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Los hilos que mueven el estallido social que sacude a Cuba
La inusual protesta preocupa a un régimen sin herramientas para enfrentar la crisis.
“ Los frijoles son más importantes que los cañones”, sentenció Raúl Castro durante el “periodo especial” allá por los años 90. Ese pragmatismo ha intentado implementarlo con medidas de apertura a lo largo de los últimos años.
El resultado no ha sido el esperado ante la presión inmisericorde del bloqueo unilateral estadounidense, el bloqueo interno ejercido por sectores inmovilistas y la mala istración.
Otro componente es la desidia individual –“hago como que trabajo y el Estado hace como que me paga”– dicen muchos trabajadores de empresas estatales cuyos salarios no alcanzan para proveerse de bienes de primera necesidad en una economía dolarizada, y desde junio “eurorizada”, donde las subidas de los sueldos son menores que las subidas de los precios y producen inflación elevada. Para muchos, cuesta ver la luz al a final del túnel.
Lo demostraron las multitudinarias y masivas protestas en diferentes ciudades del país el domingo pasado. Estallaron por sorpresa en medio de una dura crisis económica y sanitaria, escasez de alimentos, medicamentos y cortes de energía en unas cuarenta ciudades de la isla. Muchas derivaron en saqueos y enfrentamientos a palos, piedras y algún coctel molotov con la policía.
Cientos de cubanos asistieron a la convocatoria para defender el régimen de Cuba tras las recientes movilizaciones en su contra. Ayer reapareció el líder Raúl Castro en una de las concentraciones. Foto:Eliana Aponte / EL TIEMPO
Hace meses que la Aduana cubana permite la entrada de todos esos productos pagando el arancel, pero no deja de ser un parche porque no todos tenemos familiares que puedan viajar".
El saldo fue un muerto, decenas de heridos y detenidos. Ante la violencia se multiplicaron los llamados por el respeto a la protesta pacífica.
Las condenas internacionales no han cesado en contra del régimen cubano por la represión y la anulación del servicio de internet, clave para las marchas.
Antes de que la olla a presión estalle de nuevo, el Gobierno dio sus primeras concesiones a los manifestantes y levantó los límites y aranceles para introducir en la isla comida, productos de aseo y medicamentos, una medida que estará vigente, inicialmente, hasta final de año.
“En realidad hace meses que la Aduana cubana permite la entrada de todos esos productos pagando el arancel, pero no deja de ser un parche porque no todos tenemos familiares que puedan viajar para traer toda la mercancía que necesita el país. Al final se revenderá en el mercado negro a precio de oro. Además, dependeremos del número de maletas que permitan las aerolíneas”, comenta a este diario la cuentapropista Marisa García.
También propuso modificar el sistema salarial de las empresas estatales de manera que se aplique el porcentaje en función de la productividad.
Fue claro que el gobierno de Miguel Díaz-Canel recibió un gran un susto. El presidente reconocía esta semana que en las manifestaciones, que “responden a un plan de guerra no convencional y manual de golpe suave orquestado desde Estados Unidos”, participaron “anexionistas que actúan al servicio del imperio” y los llamó “delincuentes”, pero también protestaron “insatisfechos” y “jóvenes”.
La primera orden de Díaz-Canel en medio de los disturbios fue que los revolucionarios salieran a defender las calles. Cinco días después policías de diversos cuerpos tienen copadas las ciudades, y por ejemplo este sábado se convocó una marcha que contó con la participación de Raúl Castro. Esto a pesar de la tímida autocrítica del día 14 formulada por el sucesor del patriarca.
Aseguró por radio y televisión nacional que había “que sacar experiencias y hacer análisis” para evitar que se repitieran los choques e hizo un “llamado a la paz”, “a la unidad de los cubanos”, “al respeto de los cubanos, despojándonos de cualquier sentimiento de odio, de cualquier vulgaridad, de cualquier comportamiento indecente, pero exigiendo las normas de disciplina, las normas que garantizan en nuestra sociedad esa tranquilidad social”.
Policías arrestaron a un hombre este domingo en medio de las protestas, en una calle en La Habana (Cuba). Foto:Ernesto Mastrascusa. Efe
Ese llamado a la concordia no satisface a la oposición que está envalentonada porque consiguieron movilizar un gentío como difícilmente hubieran imaginado hace apenas unas semanas.
Hacen parte de muchos exiliados que, desde el exterior –mayoritariamente Miami–, continúan metiendo ruido en el sistema y aplauden que el presidente Joe Biden haya dicho que “Cuba es, lamentablemente, un estado fallido ... y está reprimiendo a sus ciudadanos”.
Consideraría ayudas, “pero requeriría diferentes circunstancias o una garantía de que el gobierno no las aprovechará”. “Por ejemplo, la posibilidad de enviar remesas a Cuba. No haría eso ahora porque es muy probable que el régimen confisque esas remesas o grandes porciones”, agregó el jefe de la Casa Blanca.
Para el diario 'Granma', “Si el Sr. Biden quiere ayudar a los cubanos, como dice en su discurso, cumpla su promesa electoral y acabe de revisar las medidas irracionales y criminales que Donald Trump implantó contra Cuba”.
Tras conocer esa información, Julia Fernández, ama de casa, asegura que el primer beneficiado de las remesas es el pueblo. “Que indirectamente ayude al gobierno pues sí, porque gastamos ese dinero en comprar en las tiendas o en pagar impuestos, pero gracias a esas ayudas podemos sobrevivir algunas familias, pero ¿y los otros que no tienen a nadie?”.
Si la presión internacional se mantiene, el margen de maniobra del gobierno se complicaría, pero históricamente la dirigencia cubana no acepta presiones y apostaría por la resistencia numantina antes que ceder por obligación.
Para el exdiplomático Carlos Alzugaray, la salida a esta situación dependerá de que “todos, repito todos, los actores del drama cubano actual deben actuar con responsabilidad, amor por el prójimo y empatía. El enfrentamiento, la confrontación no llevan a nada positivo”.
El también profesor universitario comenta que las razones de las manifestaciones del domingo pasado son “multicausales”. Asegura que el embargo estadounidense y la labor de “influencers irresponsables” “no son parte de un plan, pero se complementan”.
Otra causa se debe a “errores del gobierno a lo largo de estos años que no permitieron que la economía cubana estuviera en condiciones de enfrentar un desafío pandémico”.
Por su parte, el escritor Leonardo Padura firmaba en el medio digital La Joven Cuba un texto asegurando que lo sucedido después del domingo fue “un grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza y pérdida de expectativas”.
El reconocido literato agrega que “si se pierde la esperanza se pierde el sentido de cualquier proyecto social humanista, la esperanza no se recupera con la fuerza. Se le rescata y alimenta con esas soluciones y los cambios y los diálogos sociales, que, por no llegar, han causado, entre otros muchos efectos devastadores, las ansias migratorias de tantos cubanos y ahora provocaron el grito de desesperación de gentes entre las que seguramente hubo personas pagadas y delincuentes oportunistas, aunque me niego a creer que, en mi país, a estas alturas, pueda haber tanta gente, tantas personas nacidas y educadas entre nosotros que se vendan o delincan. Porque si así fuera, sería el resultado de la sociedad que los ha fomentado”.
Leonardo Padura Foto:EFE
Pienso que es una muestra alarmante de las distancias que se han abierto entre las esferas políticas dirigentes y la calle.
El creador del personaje de Mario Conde, sostiene que “una cantidad notable de personas” se manifestó en las calles y en las redes lo que “debe ser una advertencia y pienso que es una muestra alarmante de las distancias que se han abierto entre las esferas políticas dirigentes y la calle (y así lo han reconocido incluso dirigentes cubanos).
Y es que solo así se explica que haya ocurrido lo que ha ocurrido, más en un país donde casi todo se sabe cuando quiere saberse, como todos también sabemos”.
El profesor Alzugaray sostiene que “la rigidez ideológica no le permite al gobierno evaluar adecuadamente la situación y puede conducir a nuevos errores. El más grave, llamar a la guerra. Otro ejemplo, el corte de las redes para evitar propagación de información sobre manifestaciones”.
Fernando Pérez, director de cine cubano ganador de un Premio Goya, y uno de los artistas que mediaron con los jóvenes que el 27 de noviembre protestaron frente al ministerio de Cultura, indica a Oncuba que el nuevo lenguaje de aquellos jóvenes reclamaba “libertad de expresión, inclusividad, derecho al disenso, participación de una sociedad civil plural y diversa” y no ha sido así. “Sus voces no encontraron espacios, sino desconfianza, linchamientos mediáticos, ‘manotazos’, silencio”.
Según el realizador, “el problema no está en las redes, donde estos jóvenes encuentran un espacio que aquí les niegan, sino en unos medios cerrados que informan un solo discurso y nunca la diversidad en la que nuestra realidad se forja. Por eso hoy sí hay un estallido social y no solo 'disturbios' o 'vandalismo'".
Dice querer una Cuba “independiente, soberana, sin injerencias extranjeras”, pero “inclusiva, con el derecho a la palabra, al pensamiento libre y el respeto a la libertad individual”.
La receta para conseguirlo es que la construcción del país sea a través del consenso y no de la violencia y la represión. Una Cuba en la que la tranquilidad y la unidad tengan que ser preservadas con las calles en manos de las tropas especiales, será una Cuba rota”.
De todas formas, para que esa tranquilidad se concrete, el gobierno, que tiene adversarios, pero también simpatizantes, tendrá que poner de su parte y concretar cambios económicos que reclama la sociedad desde hace mucho tiempo para mejorar su nivel de vida.