El gobierno de Nicolás Maduro ha comenzado toda una escalada para liquidar a las ONG. La persecución busca amedrentar estas importantes expresiones de la sociedad civil organizada, que tan buenos resultados han dado en las distintas comunidades. A quienes solo pueden exhibir ineficacia, les estorba todo aquello que signifique pulcritud, en sus labores como entes que trabajan en el fortalecimiento social.
Es la malévola intención de una istración profundamente antidemocrática, que solo pretende exterminar las experiencias exitosas que están inspiradas en la solidaridad. Para ello han desatado toda su maquinaria de alevosías para crear las condiciones de poder intervenirlas.
Seguramente volverán con sus argumentaciones rebuscadas para imponer su mentira. Lo que quieren es el control absoluto para que el ciudadano siga hurgando en la miseria; de esta forma, el aparato gubernamental se convierte en la inclemente mano que aprieta la yugular de los más vulnerables. Una manera silenciosa de atentar contra aquellos que no tienen voz, un crimen de lesa humanidad al cual disfrazan con la careta de la redención.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió en su último informe que cesen la persecución y el hostigamiento en contra de las organizaciones no gubernamentales. En su oficina existen cerca de cuarenta denuncias sobre el ensañamiento que de manera sistemática ejecuta el Gobierno.
Casi como respuesta a la denuncia de la expresidenta chilena, Diosdado Cabello volvió con sus dosis de amedrentamiento a catalogarlas de amenazas para la istración de Nicolás Maduro. La ofensiva de exterminio tendrá como punta de lanza el aparato represor, que pende del hilo de la propaganda, además de nuevos gestores del mal como las llamadas “comunas”. En definitiva, todo un plan que busca decapitar cualquier opción distinta a lo establecido.
Alexander Cambero