas
La gran ambición de Abe era revisar la Constitución pacifista japonesa de 1947, escrita por el ocupante estadounidense, y jamás enmendada.
En el escenario internacional, Abe adoptó una línea dura con Corea del Norte, pero asumió un papel de pacificador entre Estados Unidos e Irán.
Priorizó una relación personal cercana con el expresidente estadounidense Donald Trump para proteger la relación entre los dos países del nacionalismo de Trump, y buscó enmendar los vínculos con Rusia y China.
Periódicos registran el ataque a Abe. Foto:Bloomberg
Pero los resultados fueron mixtos: Trump insistió en obligar a Japón a pagar más por los soldados estadounidenses basados en el país; y, por otro lado, Abe no logró concretar un acuerdo con Rusia sobre unas islas disputadas. Lo mismo ocurrió con su plan de invitar al presidente chino, Xi Jinping, para una visita de Estado.
Abe, a menudo salpicado por escándalos que afectaron a su entorno, supo aprovechar acontecimientos externos -- disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales -- para desviar la atención y presentarse como un jefe indispensable ante la adversidad.
También se benefició de la falta de un rival de envergadura en el seno de su partido, el PLD, y de la fragilidad de la oposición, aún no recuperada de su desastroso paso por el poder entre 2009 y 2012.
Pero su popularidad declinó desde el inicio de la pandemia del coronavirus, ya que la política de su gobierno fue considerada demasiado lenta y confusa.
Durante mucho tiempo se aferró a la esperanza de mantener los Juegos Olímpicos de Tokio en el verano boreal de 2020, que iban a ser el punto culminante de su mandato. Los Juegos Olímpicos se celebraron finalmente un año más tarde, a puerta cerrada.
Su influencia en la política actual
Abe fue el mentor del actual primer ministro de Japón, Fumkio Kishida, quien ha mantenido los principales pilares de la estrategia política de su predecesor desde que llegó al poder en octubre del año pasado.
Pese a su retirada de la primera plana, el carisma del "halcón" Abe y sus frecuentes pronunciamientos sobre temas espinosos como la reforma de la constitución pacifista nipona o las tensiones con China seguían definiendo la agenda del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), en contraste con el tono más moderado de Kishida.
El antiguo mandatario no poseía ya ningún alto cargo oficial en el Gobierno ni en su partido, aunque mantenía su escaño de parlamentario, lideraba la principal facción dentro del PLD y, según los mentideros políticos, manejaba a su antojo los hilos de la formación conservadora.
Homenajes a Shinzo Abe tras su asesinato. Foto:AFP
En los últimos meses, volvió a acaparar titulares y a poner a su "protegido" Kishida en apuros con declaraciones en las que apuntaba a una intervención militar japonesa en caso de invasión china de Taiwán, o en las que se mostraba partidario a que Japón albergara armas nucleares de Estados Unidos.
Y es que Abe dejó la jefatura del Gobierno japonés sin haber podido alcanzar su prioridad política, la de ampliar las competencias nacionales de Defensa, para lo cual sería necesario una reforma constitucional que hasta ahora no ha contado con suficiente respaldo político ni ciudadano.
Casi dos años después de que problemas de salud le obligaran a dejar el cargo, Abe, de 67 años, murió en el hospital de Kashihara horas después de ser alcanzado por bala durante un mitin electoral en plena calle en Nara, en el oeste de Japón.