No nos digamos mentiras. El 99 por ciento de los colombianos no tenemos ni idea de qué son las criptomonedas ni de cómo funcionan, y mucho menos conocemos el ecosistema en el que operan, cómo se gestionan y quiénes son sus principales jugadores. Esto explica que casi ninguno le hayamos dado trascendencia alguna a uno de los mayores colapsos financieros en la historia: el de FTX, un episodio que ha ocupado la primera plana de los medios estadounidenses, europeos y asiáticos en las últimas semanas.
Hace unos días, la casa de cambio FTX, unas de las tres más importantes en el mundo de las criptomonedas y avaluada en 32.000 millones de dólares, se declaró en bancarrota. Su colapso, que se produjo tras fracasar el rescate que le iba a hacer Binance, la casa más grande del sistema, abrió un boquete enorme de dudas sobre el mundo cripto, inclusive poniendo en riesgo su existencia. En la crisis de FTX, 8.000 millones de dólares se esfumaron.
Algunos medios financieros estadounidenses señalaron que detrás de todo este episodio hay una estafa monumental de Sam Bankman-Fried, el creador de FTX, y su exnovia Caroline Ellison, gerente general de la empresa corredora Alameda Research. En medio de todo este caos, Bankman-Fried ha tratado de culpar a su expareja de lo sucedido.
Mientras la justicia actúa, el sucesor de Bankman-Fried, John Jay Ray III, señaló que lo de la empresa es el mayor fracaso de control corporativo que haya visto en su vida profesional. Cabe recordar que Ray III, indicó ‘The New York Times’, estuvo en el manejo de crisis del colapso de la gigante energética Enron, a principios de siglo.
En una extensa investigación, ‘The Wall Street Journal’ explicó que lo de FTX no fue una transacción errada o producto del descalabro que sufrió este año el valor del mercado cripto a nivel general (pérdidas de 2.000 millones de millones de dólares). “Durante mucho tiempo lleva siendo un caos. Desde su concepción y operación en las Bahamas, FTX ha sido la suma de una serie de entidades corporativas y de activos de clientes sin control. Nadie sabe de quién era qué”, dijo el diario.
Lo que los investigadores han comenzado a conocer es que FTX, al estar en un mercado con una regulación financiera internacional casi que inexistente, realizaba múltiples operaciones ilegales en muchas jurisdicciones, como en Estados Unidos. Aun así, FTX usó decenas de millones para hacer cabildeo en distintos entes legislativos del planeta. Ello le permitió ir pasando de agache pese a que los estados financieros de la empresa gritaban a varias voces el desorden en el que se encontraba.
Uno pensaría que el monumental fracaso de FTX se restringiría a esta corporación, pero el daño que le ha ocasionado al universo de las criptomonedas puede marcar el principio del fin de lo que se llamó en una ocasión el mercado financiero perfecto. Desde hace varios años, reguladores han querido poner en cintura a las criptos, pero nunca se dieron a la tarea de hacerlo. Tras lo ocurrido la semana pasada, varios entes de control han prometido la creación de una regulación muy estricta para evitar que se repita esta estafa.
En América Latina el que ha sentido este golpe es El Salvador, donde su presidente, Nayib Bukele, se la jugó por la criptomoneda bitcóin para impulsar la economía local. Pese a que el mandatario sigue defendiendo su apuesta, los hechos muestran lo contrario: el mercado bitcóin ha perdido dos tercios de su valor en el país centroamericano.
El mundo cripto, como muchas pirámides, sirvió para enriquecer a unos pocos, pero ya tenemos mucha experiencia para saber que la plata fácil no existe, y menos en cantos de sirena que no son fáciles de entender. Veremos qué sucede en los próximos meses. Por el momento, eviten invertir en criptomonedas. No es un espacio recomendable.
DIEGO SANTOS
Analista Digital