En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Exclusivo suscriptores
¿Qué hay tras el feroz ataque de Hamás a la Israel dividida? / Análisis Mauricio Vargas
Casi todo el mundo condena el terrorismo, mientras se inquieta por fallas de inteligencia de Israel.
Al amanecer del sábado 7 de octubre, cientos de milicianos del grupo terrorista palestino Hamás penetraron en Israel procedentes de Gaza, al sudoeste, y atacaron varios poblados y bases militares, tras romper con palas hidráulicas las rejas de los pasos fronterizos, superar el muro de decenas de kilómetros con una docena de hombres armados volando en parapentes con motor, y copar las playas, un poco más al norte, de hombres rana con granadas y ametralladoras.
Hamás dice haber lanzado ese día unos 5.000 misiles sobre Israel, cuyo Gobierno dice que fueron 2.000. Más de 900 israelíes murieron, entre ellos 260 jóvenes masacrados con armas automáticas mientras bailaban en un festival de música electrónica en un kibutz (cooperativa agrícola), cercano a Gaza, que culminaba al amanecer del sábado.
Otros kibutz fueron atacados. En ellos, según Tel Aviv, los milicianos volaron las puertas de seguridad de los búnkeres y asesinaron a sangre fría a familias enteras. Al final del día, los terroristas que retornaban a sus refugios en Gaza se llevaron a 150 civiles y militares secuestrados, entre ellos ancianos, mujeres y niños.
La sangrienta operación fue bautizada por los líderes de Hamás como ‘el diluvio de Al-Aqsa’, en referencia a la explanada de las mezquitas en Jerusalén, de la que Hamás se declara protector. Se trata del peor ataque armado contra Israel desde la guerra del Yom Kipur –día sagrado del calendario judío–, en octubre –como ahora– hace 50 años, cuando Siria desde el norte y Egipto desde el sur lanzaron una guerra sorpresa contra el régimen de Tel Aviv.
Tras 20 días de guerra, Israel logró ganar gracias al apoyo de Estados Unidos que suministró de urgencia decenas de aviones de combate, lanzamisiles y tanques. Pero al igual que entonces, esta vez la inteligencia militar y las fuerzas de defensa israelíes han sido duramente cuestionadas por no haber previsto el ataque y por su lenta respuesta.
Editorialistas de la prensa estadounidense y europea han cuestionado las fallas que el asalto evidenció, y que el diario parisino Le Figaro calificó como “colosal fracaso” de un aparato militar “tomado por sorpresa por un ataque que necesariamente fue preparado durante largo tiempo” sin que los planes hubiesen sido detectados por Israel.
Kfar Aza, Israel. Soldados retiran cuerpos de personas asesinadas. Foto:EFE/EPA/ATEF SAFADI
División y debilidad
Pero lo más delicado para Israel es que afronta este violento desafío en uno de los momentos más críticos de su historia política, agobiado por divisiones internas ante la deriva de derechismo radical del gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu que, con su reforma judicial que limita las facultades de la Corte Suprema, amenaza la separación y el equilibrio de poderes.
“Israel está en una posición extremadamente vulnerable y sus enemigos podrían sacar provecho –le explicó a Le Figaro la historiadora sa Frédérique Schillo, experta en Israel–. Muchos antiguos mandos militares han expresado su inquietud”.
Israel está en una posición extremadamente vulnerable y sus enemigos podrían sacar provecho. Muchos antiguos mandos militares han expresado su inquietud.
El descontento entre exmilitares y reservistas con las políticas de Netanyahu se ha manifestado de varias formas, una de ellas la huelga declarada semanas antes del asalto de Hamás por más de 10.000 reservistas que proclamaron que no combatirían para defender a un país “que ha dejado de ser una verdadera democracia”.
Los enemigos de Israel lo saben. El líder de la milicia chií Hezbolá, basada en Líbano, Hassan Nasrala, lo expuso con claridad hace meses: “La sociedad israelí –dijo en julio, en televisión– ha empezado a descomponerse, en cuanto a su fe, su conciencia y su confianza en sí misma, y eso la empuja a su derrumbe, su fragmentación y, ojalá, su desaparición”.
“Nos olvidamos de ser hermanos y recibimos una guerra”, trinó en su cuenta de X el comentarista político israelí Amit Segal el sábado en la tarde.
Ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza. Foto:AFP
Netanyahu es señalado como responsable de esta división por una amplia franja opositora, que va de la izquierda al centroderecha. Pero el ataque –y la necesidad de unión para responder al desafío de Hamás– puede terminar fortaleciendo al primer ministro. Netanyahu ha pedido que el debate sobre las fallas de inteligencia se deje para después: “Ahora estamos en guerra”.
Aún así, los temas de la discusión ya están sobre la mesa. La principal crítica ha sido que, en materia de seguridad antiterrorista, el Gobierno llevaba meses trabajando sobre una premisa falsa: que Hamás, que domina la Franja de Gaza con mano de hierro desde hace década y media, estaba satisfecha con el estado de cosas.
Como escribió este lunes en Le Figaro Ran Halévi, historiador francés experto en historia política de Israel, “el ataque sanguinario de Hamás marca el fracaso de la estrategia de Netanyahu”, principal defensor de la tesis de un Hamás contento con el statu quo.
Tel Aviv lleva años hablando del sofisticado sistema de defensa aérea de Israel, que se suponía la protegía de los misiles lanzados desde Gaza. Pero ante la descomunal cantidad de miles de cohetes lanzados el sábado, el sistema fue incapaz de detectarlos a tiempo. Con razón, el diario español El Mundo dijo este lunes que aparecieron “fisuras en la gran cúpula de hierro”, como se conoce al sistema antiaéreo israelí.
Antonio Pita, analista y corresponsal de El País de España en Medio Oriente, citó otro mito que se vino abajo el sábado 7: “Que la barrera en la frontera con Gaza –en la que (Israel) ha invertido miles de millones de euros y cuenta con sofisticados sistemas de vigilancia– (…) era prácticamente infranqueable”.
Otra premisa que falló es que, gracias a sus informantes en Gaza, y al seguimiento por tecnología electrónica y de comunicaciones, la inteligencia israelí podía prever cualquier operación de envergadura que Hamás estuviese preparando. Según un documento de inteligencia que circuló el lunes en varias embajadas europeas, “hace tiempos que Hamás no menciona ni una palabra de sus planes en comunicaciones electrónicas de voz ni de texto”.
El mismo documento muestra el asombro de los servicios de seguridad europeos ante la lentitud de la respuesta militar de Israel. “Varias horas después de iniciado el múltiple asalto, el mando militar en Tel Aviv no lograba organizar una defensa consistente”, le dijo a EL TIEMPO una fuente familiarizada con el documento en mención.
Soldados israelíes en una zona a lo largo de la frontera con Gaza. Foto:EFE
¿Por qué atacó Hamás?
Hamás nunca ha necesitado razones para atacar a Israel. Enemigo declarado de la existencia del Estado de Israel, antisemita radical, y convencido de la inutilidad del diálogo y de la efectividad del terrorismo, el liderazgo de Hamás siempre se ha opuesto a los acuerdos de Oslo, firmados hace 30 años entre la Organización para la Liberación de Palestina e Israel.
Acuerdos que, por cierto, nunca fueron puestos en práctica en toda su dimensión: las divisiones entre los palestinos y los incumplimientos de Tel Aviv –en especial de sus gobiernos derechistas–, sumados a los ataques y contraataques contra la población civil de lado y lado, los llevaron al fracaso.
El ataque de Hamás este fin de semana lo confirma plenamente. Gran ironía: Hamás nació bajo el disfraz de organización humanitaria y pronto se volvió opositora del gobierno de la Autoridad Palestina, para lo cual recibió el respaldo secreto de Israel, que quería debilitar a la Autoridad.
Protestas de solidaridad con Israel en Londres. Foto:EFE
Como lo recordó Javier Espinosa, analista de El Mundo, Avner Cohen, exresponsable israelí de asuntos religiosos en Gaza durante 20 años hasta 1994, itió en una charla con The Wall Street Journal que “Hamás, a mi pesar, es una creación de Israel”, algo que definió como “un error enorme y estúpido”.
Los analistas occidentales que buscan la explicación a una embestida tan feroz y de tan enorme envergadura en este momento consideran que la crisis política israelí debida a las divisiones generadas por la reforma judicial impulsada por Netanyahu puede haber servido de invitación a Hamás para actuar.
Tras meses de gigantescas manifestaciones de grupos políticos opositores y organizaciones de la sociedad civil, algunas de las cuales derivaron en enfrentamientos violentos con la policía y con grupos ultraortodoxos de la derecha radical pro-Netanyahu, algunos conocedores hablan de delicados riegos para el país.
“La verdadera amenaza existencial reside en la posibilidad de una guerra civil, como lo repiten con insistencia los militares israelíes”, explica la historiadora Schillo, y cita la violencia entre opositores y defensores del Gobierno en la plaza Dizengoff de Tel Aviv, días antes del ataque de Hamás.
La verdadera amenaza existencial reside en la posibilidad de una guerra civil, como lo repiten con insistencia los militares israelíes.
Aunque existe información en cuanto a que la preparación del ataque duró más de un año, hay una causa geopolítica que puede haber determinado que ocurriera en este momento. Desde su nacimiento, Hamás ha recibido apoyo del gobierno chií de los ayatolás en Irán. Y ese gobierno ha visto con muy malos ojos el acercamiento entre Arabia Saudí e Israel, jugada política de gran alcance que inquieta al régimen de Teherán.
La respuesta israelí –con el cerco a Gaza iniciado el lunes, y el muy violento contraataque que se prevé harán las fuerzas de Tel Aviv en territorio palestino– implicará que, como dijo el lunes el editorial de Le Figaro, Israel vaya a ver comprometido “su acercamiento con los países árabes, en especial Arabia Saudí, dándole así un punto a Irán”.
Hasta la tarde del martes, el saldo de la confrontación más violenta en esta área del Medio Oriente en medio siglo era aterrador: más de 900 civiles y militares israelíes muertos, cerca de 150 secuestrados, y del lado de los terroristas de Hamás más de 1.500 caídos en el combate, así como 800 civiles fallecidos en Gaza.
Pero aparte de este desolador conteo, que de seguro aumentará con el contraataque israelí donde –como en ocasiones anteriores– resultarán sacrificados ancianos, mujeres y niños, lo único seguro es que la paz, que quizás estuvo cerca hace 30 años, es la gran sacrificada. Y quizás, por mucho tiempo.