El presidente de EE. UU.,
Donald Trump, anunció este jueves la salida de su gabinete de Scott Pruitt, el jefe del organismo federal para la protección del medioambiente, envuelto en numerosos escándalos relacionados con su estilo de vida y el uso de fondos públicos.
“Acepté la renuncia de Scott Pruitt de su puesto como jefe de la Agencia de Protección Ambiental” (EPA, por su sigla en inglés), dijo Trump en un tuit, tras meses de especulaciones sobre el destino del funcionario.
“Dentro de la Agencia, Scott ha hecho un trabajo excelente y siempre le estaré agradecido por esto”, agregó el mandatario sobre Pruitt,
quien abolió todas las regulaciones medioambientales que pudo y fue uno de los más fervientes defensores del retiro de EE. UU. del Acuerdo de París. Sin precisar las razones de la partida de Pruitt, Trump dijo que el actual número dos de la EPA, el excabildero de la industria del carbón Andrew Wheeler, asumirá el lunes como jefe interino de la agencia.
“No tengo ninguna duda de que Andy continuará con nuestra agenda grandiosa y duradera en la EPA”, aseguró Trump.
Pruitt, de 50 años y señalado de tener vínculos estrechos con la industria petrolera, ha sido objeto de múltiples investigaciones en los últimos meses, incluso del inspector general de la misma EPA, además de otras dos agencias federales y el Congreso.
Dentro de la Agencia, Scott ha hecho un trabajo excelente y siempre le estaré agradecido por esto
Extravagancias
Las acusaciones contra Pruitt son numerosas, pero tienen un denominador común: parece haber utilizado su cargo para beneficiarse y favorecer a su familia.
Todo comenzó con los excesivos gastos de viaje, en primera clase o en aviones alquilados a expensas del contribuyente, en contravía de las normas. Luego se descubrió el alto número de guardaespaldas a su servicio las 24 horas del día, incluso en el extranjero, por un costo que duplicaba el que sus predecesores destinaron a ese rubro.
Pruitt también tenía una cabina de teléfono segura en su oficina de Washington que costó 43.000 dólares, algo calificado de excesivo. En sus gastos personales era más conservador: alquilaba un departamento vinculado a grupos de presión de la industria petrolera en un barrio caro de la capital por tan solo 50 dólares por noche.
También les encargó a algunos de sus empleados tareas personales, como encontrarle otro apartamento, conseguirle entradas para eventos deportivos e intentar ayudar a su esposa a encontrar un trabajo.
AFP