Cuando se cumplen 75 años del Estado Israelí, instaurado a través de la ocupación de las tierras palestinas y donde hoy viven medio millón y medio de seres humanos, tanto judíos como árabes, se asiste a lo que un diario tan poco sospechoso de fanatismo con ‘El País’ de Madrid considera una “asfixia palestina en Jerusalén”, ya que los judíos la consideran su capital “única e indivisible” aunque los palestinos representen el 40 % de su población, y se encuentren cada vez más sometidos a secuestros, arrestos, operaciones policiales, demolición de hogares y expansión de asentamientos en sus zonas.
Un reciente informe confidencial sobre Jerusalén de los representantes diplomáticos de la Unión Europea ante la Autoridad Palestina revela de forma muy explícita la programación de la mencionada política de asfixia total de Israel sobre la población palestina en los últimos meses. Las cancillerías ante Bruselas se refieren a planes e iniciativas legales para alterar unilateralmente el estatus y las fronteras en Jerusalén que, según editorializa ‘El País’ “no deberían quedarse en una mera protesta retórica y apreciación testimonial”. Mientras tanto, Israel califica de “organizaciones terroristas” a las organizaciones no gubernamentales que denuncian los abusos del Gobierno y defienden los derechos humanos de los palestinos, en línea con Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el propio diario israelí ‘Haaretz’. Según estas fuentes, los colonos judíos en territorio palestino tienen vía libre para incendiar, disparar, arrancar olivos… como ha venido sucediendo en las localidades al norte de la Cisjordania ocupada como Huwara, Zatara o Burim, siempre bajo la pasividad del ejército, que siempre está vigilando cerca.
Así lo han denunciado instancias poco sospechosas de fanatismo palestino, como la organización de judíos estadounidenses Voces Judías por la Paz (J.V.P.), que define la actuación de los colonos israelíes como “Progromos”, similares a los que los propios judíos sufrieron en los siglos XIX y XX en Rusia, o la organización de Derechos Humanos israelí B’Tselem.
El gran escritor judío (nacido en Jerusalén) David Grossman, al que uno de sus tres hijos mataron los islamistas de Hezbolá en Líbano, ha glosado el aniversario de la fundación del Estado de Israel, que nació como indicábamos al inicio de la ocupación de las tierras palestinas: “Israel cumple 75 años de independencia, pero sin tener fronteras permanentes y aceptadas. Desde los primeros momentos, los límites del Estado se han contraído y ampliado en función de guerras y operaciones, retiradas, acuerdos…”. Grossman, que se considera vinculado al judaísmo desde un punto de vista laico y humanista (lo único que considera “sagrado” es la vida humana), critica “la indiferencia de la mayoría de israelíes ante la ocupación del pueblo palestino y sus tierras, cuando está pendiente de resolver el conflicto y alcanzar una verdadera reconciliación con los palestinos, una verdadera minoría perseguida, como lo fueron los judíos durante tantos siglos”.
Especial interés tiene al análisis de Shlomo Ben Ami, que fuera ministro de Asuntos Exteriores israelí y artífice de los Acuerdos de Camp David del 2000 para una paz israelo-palestina, con la solución, desgraciadamente inédita, de dos Estados en paz que nunca se ha llegado a aplicar.
Para Shlomo, Israel se extiende “desde el Mediterráneo hasta el río Jordán, dominado por una raza superior que es la judía, donde los palestinos no tienen ningún derecho”. Un ‘apartheid’ que cada vez se hará más evidente con el aumento demográfico de la población árabe. Israel, según el politólogo israelí, se parece cada vez más a la Sudáfrica del ‘apartheid’, pero sin la solución sudafricana. Planteándose un previsible futuro de mayoría demográfica palestina, no existe para Ben Ami “ningún escenario posible en el que la minoría judía en algún momento ofrezca el poder a la mayoría árabe”.
¿Habría una posibilidad de acuerdo en el que Israel se retire unilateralmente de los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Gaza? Para el antiguo canciller israelí: “No es imposible. Replegarse en la valla supondría anexionarse solo un 8 % del territorio palestino y desmantelar los asentamientos en Cisjordania”. Algo que se ve muy lejos en la realidad israelí actual, cuando los colonos judíos (ilegales, según Naciones Unidas) tienen una representación mayoritaria en el Gobierno. Malos tiempos para la paz.
ANTONIO ALBIÑANA