El eco que comenzó hace unos meses de una alerta en el norte de México cada vez cobra más relevancia. Aunque parecía que iba a pasar desapercibido, como si se tratara de un grito mudo, el llamado de atención se ha posicionado a nivel internacional a tal punto que se mencionó entre los asistentes a la COP16 que se desarrolla en Cali. Se trata de una alerta que han emitido al menos 40 firmas de exploradores, científicos, oceanógrafos, investigadores y fotógrafos de National Geographic Society y de otras organizaciones, como Ocean Futures Society, presidida por Jean Michel Cousteau y Rubén D. Arvizu, sobre los efectos que tendría el proyecto Saguaro, que busca construir una terminal y línea de transporte de gas natural licuado (GNL) en Puerto Libertad, Baja California.
La zona corresponde al golfo de California, que desde 2005 es catalogado como Patrimonio de la humanidad de la Unesco. Allí han sido registradas al menos 36 especies de ballenas y han sido identificadas 11 familias. Las ballenas jorobadas, grises, azules, cachalotes, lobos marinos, delfines, orcas y rorcuales son avistadas.
En concreto, el proyecto implica la construcción de un gasoducto de 800 kilómetros en la Sierra Madre desde Estados Unidos a México, así como de una terminal de gas natural licuado en Puerto Libertad, Sonora, y el transporte de ese combustible en buques de más de 300 metros de largo por el golfo de California con destino a Asia.
“Lo que se está desarrollando implicará el tránsito continuo de grandes buques tanque por las aguas del golfo, causando daños graves a los hábitats de miles de especies marinas, así como impactando a comunidades dependientes del mar. Cuando navegamos por primera vez en ese maravilloso lugar, mi padre, Jacques Y. Cousteau, lo llamó el ‘acuario del mundo’. Es una parte vital”, se lee en una carta enviada el mes pasado a la presidenta Claudia Sheinbaum.
El jueves pasado, enviaron desde esa organización otra misiva a Alicia Bárcena, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, quien estuvo ayer en un foro en la Zona Azul. “Sin duda se tomarán drásticas medidas para proteger los hábitats de ballenas, delfines y miles de especies”, se lee.
“Esto va a ser un tráfico de enormes barcos. Es absurdo lo que la compañía dice argumentando que va a haber poco flujo. La contaminación y el ruido de los enormes buques van a desestabilizar el hábitat”, dice Rubén D. Arvizu, director general para América Latina de Ocean Futures Society en diálogo con EL TIEMPO.
“Queremos que las cosas se hagan bien. ¿Dónde están los estudios de impacto ambiental? Es algo que ya lleva tres años de ejecución. No estamos acusando, por eso en la carta decimos que queremos prevenir daños”, continúa.
Mexico Pacific es la empresa detrás del proyecto. Según comunicados, buscan “apoyar la transición energética mundial y proporcionar seguridad energética a Asia”. El objetivo es tener “un punto de licuefacción mucho más cercano a los mayores mercados de GNL del mundo, reduciendo costos de envío y “eliminando por completo el riesgo del canal de Panamá”. Además, según la compañía, “la ubicación y el diseño facilitan una reducción de la descarbonización en un 50 por ciento”.
Sin embargo, la alerta además está relacionada con el transporte de gas metano, algo que, según los ambientalistas de National Geographic Society, no solo afectaría a las especies vivientes sino que “también contribuiría a la emisión de más gases de efecto invernadero”.
DAVID ALEJANDRO LÓPEZ BERMÚDEZ
Enviado especial a la COP16