“Estamos contratando”. No hay vitrina en Estados Unidos donde estas dos palabras no hayan sido usadas a lo largo de los últimos meses en un esfuerzo, a todas luces desconcertante, de empleadores tratando de llenar vacantes que necesitan para poder operar a plena marcha.
Mack Smith, que maneja un Home Depot local, lo está viviendo en carne propia a pesar de que incrementó el salario a 15 dólares por hora. Antes pagaba 11, pero, no obstante el incremento, aún tiene un ‘hueco’ en su fuerza laboral que por el momento supera el 30 por ciento. Y eso que su empresa está ofreciendo, además, una prima anual equivalente a un sueldo y mejoró el seguro de salud que ofrece a sus trabajadores.
“Es muy frustrante porque las personas no están respondiendo a las motivaciones normales que incentivan el empleo, como más plata o mejores condiciones. Es como si simplemente no quisieran trabajar. Al menos no en este tipo de negocio”, sostiene Smith.
Aunque no en todos los sectores es igual, la situación de Smith es muy común en casi todo el país, donde se viene experimentando una escasez de mano de obra con pocos antecedentes en la historia. Especialmente en segmentos claves de la economía como el transporte, el entretenimiento y trabajos que pagan una remuneración cercana al salario mínimo.
De acuerdo con la mayoría de los expertos, el fenómeno es consecuencia directa o indirecta de la pandemia del covid-19, que ha provocado toda una revolución en el mercado laboral.
Para comprender la magnitud del problema solo basta con revisar las cifras oficiales. De acuerdo con el Departamento del Trabajo de Estados Unidos hay por lo menos 10 millones de empleos disponibles a lo largo del país a pesar de que la tasa de desocupación sigue estando cercana al 5 por ciento. En otras palabras, hay dos puestos de trabajo disponibles para cada una de las personas que dicen estar buscando un empleo.
Según un análisis de la firma Goldman Sachs, pese a que el empleo en EE. UU. es abundante, la participación de la fuerza laboral es la más baja en 45 años (el 61 %).
Empuja la inflación
Un panorama que plantea enormes contradicciones. Hace 12 meses, cuando la pandemia causaba estragos por el cierre de numerosos negocios, la tasa de desempleo alcanzó casi el 15 por ciento, una de las más altas desde la Gran Depresión de los años 30.
En este año que ha pasado, Estados Unidos recuperó al menos el 80 por ciento de los empleos que se perdieron en ese lapso. Es decir, ni siquiera ha llegado a un nivel de ocupación precovid, lo cual indicaría que son millones los que aún necesitan trabajos.
Pero en su lugar lo que hay es una insuficiencia de mano de obra que está ocasionando alzas en los precios del combustible y otros productos –porque, por ejemplo, no hay camioneros disponibles– y pánico entre los empleadores, que se acercan a su mejor temporada (la navideña) sin la mano de obra suficiente para poder suplir la demanda.
Si bien no es el único factor, esta escasez de mano de obra es uno de los motores de la galopante inflación que se viene registrando en Estados Unidos. De acuerdo con el Departamento del Tesoro, la tasa creció el 6,8 por ciento en relación con el año pasado, el salto más grande que se ha presentado en los últimos 40 años.
Algo apenas lógico. En la medida en que los empleadores han tenido que elevar salarios para suplir la mano de obra, el sobrecosto ha sido transferido a los productos y servicios que ofrecen.
“Si alguien me hubiera dicho en algún otro momento que tendríamos millones de personas desempleadas y que los salarios están subiendo, pero que pese a ello las empresas no encuentran trabajadores, no se lo hubiera creído”, afirma Diane Swonk, economista en jefe en Grant Thornton, empresa que sigue de cerca las evoluciones del mercado laboral.
El porqué no quieren trabajar los estadounidenses tiene explicaciones múltiples. Las primeras que citan los analistas están asociada a los subsidios directos que ofreció el Gobierno para ayudar a familias durante la pandemia y la expansión del seguro de desempleo.
De acuerdo con el Departamento del Trabajo de Estados Unidos hay por lo menos 10 millones de empleos disponibles a lo largo del país a pesar de que la tasa de desocupación sigue estando cercana al 5 %
En abril del año 2020, cuando Donald Trump aún estaba en la Casa Blanca, el Congreso aprobó una partida de 2 billones de dólares que incluía cheques de 1.200 dólares para cada adulto más 400 dólares por niño. Luego, en diciembre, se autorizó otra por 600 dólares más 500 adicionales por niño, y ya en enero, tras el triunfo de Joe Biden, el Legislativo aprobó una nueva partida de US$ 1,7 billones, en la que también había pagos directos a la gente. Así mismo, se expandió transitoriamente el rango de las personas que calificaban para el subsidio por desempleo.
De acuerdo con Dante DeAntonio, de Moodys Analytics, al comienzo de la crisis del covid estas medidas sirvieron para mantener activa la economía y evitar un descalabro mayor. Pero en la medida que la situación se fue normalizando, muchos optaron por no regresar a sus trabajos anteriores. “Para un obrero de una construcción, un mesero o alguien que labora en una fábrica, los subsidios del Gobierno eran similares o superiores a lo que ganaban trabajando. ¿Para qué matarse 60 horas a la semana si estaba recibiendo lo mismo por no hacer nada?”, dice.
Pero, por supuesto, no ha sido lo único. Julia Pollak, economista en jefe de ZipRecruiter, dice que muchos de los empleos que están en el mercado no son apetecidos porque son temporales o parciales. “La gente quiere trabajar, pero también quiere estabilidad y prefiere esperar a que salga algo más permanente”, sostiene esta analista. Y ahora muchos tienen con qué esperar para conseguir ese empleo mejor.
Paralelamente han aparecido otros obstáculos que han surgido de situaciones de ‘fuerza mayor’. Una gran cantidad de padres de familia, especialmente mujeres, tuvieron que abandonar sus empleos tras los cierres de los colegios y el año de educación virtual que siguió, pues se vieron obligados a permanecer en sus casas y cuidar de sus hijos.
Así mismo, de acuerdo con datos del Departamento del Trabajo, la pandemia desató otro fenómeno inusual: personas cercanas a los 60 años optaron por anticipar su jubilación y comenzaron a utilizar sus pensiones, lo cual también ha menguado la fuerza laboral. La razón no es clara, pero los expertos creen que también se debe al covid, pues los adultos mayores son los más vulnerables a la enfermedad y probablemente eso influyó en su decisión.
De paso, el Congreso aprobó una congelación temporal de las deudas universitarias que tienen millones de estudiantes para ayudarlos durante la pandemia. Y sin la presión de esos pagos, que son mensuales, muchos han optado por no trabajar de momento.
Adicionalmente, de acuerdo con JP Morgan, durante los meses del confinamiento muchos hogares terminaron ahorrando dinero, pues gastaban menos en compras y restaurantes. Lo cual les dio un ‘colchón’ para permanecer desempleados hasta que surgieran mejores oportunidades.
Cambio de mentalidad
Aunque todos estos factores han contribuido, David Autor, del departamento de Economía del Massachusetts Institute of Technology (MIT), subraya que la pandemia también ha generado un cambio de actitud de las personas frente al empleo.
“La valoración que hace la gente sobre su propio tiempo ha cambiado. Los estadounidenses están cada vez menos dispuestos a tomar trabajos que pagan mal, son muy duros o conducen a una calle muerta, como en el sector de servicios. Y en su lugar están optando por reeducarse, cambiar de carrera o dedicar más tiempo a sus familias, así eso implique gastar menos”, dice Autor.
Los estadounidenses están cada vez menos dispuestos a tomar trabajos que pagan mal
Además, una gran cantidad de personas que trabajaron remotamente durante los peores meses de la pandemia no quieren regresar a esquemas presenciales o trabajos que exigen su presencia física de manera permanente. Para muchos trabajadores, el asunto ya “no es un problema de cantidad sino de calidad”, comenta Autor.
Esa dinámica podría comenzar a cambiar pronto gracias a dos factores. El primero es el fin de los subsidios de desempleo adicionales que expiraron el mes pasado y el agotamiento de los recursos aprobados para cheques directos, que forzará a muchos a regresar al mercado laboral. De hecho, las últimas estadísticas sobre solicitudes de seguros de desempleo muestran una tendencia a la baja, lo cual indicaría que las personas han comenzado a emplearse nuevamente.
El segundo es el retorno a la educación presencial en colegios, que permitirá el regreso de muchos padres y madres de familia al circuito laboral. De acuerdo con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, Estados Unidos recuperará parte de esta disparidad a lo largo del próximo año, lo cual debe contribuir a que se reduzca la inflación.
Por supuesto, esto dependerá de cómo evolucione la pandemia, pues muchos centros educativos han tenido que cerrar nuevamente sus puertas por rebrotes de covid, mientras la aparición de la variante ómicron ha vuelto a deprimir algunos sectores como el del turismo y podría generar un nuevo golpe en el mercado laboral y la recuperación económica.
El analista de Moody’s piensa que pasarán por lo menos dos o tres años antes de que se corrija este desbalance entre demanda y oferta en el mercado laboral. A su juicio, más allá de las consideraciones meramente económicas, lo que también se está dando es una reconfiguración del modelo laboral, que tardará tiempo en ajustarse tanto a las necesidades de los empleadores como a las expectativas de los empleados.
Y aunque para algunos expertos todo volverá a ser como antes cuando el covid-19 sea historia, para otros es claro que otro escenario laboral está cocinándose en la primera potencia del mundo. No radicalmente distinto, pero sí con varias modificaciones, como la posibilidad de teletrabajar desde casa uno o varios días a la semana. Habrá que ver qué sale finalmente de esta crisálida creada por la primera pandemia a escala global.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
@sergom68
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