¿Es malo tomar alcohol en un avión? Sí, esto le pasa a su cuerpo, según estudio

Después de ahorrar durante meses para las vacaciones, o simplemente en un viaje de negocios rutinario, muchas personas deciden tomar una copa de alcohol durante su vuelo para relajarse y disfrutar de una manera distinta el viaje. Ante la información que reveló el reciente estudio realizado por la revista Thorax, es recomendable que piensen dos veces antes de ingerir bebidas con alcohol.

El informe demostró que, debido a la baja presión que existe en las cabinas de avión, cuando una persona se queda dormida tras beber alcohol el oxígeno en sangre suele disminuir drásticamente, al mismo tiempo que la frecuencia cardíaca aumenta, incluso en las personas que son jóvenes y gozan de un privilegiado estado de salud.

Los investigadores esperaban que el alcohol tenga un efecto notable en las personas a baja presión, pero itieron que quedaron perplejos "al ver que el efecto era tan fuerte", de acuerdo a la información compartida por el medio NBC News. "Por favor, no beban alcohol mientras están en un avión", insistieron luego.

En esa línea, la coautora el estudio, Eva-Maria Elmenhorst, adjunta del departamento de investigación del sueño y los factores humanos del Instituto de Medicina Aeroespacial del Centro Aeroespacial alemán en Colonia, explicó que aunque muchos jóvenes no experimentarán daños en su corazón al beber alcohol en un avión, en otros "la disminución de la saturación de oxígeno junto con el aumento de la frecuencia cardíaca podría exacerbar condiciones médicas preexistentes".

Para elaborar el informe que determinó que beber alcohol en un avión puede ser ampliamente perjudicial para la salud, los investigadores asignaron aleatoriamente a dos grupos distintos a 48 adultos sanos de entre dieciocho y cuarenta años. Uno de los grupos fue a un laboratorio de sueño que tenía presión de aire al nivel del mar, mientras que el otro durmió en una cámara de altitud que imitaba la presión del aire registrada en los vuelos a altitud de crucero.

De cada grupo, doce personas durmieron cuatro horas después de haber consumido el equivalente a dos latas de cerveza o dos copas de vino, en tanto las otras doce durmieron sin consumir ningún tipo de bebida alcohólica. Luego de dos días de pausa, los investigadores invirtieron el procedimiento para cerciorarse de la información registrada.

El informe demostró que las personas que bebieron alcohol antes de quedarse dormidos en la cámara experimentaron una disminución de su saturación de oxígeno en sangre al 85 porciento, y su frecuencia cardíaca aumentó en promedio a casi 88 latidos por minuto.