SEÑOR DIRECTOR:
Las reforma de la salud presentada por el Presidente tiene tantas falencias que, de ser aprobada a como dé lugar, será una catástrofe pronosticada por los expertos, que se llevará por delante la salud del pueblo colombiano.
Este diario nos muestra unas cifras que aterran. Dice que para funcionamiento de la nueva reforma se necesitan 11,3 billones de pesos para mejorar las instalaciones médicas, 9 billones para formalizar a los trabajadores de la salud, 1,01 billones para el gasto central y reorganización de la Adres, aparte de los gastos en infraestructura y saneamiento de los hospitales, además de que, de aprobarse, según el director de la Adres, se aumentaría el PIB de 5,4 a 5,7. ¿Qué pasaría si todo este dinero se invirtiera en mejorar lo que tenemos? Considero que tendríamos el mejor servicio de Salud del mundo.
Ojalá el poder legislativo sea consciente y no permita que lo que ha funcionado hasta ahora, después de 30 años de ajustes -aunque tiene debilidades que pueden cambiar para mejorar la atención-, se vaya al traste.
Amparo Ardila
Bogotá
Que no se repitan esos dramas
SEÑOR DIRECTOR:
En referencia a su editorial ‘Fiestas mortales’ (15/2/23), duele que se malogren vidas tan jóvenes en esas fiestas techno, como se dice, pudiendo ser evitables. Desde luego, se necesitan controles y prevención estrictos. Pero queda uno pensando en los numerosos y terribles peligros que rodean hoy a niños, adolescentes y jóvenes. No solo están los temas de la violencia sexual, de inseguridad, sino numerosas drogas que se expenden y se consiguen al parecer fácilmente.
Parecen lejanos los tiempos de fiestas un poco más tranquilas y más seguras. Se necesitan educación, acompañamiento, enseñanzas de prevención, crear conciencia de los peligros y de lo valiosa que es la vida, de cada uno. Duelen estos dramas, que tienen que dejar lecciones para evitar que se repitan.
Lucila González de M.
Volver a la cívica y la urbanidad
SEÑOR DIRECTOR:
La tristeza se ha vuelto una constante de cada día, con noticias de niños asesinados, violados o maltratados, o niños que mueren de hambre y enfermedades.
La violencia intrafamiliar aumenta cada día. La posible solución es educar a través de lo que antes era algo permanente y presente en los hogares y las aulas en los colegios: la Urbanidad de Carreño, la cívica, los principios morales, los deportes colectivos, donde se aprendía a competir y compartir con amor, solidaridad y respeto, no con miedo, violencia, matoneo o la deshonestidad.
Es necesario tomar acciones a nivel nacional, pues la descomposición social y moral es generalizada. Los casos de corrupción son también pan de cada día, los atracos, robos y violencia nos tienen atemorizados. Propongo sacar a las calles la mayoría de la Policía y el Ejército, además de personal de los entes de control, para ejercer protección de los colombianos.
Jorge Trujillo Mejía