Colombiana busca visa humanitaria para asistir al funeral de su hija en Estados Unidos

Un nuevo drama de feminicidio enluta a una familia colombiana que, en su mayoría, reside en el área de Raleigh, en Carolina del Norte (Estados Unidos).

(Lea aquí: Los detalles ocultos del caso de feminicidio a creadora de contenido para adultos).

El caso involucra a Liliana Concha, oriunda de Medellín, y quien según reportes de las autoridades habría sido asesinada en la madrugada de este martes por Gerardo Obando, un guatemalteco con quien Liliana había tenido una relación previa.

EL TIEMPO conversó con Mauricio Concha, hermano de la fallecida y que también vive en esta misma zona del país.

Según Mauricio, la gran prioridad en este momento es que la embajada de Estados Unidos le conceda una visa humanitaria a su madre para que pueda asistir al funeral.

“Ella vive en una finca y es la única de la familia que no va poder llegar sino le entregan esa visa. Le pedimos al gobierno colombiano y estadounidense ayuda para que nos permitan estar juntos en tan difícil momento”, le dijo Mauricio a este diario.

De acuerdo con el hermano de la fallecida, Liliana llevaba más de 20 años viviendo en Estados Unidos y tenía un negocio de finca raíz que había fundado con Obando.

Aunque la investigación continúa, las mismas autoridades han dicho que no buscan a otro sospechoso, pues en lugar de los hechos encontraron los cuerpos sin vida de Concha y de Obando, este último con un disparo de bala autoinfligido.

Además, Obando -cuenta Mauricio- había enviado un mensaje de texto a una amiga de la familia en la que le decía que pensaba matarla y luego suicidarse.

En medio de su tremendo dolor, Mauricio explicó a este diario la naturaleza de la relación que sostuvieron Obando y Concha y los motivos que, según cree, lo pudieron llevar a cometer el atroz acto.

Según Mauricio, ambos sostuvieron una relación de casi ocho años pero Liliana decidió terminarla el año pasado por un constante acoso que rayaba con la obsesión.

“Yo lo conocí bastante. Entre otras cosas porque yo viví con Liliana muchos años y vi de cerca esa relación. Él como amigo era buena persona, pero como pareja era celoso, obsesivo, posesivo y una de las razones para terminar (la relación) fue esa. Si ella estaba con un cliente los perseguía, se aparecía de repente donde tenía citas de trabajo. En algunas ocasiones parqueaba su carro cerca de la casa donde vivíamos y permanecía allí por horas”, recuerda Mauricio entre lágrimas.

La pareja, dice, habían terminado la relación en otras ocasiones previas, pero habían vuelto a ennoviarse hasta esta última vez cuando Liliana decidió que la ruptura era definitiva.

Una vez terminó la relación continuaron siendo amigos y colegas de trabajo pues la empresa era de ambos. Aun así, decidieron nombrar a un intermediario para que manejara el negocio y evitar roces.

“A pesar de la obsesión que sentía por mi hermana y sus celos, nunca la trató mal y nunca nos imaginamos que pudiera ser capaz de algo así”, dice Mauricio.

Por eso, dice el hermano, su intuición es que detrás de todo pesó un tema de salud mental.

Liliana tenía dos hijos, Natalie, de 27, y Jonathan, de 33. De acuerdo con Mauricio, su sobrina le contó que a Obando le acababan de diagnosticar un cáncer de próstata y que estaba pasando por un mal momento.

Fue por eso, además, que Liliana aceptó salir con él una vez más el lunes en la noche.

“Estaba mal y a ella le dio pesar y por eso aceptó esa última invitación cuando la mató”, dice Mauricio.

Ya en retrospectiva, afirma, hubo cosas que pasaron que hoy han adquirido otra dimensión. Como una vez que estaban de paseo en Antioquía y Obando le dijo a un familiar que “Liliana era la mujer que le iba a provocar un suicidio”.

Lo que más le duele a Mauricio es que su hermana estaba atravesando por el mejor momento de su vida.

“Estaba feliz, tenía planes, acababa de ser abuela (Natalie tiene un bebé de 5 años). Y este señor lo destruyó todo”.

SERGIO GÓMEZ MASERI

CORRESPONSAL DE EL TIEMPO

WASHINGTON