Humano. Más humano. Muy humano. El infierno que vive por dentro el líder de la Colombia Humana y Presidente de los colombianos: delirios de persecución, paranoia de golpe blando, compulsión contra los medios de comunicación, profundo miedo con las cortes y desconfianza hacia otras personas, principalmente las del Congreso, Consejo Nacional Electoral y Elon Musk o como se pronuncie.
Demasiada presión para cualquier hombre, pero mucho más para quien vivió en el monte por 13 años y ahora es esclavo de un palacio y prisionero de un puesto problemático. Infierno donde le dan de probar a diario un poco de su propia medicina de revolucionario: congresistas sublevados con el presupuesto, camioneros insurrectos por el aumento del diésel, magistrados rebeldes del CNE que investigan cuentas de campaña y que hoy podrían abrirle investigación formal por presunta violación de topes.
El que las hace las paga y el que las ve hacer también las replica después. Malhumorado y conflictivo, expide docenas de decretos a diario, como el que quiere sacar con los 523 billones del monto del presupuesto general para el próximo año, o como el que se sueña expidiendo para modificar el Estatuto Tributario Colombiano y así recoger los 12 billones que le faltan como mínimo para que le cuadre ese cálculo despiporrado.
Atajó en mente para evitarse el trámite legislativo de una reforma tributaria que, para colmo de males, encarecerá la factura de luz a los hogares colombianos. Recibo que saldrá más caro por el impuesto al carbono que deberán pagar las centrales de generación térmicas, responsables de generar el 30 % de la energía en condiciones normales y más del 50 % cuando escasea el agua en los embalses, como acaba de suceder con el reciente fenómeno de El Niño entre noviembre y mayo.
Demasiada presión para cualquier hombre, pero mucho más para quien vivió en el monte por 13 años y ahora es esclavo de un palacio y prisionero de un puesto problemático
Esclavo de sus propias cadenas y de una lengua con la que mucho habla y mucho yerra: periodistas que sí debieron matar, pero que no mataron, complot para asesinarlo financiado por los narcos, hombres proclives a los nazis como Elon Musk o periodistas del poder que son muñecas de la mafia. Moscas en la boca hasta para violar las cláusulas de confidencialidad en la adquisición del ‘software’ de espionaje Pegasus y por cuyas palabras vetaron a Colombia en las organizaciones de inteligencia global contra el lavado de activos.
Indicios de un trastorno del habla conocido popularmente como verborrea que se caracteriza por una producción excesiva y acelerada de palabras, acompañada generalmente de una disminución en la coherencia y claridad del mensaje. Alocuciones donde Gustavo Petro cita profusamente historia patria y universal, menciona deshilvanadamente a cineastas como Bernardo Bertolucci, sociólogos como Jürgen Habermas, próceres de la independencia como Antonio Nariño, presidentes chinos como Sun Yat-Sen, dictadores como Hitler, Francisco Franco o Salvador Allende.
En un contexto clínico, la verborrea es un síntoma de enfermedades neurológicas, como el trastorno por déficit de atención y esquizofrenia, manía en el trastorno bipolar, síndrome de Tourette, demencia, lesiones cerebrales traumáticas, síndrome de Asperger. Clínicamente, se asocia a la ansiedad, el estrés, la euforia o el consumo de ciertas sustancias estimulantes.
El tratamiento depende de la causa subyacente del trastorno, pero afecta negativamente las relaciones interpersonales y el rendimiento laboral de una persona, de acuerdo con la Asociación Mundial de Psiquiatría y su definición de verborrea, también conocida como taquilalia, logorrea, o como se pronuncie.
No se trata, pues, de un simple problema de ineptitud como dice Mauricio Vargas, ni de un personaje cantinflesco como escribe Ricardo Silva, tampoco de un populista inconexo y lengisuelta como sugiere Enrique Santos Calderón. De fondo, parece existir algún tipo de problema en la salud mental del Presidente, como lo aseguran en redes sociales psicólogos y psiquiatras, cuyo diagnóstico más repetido es el de una psicosis, un trastorno caracterizado por una desconexión con la realidad.
Tal vez a eso se refería el hermano menor del presidente, Juan Fernando Petro, cuando en una entrevista televisada con el programa Los Informantes soltó detalles de su infancia al intentar explicar sus repetidas ausencias: “el habita su propio universo que está en su cabeza. A veces el mundo no existe allá afuera”.
PAOLA OCHOA