Colombia estaba quedadísima en la regulación frente a los vapeadores y cigarrillos electrónicos. En países como México y Argentina, la venta de estos productos está prohibida. En Colombia apenas este 6 de marzo se aprobó en último debate un proyecto de ley para regularlos y aún falta la conciliación de textos y la sanción presidencial.
Ese tiempo de desregulación permitió que muchas personas, adolescentes con frecuencia, se engancharan con los cientos de ofertas que encuentran en el mercado de vapeadores de distintos sabores y tipos. Los ‘vapos’ son dispositivos que calientan un líquido para crear vapores que se inhalan. Fueron creados como una alternativa para quienes buscaban dejar de fumar y por eso contienen nicotina, una sustancia altamente adictiva y de tal toxicidad que es usada incluso como insecticida casero.
Lo absurdo es que durante años se aplicaron en países como Colombia medidas que lograron que la gente más joven dejara de ver el cigarrillo como algo cool. La imagen de glamur del cigarrillo se posicionó en las primeras décadas del siglo pasado, con agresivas campañas de publicidad y falsos estudios médicos, impulsados por la industria tabacalera.
Por años fumar fue presentado incluso como un hábito saludable, para mejorar, por ejemplo, la salud dental. Entre las décadas del 30 y el 50, muchas estrellas de cine recibieron millonarias compensaciones por mostrarse en escena fumando, un hábito que miles quisieron imitar.
Tras ser innegables los daños a la salud producidos por el tabaco, se instauró en buena parte del mundo una estricta prohibición a la publicidad del cigarrillo, acompañada de medidas de disuasión para potenciales compradores. Con imágenes explícitas en los empaques, como unos dientes o pulmones ennegrecidos, o un recién nacido en cuidados intensivos, el consumo se disuade.
De acuerdo con la Universidad Industrial de Santander, entre 2020 y 2022, 59 personas fallecieron en Colombia a causa del vapeo
La historia cambió en 2015, cuando dos emprendedores fumadores crearon en Estados Unidos un vapeador para comercialización masiva llamado Juul. El producto se ideó como una opción para que los fumadores, adictos a la legal nicotina, tuvieran una alternativa más sana. El Juul les permitiría en teoría seguir consumiendo nicotina, pero en menor cantidad y sin quemarla, considerando que la combustión es el mayor peligro del cigarrillo.
Aunque el objetivo de Juul era ofrecer una opción para quienes ya fumaban, sus agresivas y efectivas campañas de marketing se dirigían a los más jóvenes, a pesar de que eran justamente ellos quienes más desinterés mostraban por el cigarrillo. El producto se ofrecía en variedad de sabores y para todos los gustos.
Al igual que en las primeras décadas de la comercialización masiva del cigarrillo, Juul fue revelado como algo cool. Las piezas publicitarias mostraban explícitamente a menores de edad, así como a reconocidos ‘influencers’ y actores vapeando.
Entre 2019 y 2020, las autoridades sanitarias de Estados Unidos alertaron sobre un grave daño pulmonar que producía el vapeo. En un periodo inferior a 12 meses, más de 2.800 personas resultaron hospitalizadas y 68 fallecieron, muchas de ellas menores de edad.
Juul terminó siendo sancionada como empresa por la FDA y modificó algunas prácticas, pero la herencia de Juul fue posicionar el vapeo entre los jóvenes, paradójicamente, creando nuevos adictos a la nicotina. Aunque no era la única compañía de vapeadores, fue la que posicionó el producto y logró elevar el nivel de nicotina en los dispositivos a una cantidad altamente adictiva, equivalente a la del cigarrillo.
La mayoría de vapeadores contienen nicotina, además de sustancias potencialmente cancerígenas y metales pesados. Como todo vicio, la adicción a la nicotina gracias al vapeo es fácil de adquirir, pero difícil de dejar. Un adolescente que aún no ha completado su desarrollo cerebral puede desarrollar la adicción en apenas semanas, y durar años intentando desprenderse de ella.
En los colegios hay grandes dificultades para regular el vapeo. Al fumar cigarrillo el olor, el fuego y el humo delatan a la persona. Con un vapeador, que muchas veces se confunde con un labial o un bolígrafo, se necesitan apenas segundos para inhalar sin dejar rastro. Fumar obliga a la gente a salir al aire libre y a hacer pausas en su vicio, vapear les permite consumir nicotina durante todo el día, sin parar.
La historia de Juul terminó por donde empezó. Philip Morris, la mayor empresa tabacalera del mundo, terminó adquiriendo una parte de la compañía. De acuerdo con The Examination, la corporación ha entregado millones de dólares a la Fundación para el Mundo Libre de Humo, que apoya a su vez a muchos grupos provapeo, que buscan influir en la legislación sobre el vapeo en todo el mundo.
De acuerdo con la Universidad Industrial de Santander, entre 2020 y 2022, 59 personas fallecieron en Colombia a causa del vapeo y aún la regulación, que es todo un reto para aplicar, no está sancionada. Pa’ antier es tarde.