En política no hay cadáveres. Lo confirma esta semana el nombramiento de Juan Fernando Cristo como ministro del Interior, dos meses después de una decisión del Consejo de Estado que anuló la personería jurídica de En Marcha, el partido de papel que el exfuncionario samperista y santista había fundado en 2018. No tiene partido ni congresistas, ni tiene buena imagen en la opinión, pero aun así el presidente Gustavo Petro lo puso al frente de la cartera política.
¿Es un guiño al expresidente Juan Manuel Santos, que tan crítico de Petro se ha mostrado? ¿O quizás un agradecimiento al expresidente Ernesto Samper, que tanto lo apoya? No es clara la utilidad para el Gobierno de nombrar a alguien tan quemado y que, además, al aceptar, ha confirmado su infinita capacidad de dar volteretas.
El 16 de marzo, Cristo había desechado la propuesta de Petro de una asamblea constituyente, al decir que es “una mala idea (...) inviable (...) el Gobierno está lejos de contar con las mayorías en el Congreso para aprobar(la)...”. Con gran descaro, Cristo asegura ahora que, en su flamante chanfa, buscará “un acuerdo nacional” para convocar la dichosa constituyente. La velocidad con que se sumó Cristo a la “mala idea” lo califica para subir al podio de los mayores voltearepas de la historia del país, una competencia muy reñida.
El 16 de marzo, Cristo había desechado la propuesta de Petro de una asamblea constituyente, al decir que es “una mala idea (...) inviable (...) el Gobierno está lejos de contar con las mayorías en el Congreso para aprobar(la)...”.
De paso, deja a su jefe Santos como un pendejo –o como un cínico–. Es el quinto de los alfiles del exmandatario que se petrifica. Se suma a Roy Barreras, Armando Benedetti, Alfonso Prada y Guillermo Rivera, pero estos al menos estaban con Petro desde el principio. Cristo acepta, a pesar de los ataques del Presidente contra Santos, de quien ha dicho que se benefició de la plata de Odebrecht.
En otro ataque al expresidente, el excanciller Álvaro Leyva sostuvo hace poco que cuando Santos estampó su rúbrica en los acuerdos con las Farc, “no leyó lo que firmó”. El delfín Martín Santos, pobrecito, que ha cuestionado a Petro, tuvo que salir a trinar que su padre “no tiene cuotas en el Gobierno”. Y Santos se vio obligado a reiterar sus críticas: “Tratar de convocar una constituyente sería un gran error...”, le dijo este jueves a EL TIEMPO.
Todo es una mascarada. Constituyente no va a haber en este gobierno, y Cristo lo reconoce al decir que si es convocada se reuniría después de 2026. Decenas de congresistas han salido a rechazarla. El senador liberal Mauricio Gómez le comunicó a Cristo: “Conmigo no cuente”.
José Fernando Reyes, presidente de la Corte Constitucional –tribunal que debe darle paso a la idea y que, por cierto, ya ha tumbado media reforma tributaria–, criticó con dureza la iniciativa: “La banalización de la Constitución y, lo que es peor, el querer cambiarla porque sí, es el peor mensaje que se le puede dar al pueblo”, aseguró. Otros magistrados de las altas cortes han opinado en el mismo sentido.
En una pirueta más, el nuevo mininterior explicó que impulsará la idea “bajo los parámetros de la Constitución del 91”, la misma que Petro y Leyva se querían saltar. Cristo se atrevió incluso a mandarle un sablazo a su nuevo jefe, al decir que la asamblea debe ser fruto de un acuerdo nacional y “no de imposición de alguien...”.
Viudo de poder y sin futuro político, Cristo corrió a aceptar el cargo. Hasta ahí, puro oportunismo. Se comprometió, además, a trabajar por una idea que –él sabe– está destinada al fracaso. Y eso es puro cinismo. A nadie engaña con su rollo de “un acuerdo nacional”, cuando Petro anda en otra cosa. La prueba es que, días atrás, declaró que, al iniciar su mandato, cometió un error al pactar con los centristas.
Al petrificarse, Cristo solo engaña al Presidente. Aunque quizás a Petro le sirva que haya otro gallo cacareando el cuento de la constituyente, para poner al país a hablar de eso, y no de lo mal que van el Gobierno, la economía y la salud, o de los soldados asesinados en Cauca y Antioquia.
MAURICIO VARGAS
Instagram: @mvargaslinares