Editorial

'Soy de EE. UU. y cuando caiga la nieve no llevaré a mis hijos a la escuela'

Una madre escribió un relato en el que explica por qué no ir a la escuela durante los días de nieve.

Hacer angelitos en la nieve es una experiencia única — Durante el invierno, las tormentas de nieve pueden afectar significativamente las operaciones escolares en Estados Unidos. Foto: Istock

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Camila Eslava

14.01.2025 14:31 Actualizado: 15.01.2025 11:48

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Una madre estadounidense recordó su experiencia de infancia durante los inviernos, cuando los días de nieve ofrecían una oportunidad para aprender de manera distinta y desconectarse de las exigencias escolares. Según ella, esos momentos de pausa se han vuelto cada vez más necesarios para los niños y niñas de hoy en día. Por eso, ella quiere que sus hijos los vivan.

El texto, publicado en las páginas de Business Insider, recoge la experiencia de Caren Lissner, quien, con nostalgia, rememoró la década de los 80, cuando las escuelas cerraban de manera inesperada durante los días de nieve.

“Esos días me enseñaron lecciones nuevas sobre historia, ciencia y arte”, dijo Lissner, quien cree que los días de nieve, más una pausa escolar, son una oportunidad para aprendizajes que van más allá del aula.

Durante los inviernos de su infancia, el Parque Estatal Monmouth Battlefield, con sus colinas nevadas, se convertía en un concurrido destino para montar trineos.

“Leer sobre la historia de un lugar en un libro era una cosa; pero verla en una exhibición o demostración, era algo mucho más impactante”, rememoró.

Aprender sobre las batallas que se libraron en su territorio, la hacían pensar en los desafíos a los que se enfrentaban los soldados no solo entre bandos, sino también contra las adversidades climáticas.

Lissner también recordó que durante esos inviernos en los que no iba a la escuela, registraba de niña los pronósticos meteorológicos en un calendario junto a su cama, observaba patrones de temperatura y descubrió los principios básicos de la evidencia empírica.

“Una de las mejores lecciones que aprendí en un día de nieve fue sobre las pequeñas alegrías y el arte. Tenía nueve años y miraba por la ventana de la cocina mientras sorbía una sopa caliente. La nieve caía en silencio, cubriendo todo con su manto blanco", relató.

"De pronto, mis ojos se detuvieron en un pino cargado de escarcha: un cardenal rojo se había posado en una de sus ramas, inmóvil, observando el mundo helado. El contraste entre el rojo vivo de su plumaje y la nieve impoluta era tan hermoso que me invadió un deseo irrefrenable: quería capturar ese instante, hacerlo eterno”, concluyó la madre de dos adolescentes.

La ciudad de Truckee durante el invierno — "Las experiencias fuera del aula en la nieve superan las clases virtuales", comentó Lissner. Foto:TripAdvisor

Un día sin escuela es preferible a uno frente al Chromebook

Hoy, Lissner contempla con preocupación cómo los tradicionales días de nieve ceden terreno a las clases remotas. En estados como Iowa, Nueva Jersey y Virginia, algunos legisladores impulsan esta medida para evitar la pérdida de tiempo en las aulas.

Pero para Lissner, el costo es más alto de lo que aparenta. "Los niños perderían mucho si se les priva de ese tiempo inesperado para ser curiosos", señala con firmeza.

Cuestionó también la creciente dependencia de la tecnología en las escuelas pues cree que sus hijos ya pasan demasiadas horas frente a una pantalla debido a la educación remota.

"Es difícil observar la nieve caer, construir con ella y jugar cuando están atados todo el día a un Chromebook", lamentó.

Para Lissner, la nieve no es solo un fenómeno meteorológico, sino una maestra paciente. Enseña lecciones que ningún dispositivo puede ofrecer y esas son experiencias que no deberían perderse.

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