La fila de los multimillonarios en la posesión del presidente Trump el lunes anterior, detrás del mandatario y por delante de los del gabinete ministerial, mostró el inicio de una "oligarquía": del gobierno de los más ricos, para los más ricos. La concentración de riqueza representada en el Capitolio no tuvo precedente alguno. Señal poderosa del papel de la riqueza en el período presidencial estadounidense que acaba de iniciarse.
Recordé que la "oligarquía" fue responsable de la desaparición de la democracia en Atenas. Lo había leído en un libro sobre la historia del gobierno que informaba que, hacia el año 86 antes de Cristo, los romanos ocuparon Atenas y el gobierno de la ciudad quedó en manos de un Consejo formado por un grupo de ricos quienes compraron el apoyo de la población de diversas maneras y gastaron sus recursos en obras suntuarias. Tanto que Aristóteles aconsejaba a los demócratas "impedir que los ricos emprendieran proyectos costosos e inútiles". Lo que era una democracia se convirtió en una "oligarquía".
Hay razón de más para preocuparse por lo que vendrá en Estados Unidos en el futuro cercano. Sobre todo, en una fase de la historia en la cual la democracia como sistema de gobierno se ha desprestigiado en todo el mundo. Una encuesta realizada antes de la elección presidencial registró que solamente el 7 % de los ciudadanos mostraban preocupación por la continuidad de la democracia en su país.
Nunca en la posesión de un presidente habían estado presentes los cinco hombres más ricos del mundo, incluyendo al más rico de Europa. Nunca un gabinete ministerial había tenido mayor representación de individuos millonarios; Trump nombró trece altos funcionarios superricos. Y nunca un presidente había anunciado el establecimiento de un ministerio como el de la "eficiencia gubernamental" para ponerlo en cabeza de dos poderosos empresarios, uno de los cuales es el hombre más rico del mundo, el señor Musk. Quien, dicho sea de paso, mostró su euforia cuando Trump mencionó su interés en colocar la bandera de Estados Unidos en Marte ("un proyecto costoso e inútil").
No es que los empresarios ricos no hubieran tenido influencia en los gobiernos en el pasado. Siempre la han tenido y la seguirán teniendo. Pero la prioridad de los gobiernos en una democracia es, y debe ser, la defensa de un interés superior, el de toda la población, el "bien público". Esto no sucede cuando el poder se concentra en los más ricos y, con sus acciones, domina al resto de los ciudadanos.
La relación entre el mundo de los negocios y el Estado se centrará, por tanto, en la búsqueda de rentas particulares a través de los os personales, más que en la operación libre de los mercados. Es el regreso a la época de las "bárbaras naciones". No solamente peligra la democracia como sistema político, sino la equidad económica y social, de por sí deteriorada por las enormes fortunas de los magnates que sonreían durante el discurso de Trump, y la prosperidad futura.
Nota sobre Colombia
Al contrario de lo que piensa y expresa frecuentemente el presidente Petro, en Colombia nunca hubo una república "oligárquica" como sí ocurrió en Perú, Chile, Argentina, México y Brasil en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. Los inmigrantes europeos acumularon grandes fortunas y entraron a la política y a los gobiernos, para ser después derrocados por los militares.
Hemos tenido unas élites, conformadas por familias que vienen desde la Colonia. Las más ilustradas alcanzaron posiciones de poder en los gobiernos. Hubo empresarios en los gabinetes ministeriales, pero nunca el más rico, por rico, llegó a la Presidencia de la República.