Los espectáculos de magia, aunque muy divertidos, pueden llegar a ser mucho más. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, un mago creó ejércitos donde no había personas y ‘desapareció’ un puerto o, al menos, eso dicen algunos historiadores.
Puedo hacer ver cañones donde no los hay y que disparos fantasmas crucen el mar
Jasper Maskelyne nació en Londres, Inglaterra, en medio de una familia adinerada que, extrañamente para la época, estaba muy interesada en la magia.
En ese sentido, la ilusión y los “poderes del más allá” lo acompañaron en su crecimiento. Su abuelo, Josh Nevil Maskelyne, fue considerado el “padre de la magia moderna” cuando fabricó la Caja Falsa, un espectáculo en el cual dos personas cambiaban de posición en un instante.
No pasó mucho tiempo hasta que Jasper también comenzara a ser parte del negocio familiar y, de hecho, atrajo más público del que usualmente llegaba a los ‘shows’.
'El mago de la guerra'
Cuando se desató la Segunda Guerra Mundial, Jasper Maskelyne tenía 38 años, por lo que ya no era elegible para prestar servicio militar. Sin embargo, su deseo de ayudar a su país lo llevó a proponer una idea que para muchos en la época, e incluso ahora, parecía descabellada.
Según David Fisher, escritor del libro 'El mago de la guerra', en el que cuenta la vida de Maskelyne, el hombre le prometió al ejército inglés poder ayudarlos. Sus palabras parecían sacadas de un cuento sobre brujería.
“Denme libertad y no habrá límites para los efectos que puedo crear en el campo de batalla. Puedo hacer ver cañones donde no los hay y que disparos fantasmas crucen el mar. Puedo colocar un ejército entero en el terreno si eso es lo que quieren”, le prometió Maskelyne a los comandantes que escucharon su propuesta.
Un show de magia en medio de la guerra
Maskelyne probó que podía hacerlo. En una demostración de su magia, realizó un truco con espejos, gracias a los cuales se podía ver a un buque de guerra alemán cruzando el río Támesis.
Así fue que logró convencer a los altos mandos del ejército británico, quienes lo enviaron al Castillo Farnham, donde estaba ubicado el Centro de Desarrollo y Entrenamiento de Camuflaje del Ejército.
Desde allí y junto con un grupo más bien artístico –escultores, diseñadores, artesanos y electricistas– partieron rumbo a El Cairo.
La primera tarea del grupo, especialmente para poner a prueba las habilidades de Maskelyne, se trató de camuflar vehículos ingleses del ejército alemán. Una vez más, el mago lo logró.
Fue así como Maskelyne se convirtió en el hombre de confianza de los militares para tareas de camuflaje. De hecho, una de sus asignaciones más importantes fue la ‘desaparición’ de un puerto.
¿Dónde quedó el puerto?
El puerto de Alejandría, ubicado en Egipto, fue uno de los más importantes durante la Segunda Guerra Mundial para el ejército británico. Allí llegaban los suministros para los soldados y otro tipo de material necesario para los equipos que estaban en tierra, por lo que era sumamente necesario protegerlo.
Para esto, Maskelyne tuvo la idea de ‘esconder’ el puerto a través de una ilusión óptica. Junto con su grupo fabricaron una maqueta lo más similar posible al original, incluso crearon buques falsos e instalaron un faro.
Además, colocaron unas luces exactamente iguales a las que había en el puerto para que por las noches, cuando usualmente sucedían los bombardeos aéreos, se apagaran las luces del original y se encendieran las de la réplica.
Su plan funcionó una vez más y los aviones alemanes atacaron un puerto que realmente no existía creyendo que era el de Alejandría.
De hecho, Fisher, escritor del libro, comenta que el plan también implicaba que a la mañana siguiente del ataque el puerto original tuviera escombros para que así se corriera la voz en Alemania de que se habría cumplido el objetivo.
Según han recolectado algunos historiadores, todo esto fue tan creíble que por mucho tiempo algunos directores del ejército alemán creyeron que habían destruido el puerto de Alejandría. Pero todo se trató de una ilusión.
El mago se desvaneció
El papel de los engaños de Maskelyne en la guerra fue importantísimo para el ejército británico. Sin embargo, cuando esta acabó, la 'Cuadrilla Mágica', como al parecer le decían a él y su grupo de artistas, no recibió ningún tipo de reconocimiento por su tiempo en el campo de batalla.
De hecho, muchos historiadores dudan de que sus trucos ‘mágicos’ realmente hayan sucedido, pero otros aseguran que los relatos de la época concuerdan.
Cuando Maskelyne retornó a la vida civil decidió volver a realizar sus espectáculos mágicos, que antes habían tenido gran éxito, pero se encontró con un mundo que comenzaba a absorber la tecnología de los primeros televisores, por lo que su audiencia bajó drásticamente.
Maskelyne murió en 1973 en Kenia, a donde se mudó tiempo después de volver a Inglaterra, sin ningún tipo de reconocimiento por parte de su país. Hasta hoy no se ha permitido que se desclasifiquen los archivos de la Armada Británica –en los que se encuentra la historia de Maskelyne–; será en el año 2046 en el que se conozca si su magia realmente ayudó en medio del conflicto.
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