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EE. UU., en alerta ante posibles protestas armadas de ‘trumpistas’
FBI advirtió sobre los riesgos de cara a la posesión de Joe Biden como presidente, el 20 de enero.
Protestas en el Capitolio de Washington. Foto: Efe
Las posibilidades de que algo parecido aún peor a lo que sucedió las semana pasada en Washington cuando un violento grupo de 'trumpistas' asaltó el Capitolio causando la muerte de cinco personas es muy alta.
Eso le dijo el FBI a legisladores estadounidenses este lunes durante una conferencia para evaluar los riesgos presentes y de cara a la posesión de Joe Biden este 20 de enero.
De acuerdo con el recuento del FBI, los grupos de extrema derecha que participaron están promoviendo una "toma armada" no solo de la capital estadounidense sino en los 50 estados del país.
"Lo que nos contaron fue aterrador. Hablan de tomarse nuevamente el Capitolio, de asesinar al presidente electo, quemar edificios. Esto es terrorismo doméstico y no nos dejaremos intimidar”, dijo el representante a la Cámara Connor Lamb, quien participó en la charla con el FBI.
Hablan de tomarse nuevamente el Capitolio, de asesinar al presidente electo, quemar edificios
El presidente electo de EE. UU., Joe Biden. Foto:AFP
Durante el encuentro, los agentes no solo hablaron de planes de asesinar a Biden sino también a la vicepresidente Kamala Harris, la presidenta del Congreso Nancy Pelosi e incluso legisladores republicanos que no han respaldado al presidente Trump y que lo criticaron por promover la violencia de la semana pasada.
En varias ciudades del país, las autoridades habían comenzado a tomar medidas extremas para defender sus instituciones en caso de que los manifestantes cumplan con sus amenazas. Muchas de estas asonadas están previstas para este fin de semana.
En la capital, mientras tanto, todas las agencias de seguridad estaban coordinando, un despliegue masivo de fuerza pública para defender el Congreso y la Corte Suprema, los dos objetivos que más mencionan los extremistas como posibles blancos.
Se habla de por lo menos 15.000 de la Guardia Nacional, más la Policía del Congreso y fuerzas de respuesta rápida. Ya se sabe que el a la posesión de Biden frente al Capitolio, que suele congregar a miles, será limitado al extremo.
Así mismo, las autoridades han comenzado una serie de movidas para detener y arrestar a los líderes de la revuelta aún antes de que logren llegar a las capitales y desarticular sus canales de comunicación.
De acuerdo con las mismas fuentes del FBI, las amenazas son muy serias pues se trata de grupos que están armados "hasta los dientes" y tienen la capacidad de causar gran daño si se lo proponen.
Aún así, están confiados de que lograrán controlarlos, pues en esta ocasión están preparados para su arribo.
Hemos analizado lo que dije… y todos piensan que fueron apropiadas
Donald Trump antes de emprender a su viaje a Texas. Foto:Brendan Smialowski. AFP
En este mismo orden de ideas, el Washington Post publicó un reporte según el cual el FBI había advertido un día antes del asalto al Capitolio que los manifestantes se preparaban para una "guerra" y que usarían la violencia. Ese reporte contradice declaraciones previas tanto de la Policía como de otras autoridades según las cuales el evento los tomó por sorpresa. Así mismo, avanzaban varias investigaciones que apuntan a una posible nexo de de la fuerza pública tras la salida a la luz de nuevos videos y fotos donde se ve a varios de ellos colaborando con los manifestantes.
Trump, en sus primeras declaraciones desde el jueves, le envió un mensaje a sus simpatizantes indicando que la violencia está fuera de lugar. "No queremos violencia, nunca violencia", dijo el presidente a periodistas en la Casa Blanca.
Sin embargo defendió las declaraciones que dio el día de la revuelta y que muchos piensan fueron el detonante para la toma del Congreso. "Hemos analizado lo que dije… y todos piensan que fueron apropiadas", dijo Trump. Algo que no comparten ni siquiera muchos republicanos ni de su propia istración.
Alex Azar, su secretario de Salud, sostuvo este lunes que la retórica usada por Trump antes del incidente era "inaceptable".
También se cuestionaba que el presidente haya decidido viajar a Álamo, Texas, para pronunciar uno de los últimos discursos de su mandato. Alamo es una ciudad fronteriza que fue nombrada en honor a una famosa batalla en 1836 y que en EE. UU. es símbolo de la lucha por la independencia. En febrero de ese año, un grupo de unos 200 habitantes de Texas que luchaban por la separación de México, se tomó una misión de curas franciscanos y resistieron durante 13 días antes de que fueran sometidos por las fuerzas del vecino país, que eran muy superiores.
Trump también insistió que el juicio de destitución que quieren adelantar los demócratas en su contra es otra "cacería de brujas" que pone al país frente a un "tremendo peligro".
Los demócratas, y algunos republicanos insisten en que el presidente debe ser sancionado por su rol en los eventos de la semana pasada.
Este lunes, la Cámara de Representantes aprobó una resolución en la que le piden al vicepresidente Mike Pence invocar la enmienda 25 de la Constitución Nacional que permite remover a un presidente en ejercicio sin él y la mitad del gabinete consideran que el presidente no está en capacidad de gobernar.
"Que el vicepresidente use de manera inmediata los poderes de la sección 4 de la enmienda 25 y movilice a los oficiales encargados de los departamentos para declarar lo que es obvio para una nación horrorizada: Que el presidente no está en condiciones para desempeñar sus funciones", dice la resolución.
El texto le da a Pence 24 horas para ejecutar su mandato. En caso de no hacerlo, la Cámara procedería a votar un artículo de destitución contra Trump que ya fue presentado este lunes y que pide que se remueva al presidente por "incitar a la insurrección".
Se da por descontada su aprobación, pues por los demócratas son la mayoría en la Cámara Baja, y eso convertiría a Trump en el primer presidente en la historia al que se le han abiertos dos juicios políticos en su contra.
El juicio lo adelantaría el Senado, pero quedaría pospuesto para después del 20 de enero, una vez Biden ya se haya posesionado y los demócratas asuman el control de esta cámara.
Para destituir un presidente, así sea de manera retroactiva, son necesarios los votos de las dos terceras partes del Senado (67). Si es aprobada, los legisladores -por mayoría simple- pueden aprobar una disposición complementaria que inhabilitaría Trump de por vida para ocupar cargos públicos.
Pero es improbable, al menos en este momento, que los demócratas logren convencer a suficientes legisladores republicanos (al menos 17) para destituir al presidente aún este ya no esté en la Casa Blanca.
En gran parte por que le temen a represalias políticas de una base republicana que le sigue siendo muy leal a Trump y piensa que una decisión semejante dividiría aún más el país.