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El divorcio de la infanta Cristina: un nuevo golpe a la monarquía española
Esta historia de traición y corrupción se suma a las investigaciones contra el rey emérito.
La infanta Cristina de España e Iñaki Urdangarin. Foto: JAIME REINA / AFP
La infanta Cristina y su esposo, Iñaki Urdangarin, anunciaron esta semana su separación, luego de que una revista española publicara fotografías de él tomado de la mano con una mujer. No pasaría de ser una historia de infidelidad de ámbito privado si no se tratara de la hermana del rey de España, del cuñado que tumbó la primera carta del castillo de naipes de la monarquía española y del hombre que paga condena de cárcel por cometer delitos agazapado en su condición de miembro de la familia real.
Urdangarin fue el primero en dar un paso en falso dentro de los familiares del rey emérito de España y empañó la imagen perfecta que proyectaban hacia una sociedad que vivía agradecida con Juan Carlos I por su impulso a la democracia luego de cuarenta años de dictadura franquista.
Iñaki Urdangarin hizo un enorme daño a la corona por los delitos por los que fue condenado, arrastrando con él a la infanta doña Cristina, que luchó contra todo para apoyar a su marido
Desde la dirección del Instituto Nóos, Urdangarin cometió varios delitos en los que utilizó una trama de empresas, como Aizoon, de la que la infanta Cristina poseía la mitad. Ambos fueron juzgados en un proceso que los llevó a sentarse al banquillo.
La hermana del rey fue procesada como supuesta colaboradora de dos delitos contra la Hacienda Pública. Finalmente, fue absuelta, aunque tuvo que pagar una multa de 136.950 euros. Por el contrario, el Tribunal Supremo condenó a Urdangarin por malversación, prevaricación, fraude a la istración, tráfico de influencias y delitos fiscales condenándolo a cinco años y diez meses de prisión. Ingresó a la cárcel en junio de 2018.
“Iñaki Urdangarin hizo un enorme daño a la corona por los delitos por los que fue condenado, arrastrando con él a la infanta doña Cristina, que luchó contra todo para apoyar a su marido”, le dice a EL TIEMPO Manuel Pardo de Vera, presidente de la Real Asociación de Hidalgos de España.
La infanta Cristina de España e Iñaki Urdangarin. Foto:Jaime REINA / AFP
Elena Borau Boira, experta en protocolo institucional y profesora de la Universidad de Nebrija, está de acuerdo. “El caso Nóos pasará a la historia como el escándalo que hizo tambalear la monarquía española. Un golpe del que todavía hoy no se ha recuperado”, asegura. “Hasta ese momento, la corona siempre había gozado de una saludable credibilidad y confianza entre los ciudadanos. Un margen que se vio mermado de manera preocupante y por el que el Centro de Investigaciones Sociológicas, que depende de la presidencia, no ha vuelto a preguntar desde el 2015”, destacó.
Más allá del escándalo social, el caso Nóos constituyó uno de los principales factores que llevaron a Juan Carlos I a abdicar y cederle el poder a su hijo Felipe VI en junio de 2014. El otro fue su relación extramatrimonial con Corinna Larsen, que se descubrió cuando el rey sufrió una caída durante un viaje de cacería de elefantes en Botsuana, en plena crisis económica de su país.
“Claramente, la abdicación de don Juan Carlos fue una de las principales estrategias de la corona para sobrevivir al “embiste” del caso Nóos”, señala Borau. “Otra fue la distancia que puso don Felipe entre la corona y el matrimonio Urdangarin. La ruptura fue total: apartó a su hermana de la corona, les retiró el ducado y nunca más se les ha vuelto a ver juntos”.
Y pese a que Felipe VI intentó que la infanta Cristina renunciara a su posición dinástica —ocupa el sexto lugar en la fila de sucesión— no lo logró.
En esta foto de archivo tomada el 4 de octubre de 1997, la infanta Cristina de España e Iñaki Urdangarin salen de la Catedral de Santa Eulalia de Barcelona después de su boda. Foto:EAN-LOUP GAUTREAU / AFP
Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin se casaron el 4 de octubre de 1997 en Barcelona, ciudad donde él vivía en su calidad de jugador de balonmano del Barcelona. Desde entonces, se instalaron en esa ciudad, pero en 2006 se mudaron a Washington cuando comenzaron los rumores sobre las irregularidades del caso Nóos.
En 2011, Urdangarin fue imputado en la investigación y la infanta comenzó a recibir presiones por parte de su familia para que se separara, pero no les hizo caso; siempre apoyó a su marido.
La pareja decidió volver a Barcelona con sus cuatro hijos para estar cerca de la actividad legal. Sin embargo, a medida que el escándalo crecía la gente los insultaba en la calle y el rechazo era mayot. Entonces, optaron por mudarse a Ginebra, donde continúa residiendo la infanta. Sin embargo, varias fuentes aseguran que viajará a Abu Dabi, junto a su hermana Elena, para visitar a su padre -exiliado allí por sus escándalos- y así alejarse del ruido mediático.
Urdangarin, que goza del tercer grado penitenciario por su estatus real y se mantiene en una especie de semilibertad: puede dormir fuera y es sometido a controles esporádicos. Vive en casa de su madre, en Vitoria, y trabaja en una empresa de asesoría legal.
Fue allí, en Imaz & Asociados, donde conoció a Ainhoa Armentia, a de empresas de 43 años (diez menos que él), casada y madre de dos hijos. La pareja fue fotografiada y la revista Lecturas publicó las imágenes el 19 de enero. Al cabo de un par de días, Urdangarin y la infanta Cristina emitieron un breve comunicado en el que afirman que “de común acuerdo” han “decidido interrumpir” su relación matrimonial.
“Si algo influye esta infidelidad en la corona es para bien. Para librarla de un lastre que en nada la favorecía y de una persona que nunca estuvo a la altura que las circunstancias privilegiadas le exigían”, señala Pardo de Vera.
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A lo largo de la semana, los medios de comunicación han agregado detalles sobre la separación. “La noticia ha tenido muchísima repercusión, sobre todo por la forma en que se han desencadenado los acontecimientos”, comenta Borau al agregar que “de los cuatro matrimonios de la familia real, solo uno sigue unido, lo que no deja de ser paradójico para una de las instituciones más conservadoras y tradicionales de España. Esta última separación no ayuda a la imagen de la monarquía, aunque realmente han sido otros los acontecimientos que han puesto en jaque a la corona: el mencionado caso Nóos, Botsuana, las investigaciones fiscales al rey emérito o la demanda interpuesta en su contrapor Corinna”.
En esta foto de archivo tomada el 19 de junio de 2010, la princesa Cristina de España y su esposo Iñaki Urdangarin llegan al banquete de bodas de la pareja real sueca recién casada, la princesa heredera Victoria y su esposo Daniel Westling en el Palacio Real de Estocolmo. Foto:Attila KISBENEDEK / AFP
Estabilidad de la monarquía
La Casa del Rey ha declinado formular declaraciones respecto a la separación de la infanta. “El comunicado oficial sobre la interrupción de su relación matrimonial lo mandó la pareja, sin nombrar para nada a la Casa Real”, explica Borau. “Aunque tendremos que seguir atentos a los acontecimientos. Todo indica que don Felipe seguirá siendo fiel a su estrategia de decir menos públicamente y mantenerse alejado su hermana y su ahora excuñado”.
Lo cierto es que la separación de la infanta Cristina se produce cuando la monarquía atraviesa un periodo muy complicado, con las investigaciones sobre movimientos opacos de dinero del rey emérito y la denuncia de Larsen por acoso.
Desde el exilio autoimpuesto, Juan Carlos I busca el momento oportuno para regresar a su país, pero parece alejarse cada vez más.
Según el periodista Jaime Peñafiel, la relación entre el rey Felipe y su padre, el rey emérito Juan Carlos I, es “inexistente” . Foto:Paco Campos. EFE
Entretanto, Felipe VI lucha por mantener a flote la corona. “Heredó el trono en el peor momento de la historia de nuestra monarquía y ha tomado decisiones que seguro son complicadas para él como hijo, hermano o cuñado, pero que eran necesarias para la corona. El rey está demostrando una enorme profesionalidad intentando aportar una imagen renovada de la monarquía y desvinculándose de manera fulminante de todos aquellos que no tuvieron un comportamiento ejemplar”, dice Borau.
En efecto, el rechazo a cualquier herencia o nexo con las cuentas de su padre, a quien retiró la asignación anual, fue una de las más tajantes.
“Las medidas de control que ha impuesto don Felipe, como por ejemplo un código de conducta a la familia real que prohíbe al personal de la casa negocios incompatibles con la institución, tienen como objetivo restaurar, poco a poco, toda esa credibilidad que se ha ido perdiendo durante los años”, sentencia la experta.