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Los británicos y la encrucijada política y económica que no cesa
Los conservadores elegirán esta semana primer ministro en medio de serias dudas.
Liz Truss durante la ceremonia de conmemoración a la reina Isabel. Foto: AFP
El Reino Unido se enfrenta a una compleja encrucijada: aceptar que lo gobierne un ex primer ministro investigado por mentir al Parlamento, un multimillonario cuya esposa evade impuestos, o una diputada poco conocida.
El revuelo en el panorama político británico se desató el jueves pasado cuando la primera ministra, la conservadora Liz Truss, anunció su dimisión, apenas seis semanas después de llegar al poder, acorralada por las propias filas de su partido por las malas decisiones fiscales que tomó, lo que abrió la caja de pandora de elegir a un nuevo líder la próxima semana.
“Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el que fui elegida por el Partido Conservador”, dijo Truss, de 47 años, quien se convirtió en la jefe del gobierno británico que ha pasado menos tiempo al mando del Ejecutivo.
En cuestión de horas, se armó el nuevo proceso de votación interna para los conservadores, que debe completarse el próximo 28 de octubre, en un contexto de grave crisis económica y con una inflación del 10,1 por ciento en septiembre, la más alta en 40 años.
En un giro de la suerte o de la política británica, los tres personajes que podrían hacerse al liderazgo del partido Tory en el gobierno y al cargo de primer ministro son: Boris Johnson, quien renunció en julio pasado, acorralado por acusaciones de violar sus propias reglas de confinamiento durante la pandemia de covid-19, con fiestas en la sede de gobierno y mentir al parlamento.
El segundo es Rishi Sunak, de 42 años, ex jefe de finanzas de Johnson, y quien orquestó su caída, pero a quien se le ve con recelo por un escándalo que involucra a su esposa, Akshata Narayan Murty, a la que se acusa de evadir millones de libras esterlinas de impuestos.
El ex primer ministro Boris Johnson habló sobre la reina en el parlamento. Foto:AFP
En la contienda está también la única mujer, Penny Mordaunt, de 49 años, exministra de Defensa y jefe de la Cámara de los Comunes en el Parlamento, quien había tenido un gris papel político hasta el pasado mes de julio.
Con Truss, ya han pasado por el despacho del 10 de Downing Street, cuatro primeros ministros en los últimos doce años, desde que el partido Conservador arrancó el poder a los laboristas. El sucesor sería el quinto.
Una vez más, los británicos verán la designación de un nuevo gobernante que será escogido por apenas 180 mil del partido Conservador, que representan el 0,2 por ciento de la población de cerca de 69 millones de habitantes. “Esto es algo que, desde fuera, parece antidemocrático, pero en el sistema parlamentario del Reino Unido es completamente correcto”, explicó Chris Mason, el editor político de la BBC.
Según la regla fijada al calor de crisis política del jueves pasado, se inscribirán los candidatos que tengan más de 100 respaldos de los 357 diputados conservadores en la Cámara de los Comunes del Parlamento, para luego ir a una elección relámpago entre los tories a nivel nacional antes del 31 de octubre próximo.
Sin embargo, desde la oposición, el partido Laborista pide que se adelanten las elecciones generales, que deberían realizarse en 2024. Además, ya se han recogido casi un millón de firmas solicitando el adelanto electoral en petición al Parlamento.
“Eso de nada vale, porque los conservadores no irán a unas elecciones que saben que perderán”, agregó Mason.
Las encuestas indican que si hubiera elecciones ganaría la oposición laborista
Rishi Sunak, exministro de Finanzas, concentró la mayoría de ataques durante el debate del domingo. Foto:EFE
La puja por el adelanto de las elecciones se fundamenta en la encuestadora YouGov, que señala que el laborismo aventaja a los conservadores en 28 puntos. Si las elecciones fueran hoy, el nuevo primer ministro sería el carismático opositor Keir Starmer.
En las apuestas, la posibilidad de que el polémico y desprestigiado Boris Johnson vuelva a Downing Street no parece tan descabellada.
“Hasta la vista, baby”, fue la frase con la que se despidió del cargo, entreviendo que volvería a tratar de ser premier, pero pocos creyeron que fuese tan rápido. Según Mason, la gran pregunta es: “¿Podría un hombre expulsado de su cargo por su partido hace unas semanas hacer el regreso más sorprendente?
La lección de las últimas semanas es que no se debería descartar. ¿Lo perdonarían tan pronto los parlamentarios conservadores, los del partido y el país en general?”
Johnson podría alegar que puede rescatar a los conservadores de su calamitosa impopularidad bajo Truss y que tiene un mandato del electorado, habiendo llevado a su partido a la victoria en las últimas elecciones.
“Prefiero a Boris Johnson. Es mejor viejo conocido que nuevo por conocer”, comentó Consuelo Gutiérrez Gómez, una colombo-británica, quien vive en Londres.
¿Y si vuelve Boris?
Penny Mordaunt ocupa el cargo de ministra de Estado de Política Comercial en Reino Unido desde 2021. Foto:EFE
Como Consuelo, muchos británicos creen que el ex primer ministro puede sacar al país de la crisis, que enfrenta un crecimiento del 0,3 por ciento —el más bajo de su historia reciente— con una inflación del 10,1 por ciento en septiembre y una caída de la libra del 5 por ciento en el último mes.
En los reacomodos políticos ya se asegura que Johnson, quien cortó sus vacaciones en el Caribe, cuenta ya con el mínimo para su nominación.
“Estamos volviendo al punto de no retorno, en medio del caos y la confrontación”, dijo a EL TIEMPO Fraser Nelson, un comentarista político que escribe en la revista de derecha The Spectator, quien explicó que está en juego no solo el futuro de la reunificación de su resquebrajado partido, sino del país.
La misma cúpula del partido Conservador que le dio el triunfo a Truss el pasado 6 de septiembre y de quien se esperaba fuera un émulo de la ‘Dama de hierro’, Margareth Thatcher, le pasó factura a la primera ministra, sumida en un torbellino político y económico por tratar de imponer un programa en extremo neoliberal de reducción de impuestos —sin financiación—, que puso su país al borde del colapso, con una devaluación de la libra esterlina sin precedente frente al dólar, la caída en picada de los bonos de pensiones de millones de británicos y el consecuente rescate del Banco de Inglaterra para evitar el desastre.
Es lo que en los corrillos políticos llamaron un ‘golpe de Estado’ a la inglesa.
Esta semana se sabrá quién ganará la carrera por el 10 de Downing Street.