El Festa, Festival de Teatro Alternativo, resultó una vivificante experiencia para ver en qué anda el teatro colombiano. Las salas llenas, especialmente por un público joven, un gran síntoma en cualquier época: siempre ávido de transformar la realidad a través del arte. Aunque algunos consideran al teatro la cenicienta del paseo, pues ha sido edificado con las uñas, el trabajo como una vocación y el instinto creativo de la imaginación de algunos quijotes, es un acercamiento ‘real’ y en directo al sentimiento popular. Eso marca la diferencia con otras artes.
Aquí, un paneo rápido de lo que se vio. Si el río hablara, creación colectiva del Teatro La Candelaria, expuso con sutileza y hondura los actores oscuros de nuestra violencia en los campos periféricos; a través de una devota de las ánimas, de una mujer cuya hija ha sido desaparecida y un falso poeta que juega en ambas orillas y resulta ser un delator (protagonizados por Alexandra Escobar Aillón, Nohra González Reyes y Coco Badillo), en una espiral rulfiana, entendemos al final que están muertos y son los ecos de la memoria las voces que nos hablan de una tragedia cotidiana de nunca acabar.
O en Desde adentro, de VB Ingeniería Teatral, con la dramaturgia y dirección de Fanny Baena Moreno, que relata el confinamiento de una familia, con ironía y aires esperpénticos, sumergiéndonos en la locura de la “maldita pandemia”, que trastocó la conciencia de la humanidad, ambientado con un fondo musical brillante.
Ezequiel, de La Fábrica de Sueños, de Medellín, es el monólogo de un desterrado, no de un profeta, que perdió a su amada Helena y a su hijo en un caballo de palo arrasado por el apocalipsis de la barbarie. Donde el viento hace buñuelos, del Centro de Antropología Teatral de Argentina; la mirada ancestral y siempre lúcida de Beatriz Camargo Estrada con su Teatro Itinerante del Sol en El viaje de Henrik; la poética de Carlos Satizábal sobre el otro Borges; Yo no soy Chavela Vargas, de Teatro Modular de la Memoria, de Luz Stella Luengas, y la visión cultural de Patricia Ariza.
Más de 80 presentaciones, entre danza y teatro, que remozaron la Semana Santa. Unos precios cómodos; eso sí, una dificultad: las obras se podían ver un solo día. Hacia el futuro, más selección y una programación amplia para cada grupo. El teatro es una alternativa de vida y permanente reflexión.
ALFONSO CARVAJAL