La cooperación global y la solidaridad internacional son cruciales en la lucha contra el covid-19. En mi tierra se diría que esto es de Perogrullo, pero lo que hoy nos parece tan obvio, no lo fue al principio de la pandemia. Lo aprendimos con dureza en la Unión Europea, pero de esa difícil experiencia inicial salimos con la determinación de liderar esfuerzos encaminados a construir una respuesta colaborativa, universal y solidaria a la pandemia. Dentro y fuera de Europa. Por solidaridad y por interés propio, porque ahora sabemos a ciencia cierta que nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.
Es evidente que estamos bastante lejos de alcanzar el objetivo de una vacunación universal, pero sí, creo yo, estamos en la buena dirección. El anuncio sobre la entrega de vacunas a muchos países en los próximos días a través del mecanismo COVAX es, como ha dicho el Alto Representante de Política Exterior, Josep Borell, un importante primer paso hacia un más equitativo a las vacunas contra el covid-19. COVAX representa el esfuerzo solidario de muchos países para garantizar el a las vacunas a millones de personas en todos los continentes independientemente de sus ingresos. La Unión Europea y sus Estados tuvimos el privilegio de participar en este mecanismo desde los inicios y contribuir a que se consignaran más de 1.300 millones de dosis de vacunas a 92 países de escasos recursos. Seguiremos comprometidos con él.
Desarrollar las vacunas rápidamente, con seguridad y con una capacidad de producción suficiente, se convirtió en “la prioridad” desde muy temprano. Para ello, en la Unión Europea concluimos lo que se conoce como acuerdos de compra anticipada. El objetivo fue proporcionar una financiación anticipada a las empresas farmacéuticas para que realizaran las inversiones tempranas que les permitieran desarrollar la vacuna, llevar a cabo todos los estudios clínicos necesarios y crear la capacidad de fabricación necesaria para producirlas. Multiplicamos los acuerdos y con ello también las posibilidades de éxito de las empresas. Asumimos riesgos financieros para lograr beneficios humanos. Reflexionamos sobre mecanismos que en su momento faciliten la venta o la donación de los stocks de vacunas compradas a través de estos acuerdos.
Y así, todos vivimos la ilusión de los éxitos logrados por las farmacéuticas en el desarrollo de las vacunas. Unos éxitos que fueron el fruto de la cooperación internacional en un tiempo realmente récord y que nos inocularon la esperanza de un mundo post-covid.
Pero también es necesario garantizar la transparencia en el comercio de las vacunas y en el cumplimiento de las obligaciones contractuales. Eso es lo que busca la Unión Europea con la reciente decisión de establecer un mecanismo de autorización previa a las exportaciones. La intención no es impedir la exportación de las vacunas. Se trata de aportar transparencia. Por eso no va a afectar nuestros compromisos en materia de ayuda humanitaria ni al objetivo de tratar a las vacunas como un bien común a nivel global. A través de un mecanismo de exenciones, se asegura la llegada de las vacunas compradas o entregadas a través de COVAX, UNICEF y OPS con destino a cualquier otro país participante en COVAX.
Lo realmente importante hoy para quienes desde Colombia compartimos el convencimiento de que no hay respuesta sostenible que no pase por la vacunación universal es el anuncio del Gobierno de la llegada de vacunas al territorio colombiano en las próximas semanas. Unas vacunas que, con el tiempo, confiamos, nos va a proporcionar la oportunidad de recuperar los abrazos, los almuerzos con los amigos, las veladas con nuestros mayores o nuestras añoradas visitas a los territorios.
Como ha dicho la Comisaria europea Jutta Urpilainen, esta no es una lucha entre países sino una lucha conjunta contra un virus que va mutando y extendiéndose. Con Colombia seguiremos aunando esfuerzos para hacer frente a uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad.
PATRICIA LLOMBART
*Embajadora de la Unión Europea en Colombia