Alemania cerró este sábado sus tres últimos reactores nucleares y culmina así el abandono de este tipo de energía.
La primera economía europea abre con esta decisión un nuevo capítulo energético, enfrentada al desafío de prescindir de las energías fósiles al mismo tiempo que gestiona la crisis del gas desencadenada por la guerra en Ucrania.
A medianoche de este sábado (hora local), las centrales Isar 2 (sureste), Neckarswestheim (suroeste) y Emsland (noroeste) fueron desconectadas de la red eléctrica.
A propósito, la organización Greenpeace organizó a los pies de la Puerta de Brandeburgo en Berlín un adiós al átomo, simbolizado por los restos de dinosaurio derrotado por el movimiento antinuclear.
“Los riesgos vinculados a la energía nuclear son definitivamente no manejables”, dijo esta semana la ministra de Medioambiente, Steffi Lemke. “La energía nuclear pertenece a la historia”, proclamó la ONG.
En estos últimos años, esta nación pasó a producir el 30 por ciento de su energía con plantas nucleares a mediados de 1990 a tan solo el 6 por ciento en los últimos meses.
Sin embargo, pese a que unos celebraron la decisión, un sondeo reciente para la cadena pública ARD revela que el 59 por ciento de los encuestados piensa que abandonar la energía nuclear en este contexto no es una buena idea.
Alemania debería “ampliar el suministro de energía, no restringirlo más” ante el riesgo de escasez y precios altos, lamentó el presidente de las cámaras de comercio alemanas, Peter Adrian, en el diario Rheinische Post.
Incluso, una veintena de científicos le pidió al Gobierno mantener las plantas en funcionamiento.
Sin embargo, Alemania decidió a principios de la década de 2000 abandonar progresivamente la energía atómica, la excanciller Ángela Merkel aceleró el proceso tras la catástrofe de Fukushima en 2011.
Desde 2003, Alemania ya ha cerrado 16 reactores. La invasión de Ucrania podría haberlo puesto todo en entredicho porque Alemania, privada del gas ruso, temía los peores escenarios posibles, desde el riesgo de cerrar sus fábricas hasta el de quedarse sin calefacción. Al final, el invierno pasó sin escasez y el gas ruso fue sustituido.
Cabe mencionar que el proceso de desconexión y desmantelamiento de las centrales tomará años. Expertos hablan, incluso, de hasta 15 años.
Una planta nuclear no se desconecta apretando un botón, sino reduciendo progresivamente la potencia de los reactores.