África, un continente desdichado

Las catástrofes de Marruecos y Libia, con un saldo de víctimas aún incierto, han expuesto crudamente la realidad de un continente poco conocido, al que las grandes potencias dedican fundamentalmente su influencia en la voraz extracción de riquezas o en extender su dominio político global.

África está siendo víctima central de epidemias recientes, como el covid, con un mayor número de víctimas y una distribución injusta y desigual de las vacunas y patentes. Al mismo tiempo, los brotes de enfermedades como el ébola o el virus de Marburgo se están volviendo cada vez más comunes. El continente africano está presente además en la multiplicación de golpes de estado militares: 10 levantamientos castrenses en 4 años, por causas falsas o reales, ya sea para derrocar a un dictador o un presidente corrupto, reconducir políticas y prácticas antiterroristas, o por mera ambición.

Marruecos fue triste noticia reciente desde la catástrofe volcánica que se inició el pasado viernes 8, cuya dificultad para encontrar víctimas mortales y heridos, por la dispersión de las aldeas afectadas, en todo caso no bajará de 3. 3000 muertos y un número similar de desaparecidos, desde Marraquech hasta Fez. El terremoto ha sacado a la luz la miseria de la mayoría de la población marroquí, su desigualdad y vulnerabilidad, mientras ha estimulado el descontento social, con una cúpula de poder encabezada por el rey Mohamed VI, que pasa la mayor parte de su tiempo en París y que estuvo ausente del país en sus peores días iniciales y tardó casi un día en emitir un comunicado de condolencia, el único hasta ahora.

También al norte de África, Libia acaba de vivir la catástrofe ocasionada por la tormenta Daniel con decenas de miles de damnificados en un país de 6,7 millones de habitantes. Tras el asesinato del dictador Gadafi en 2011, en el contexto de intervenciones internacionales en búsqueda de la renta del petróleo, la más elevada del mundo, Libia está dividida con dos gobiernos paralelos en el Este y el Oeste, lo que está dificultando la asistencia a las víctimas.

En cuanto a su estabilidad política, África sufre una verdadera epidemia de golpes de estado. El pasado día 30 de septiembre, llegó la cuarta asonada a una excolonia sa. Esta vez en Gabón donde los militares arrestaron al presidente electo Aló Bongo por “fraude electoral”. Níger, importantísima para la política exterior de Francia, fue escenario de un golpe el pasado 20 de Julio, con el general Tachini al frente de una junta militar.

La ola de recientes golpes militares se inició en Sudán en 2019, tras 4 meses de protestas populares contra el dictador Al Bashir. Los golpistas prometieron que no se quedarían más de 2 años en el poder, pero al llegar 2021 abortaron la posible transición democrática: así hasta hoy.

En Chad, en el verano de 2021, el hijo del difunto dictador Idrisis Déby ocupó el poder después de un golpe, sin que manifieste intención de abandonarlo. También en Setiembre de 2021, el coronel Doumbouya tomó el poder en Guinea Conakri, teóricamente en contra del dominio francés, aunque sigue en el poder a pesar de sus promesas de cambio.

Como apuntaba al inicio, en África se está manifestando más que nunca el enfrentamiento ente las grandes potencias por el dominio de zonas y recursos. Es patente el pulso entre Francia, la gran potencia colonial y Estados Unidos, fundamentalmente por los recursos petroleros. Los estadounidenses que ha centrado su estrategia en expulsar a los ses del continente. También China y Rusia están incrementando su influencia; en el primer caso a través de su implantación económica, mientras, los rusos han ido sumando dominio, incluso a través de los paramilitares de Wagner apoyando a algunos regímenes militares.

Finalmente, cabe apuntar la tragedia humana de los miles de africanos que tratan cada día llegar a las costas del Sur de Europa en busca de supervivencia, a los que espera tantas veces el naufragio y la muerte. Esta semana llegaron a la isla italiana de Lampedusa nada menos que 6.000 inmigrantes ilegales, a los que no cabe otra salida que la expulsión, a través del sistema europeo Frontex, gravemente violador de los Derechos Humanos.

En todo caso, más allá de una perspectiva abiertamente pesimista, la analista de la Fundación Alternativas, Andrea Chamorro, sostiene que “África posee una gran complejidad y mucho que ofrecer. Se suele pensar que el continente se encuentra cerrado a lo que ocurre en el mundo, y es todo lo contrario, por lo que no es ajeno a los importantes cambios geopolíticos que ocurren hoy en día”.

ANTONIO ALBIÑANA

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