Los seis meses y medio que Mario Mejía estuvo lejos de su familia fueron un "calvario". Así lo describe él. Dos meses y medio los pasó en un hospital y el resto del tiempo en los centros penales de Mariona y Quezaltepeque, en El Salvador.
Lo capturaron el 25 de abril de 2022. Él relata que se lo llevaron porque la tarjeta de circulación de su vehículo estaba vencida y luego los agentes le dijeron que una denuncia anónima les había alertado que él transportaba a pandilleros, situación que desmiente rotundamente.
Me desvistieron, me quitaron medicina para la diabetes y luego me subieron a una celda
El día de su captura fue enviado a la delegación de San Marcos y por la noche finalmente lo trasladaron a Mariona, lugar en el que empezó ese calvario.
"Allá en el penal, el recibimiento eran golpes de parte de los custodios. Me desvistieron, me quitaron medicina para la diabetes y luego me subieron a una celda. Cuando yo llegué a esa celda había 30 personas, pero ya como a las 10:00 de la noche ya habíamos 170". Así relató Mario su primer día en prisión.
Describió que al entrar al baño todo a su alrededor estaba sucio, el papel higiénico estaba tirado y todo el piso estaba mojado.
"Tenía que entrar descalzo porque no me permitían tener yinas; pienso que ahí me pude haber infectado, pero eso lo vine a deducir al siguiente día que tenía la uña de un dedo del pie levantada", narró.
Al tercer día, la salud de Mario empeoró, ya no pudo levantarse y fue trasladado al Hospital Zacamil.
"No recuerdo nada, hasta que me di cuenta que estaba en el Hospital Rosales, pero ya estaba amputado, ya no tenía el pie derecho", relató.
Entré caminando a la cárcel y salí en silla de ruedas para ya no poner de nuevo mis pies sobre la tierra
Dos meses después fue enviado nuevamente a Mariona, pero al ver su situación no lo recibieron y fue trasladado al penal de Quezaltepeque, en el que atienden a reos enfermos. En ese lugar estuvo en dos sectores, uno donde son atendidos en un sector parecido a un hospital y el otro donde existen cuidados menores. Estuvo un mes y medio en el hospital y en ese tiempo se enteró que fallecieron cuatro reos.
El 11 de noviembre, tras casi siete meses de captura, Mario por fin pudo recobrar su libertad, con medidas alternas a la detención. "Le avisaron a mi familia que me fuera a traer y gracias a Dios vi la luz afuera en libertad, sin esposas, sin nada, sin escuchar que llegan los custodios a gritarle (a uno) que es hora de conteo o que es hora de levantarse. Es una felicidad inmensa estar en casa con mi familia. Entré caminando a la cárcel y salí en silla de ruedas para ya no poner de nuevo mis pies sobre la tierra", narró.
Mario afirma que nunca perdió la fe en que iba a salir de ese lugar. Dijo que ya inició terapias para caminar de nuevo.
LA PRENSA GRÁFICA (EL SALVADOR) / GDA
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