Dolor y respeto

Murió en Argentina Hebe de Bonafine, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, valerosas mujeres que han reclamado sin descanso por sus hijos desparecidos durante la brutal dictadura. Ojalá le rindan los honores merecidos, pues aparte de su valor, es un ejemplo de lucha por una causa noble y humana, como ninguna.

Donde quiera que haya atropellos contra los derechos fundamentales, estas voces que claman justicia y verdad siempre serán claves, pues interpretan el repudio y el clamor de todos. Por eso el presidente de Argentina la despidió “con profundo dolor y respeto”. Eso: dolor y respeto, es lo que más se siente. Además de iración. Y aquí no nos olvidemos de nuestros desaparecidos.

¿Será que esta vez sí? La guerrilla del Eln es una de las más antiguas y que, a su vez, una de las que más daño ha causado al pueblo. Y eso que decían ser sus defensores, pero al contrario le causa enormes perjuicios destruyendo las fuentes de progreso, los oleoductos, contaminando sus aguas, reclutando menores, desplazando, causando terror. Y, desde luego, todos los males que lleva consigo el narcotráfico. Es hora de que paren, de que entiendan que la gente está cansada de sus desmanes. Ojalá Venezuela, donde han encontrado refugio, ejerza un papel digno, pensando en el beneficie de los dos pueblos. Ojalá pronto se pueda trabajar el campo colombiano sin tanto miedo. Este país de tierras fértiles sería distinto si logramos aclimatar la paz.

Oportuna y constructiva columna ‘Lecciones del plan Marchall’ (EL TIEMPO, 20-11-22), de Florián Casas, obispo de Neiva, en la que destaca la importancia de las estrategias de optimización de los recursos y del subsidio a la productividad y no a la mendicidad, que le permitió a Europa, en la posguerra del 40, levantarse como el ave fénix de sus cenizas. No repartieron pescado, enseñaron a pescar.

¡Qué bueno! El trabajo enaltece y la total dependencia de la caridad estatal empobrece. El asistencialismo es el camino más fácil y rápido para que los gobernantes se eternicen en el poder, acaben con el aparato productivo y sometan a sus pueblos a la miseria.

La ciudad en estas últimas dos semanas se ha manifestado tras los abusos que han sufrido las mujeres en el transporte público. Estas protestas buscan que ellas sean respetadas y recuperen la confianza al hacer uso del sistema; por eso el gobierno, además de las casas de justicia, debería pensar en implementar algún programa de cuidado, como lo puede ser mayor vigilancia por cámaras en los buses, presencia de auxiliares de policía mujeres, tanto en estaciones como dentro del transporte, entre otras. Esto con el fin de garantizar la seguridad de las mujeres, pero también de los demás s. La seguridad allí es algo importante para la ciudad y para miles de personas que todos los días usan TransMilenio para llegar a sus hogares.