La Junta Directiva del Banco de la República, creada por la Constitución de 1991, está cumpliendo 30 años. Con este motivo el Banco acaba de publicar un estupendo libro, Junta Directiva del Banco de la República: grandes episodios en 30 años de historia, escrito por Gloria Valencia, periodista muy reconocida en los círculos económicos en el país.
El libro recoge la trayectoria de la junta y de sus en 52 episodios. Su autora entrevistó a exgerentes, a codirectores, a exministros de Hacienda, a expresidentes de la República y a algunos dirigentes gremiales. Revisó también las actas de las reuniones de la junta.
Más que un tratado de política monetaria, que no lo es, el libro cuenta la historia de las principales decisiones de la junta en forma ágil y sencilla, al alcance de cualquier lector. Hace énfasis en los protagonistas como elemento fundamental de la historia: la interacción entre quienes conforman un cuerpo colegiado, sus personalidades, su trato personal y sus ideas. Igualmente, y muy importante, la relación con los ministros de Hacienda y con los presidentes.
El libro constituye, entonces, un complemento esencial para quienes en el futuro escriban la historia de la política económica de las tres décadas. Es muy oportuno. Se publica en el desarrollo de la campaña electoral por la Presidencia de la República y destaca la importancia de la independencia del Banco, así como las dificultades para bajar la inflación de los niveles de 30 por ciento al iniciarse los años noventa del siglo pasado a los de 3 por ciento en la actualidad. Un proceso complejo técnicamente y no exento de tensión entre los de la junta y el Gobierno. Situaciones legítimas: los presidentes desean maximizar durante sus mandatos las tasas de crecimiento económico y se molestan cuando la junta decide elevar la tasa de interés de referencia para controlar la senda de los precios a los consumidores.
El libro cuenta la historia de las principales decisiones de la junta en forma ágil y sencilla, al alcance de cualquier lector.
Una tarea clave de la junta desde sus inicios fue la de construir institucionalidad y credibilidad en los agentes económicos y en el público. Algunas veces contra viento y marea, pues no faltaron ni el Gobierno ni los congresistas que quisieron cambiarla. Es por eso revelador que la junta aparezca en una encuesta como la de Cifras y Conceptos, divulgada la semana pasada, como la institución más respetada entre los colombianos, por encima de la Iglesia católica o las Fuerzas Armadas.
Parte esencial de la institucionalidad es que el gerente del Banco de la República sea designado por la junta y no por el presidente de la República. Otra, más difícil de mantener, es que los presidentes no puedan cambiar sino a dos de la junta durante su período de cuatro años. Y una, informal, es que en la conformación de la junta prime la diversidad de ideas y de origen regional en sus integrantes.
La reelección presidencial y las renuncias de sus –la mía incluida– alteran la regla de los nombramientos, contemplada en la Constitución, y conducen a situaciones anómalas, como la actual, en la cual los cinco independientes han sido designados por el presidente Duque. Con todo, queda claro en el libro que, al traspasar el umbral del Banco de la República, los escogidos se comportan en función de la misión que tienen y no en la de intereses ajenos a ella.
Es importante proteger en el futuro la institucionalidad de la junta y la independencia del Banco. El relato del libro señala el daño que hacen a la junta y a la economía situaciones en las cuales los presidentes y sus ministros no se comprometen con esa defensa e intentan cambiar las reglas de juego. El Banco y su junta son fundamentales para mantener la estabilidad económica en el país.
CARLOS CABALLERO ARGÁEZ