John Henry Ramírez es un hombre de origen hispano de 37 años que fue sentenciado a muerte por el asesinato en 2004 de Pablo Castro al atracar una tienda en Texas, Estados Unidos (él asegura que no estaba robando, que fue una pelea). Ramírez, que en ese entonces tenía 20 años, huyó hacía México, pero menos de cuatro años después, en 2008, fue detenido por la justicia norteamericana en inmediaciones de la frontera.
Meses más tarde fue condenado a muerte, y desde aquel momento ha vivido entre las rejas del centro penitenciario de Livingston, una hora al norte de Houston en el estado de Texas.
Ramírez se ha convertido en uno de los presos más polémicos de Estados Unidos, pues ha recurrido a medidas legales para retrasar su ejecución durante más de una década. Su fecha de muerte está programada para hoy después de las 5 PM; y como última petición, logró que su acompañante espiritual, el pastor de la Segunda Iglesia Bautista de la ciudad, Dana Moore; esté a su lado, tome su mano y rece en voz alta. Mientras a Ramírez se le es aplicada la inyección letal.
Los argumentos
La decisión fue negada inicialmente por las autoridades inmediatas del centro penitenciario, sin embargo, el caso escaló hasta el Tribunal Supremo de Estados Unidos, quién le dio la razón, permitiéndole aplazar aún más su destino y logrando que su deseo de morir de la mano de su pastor de la iglesia sea una realidad. Así mismo, la lucha de Ramírez le ha permitido al alto tribunal hacer avances en los derechos religiosos de los condenados.
“No estoy peleando la pena de muerte, estoy peleando mis derechos religiosos”, dice.
“No estoy peleando la pena de muerte, estoy peleando mis derechos religiosos”, dice.
La batalla legal fue en contra Bryan Collier, director ejecutivo del Departamento de Justicia Penal de Texas, las autoridades argumentaron que Ramírez inventó su fe, y lo que solicitaba suponía un riesgo para la seguridad del procedimiento. La autoridad exigía, que de permitirle el ingreso a la cámara de ejecución al pastor, este no podría tocarlo, ni rezar en voz alta.
No obstante, los argumentos del hispano (que se llevaron el respaldo del tribunal supremo) señalaban que la participación del pastor no intervendría con el procedimiento médico pues podría tocar cualquier parte del cuerpo que le sea indicada por el personal encargado, y los sonidos de los rezos no serían motivo de desconcentración al personal capacitado, además, que de no hacerlo sí sería un impedimento del ejercicio de su fe.
Motivación Espiritual
“Es importante para John y para mí poder tocarlo en los momentos finales de su vida, solo por el poder del tacto en la forma que da aliento, da paz, incluso esperanza, y es significativo para alguien que están el corredor de la muerte”, son las palabras de Dana Moore, el pastor que acompañará los últimos momentos de Ramírez.
Desde 2016 Moore le brinda consejos espirituales a Ramírez, y aunque nunca han tenido o físico, ya que solo se pueden comunicar a través de un teléfono, separados por un plástico en las instalaciones de la Cárcel. Ramírez considera al pastor su amigo, y una parte fundamental de sus creencias religiosas.
“Si se le ejecuta el 5 de octubre, ¿estaremos realmente mucho más protegidos el 6 de octubre?”, preguntó Moore.
REDACCIÓN INTERNACIONAL