¿Aguantará la democracia la salvaje embestida de la desinformación en 2024?

En un hecho sin precedentes, más de 4.000 millones de personas podrán participar en las más de 40 elecciones democráticas que habrá en 2024. Estados Unidos, el Reino Unido, México, Sudáfrica, India, Indonesia y el parlamento de la Unión Europea son algunas de las democracias que abrirán sus urnas para escoger a sus próximos mandatarios. Algunos países renovarán a sus líderes, mientras que otros mantendrán a los que ya están. Sin embargo, la gran pregunta que se hace mucha gente es en qué comicios se van a inmiscuir rusos, chinos e iraníes para continuar menoscabando los sistemas democráticos sobre los que la humanidad ha logrado el mayor progreso de su historia.

Más allá de lo significativo de que más de la mitad de los habitantes del planeta podrán votar, algunas personas con más libertad que otras, 2024 será el año en el que podamos medir qué tan robusta está siendo la democracia a nivel global. ¿Experimentaremos unos resultados que nos generen optimismo o, por el contrario, nos veremos obligados a aceptar que nuestro futuro se va a definir a expensas de los planes que rusos, chinos e iraníes tengan preparados para nosotros?

El primer ‘test’ de lo que se avecina lo vivimos la semana pasada en Taiwán y representó, a Dios gracias, una victoria para la democracia. Pese a las incesantes y abusivas presiones de China por derrotar al candidato del gobernante Partido Democrático Progresista, el pueblo escogió a Lai Ching-te como su próximo presidente. Estados Unidos, el Reino Unido y Japón desataron la ira de los chinos luego de que felicitaran por los canales diplomáticos a Lai.

Para impedir su victoria, Beijing desplegó todo su arsenal económico para contratar influenciadores prochinos en Taiwán. Asimismo, inundó las redes sociales con desinformación sobre el partido gobernante y el compromiso de Estados Unidos por la defensa de la isla. También creo páginas web para generar miedo y disputas al interior de Taiwán y generar divisiones y rupturas. “Pusieron la polarización del país en esteroides”, le dijo a ‘The Washington Post’ un experto en comunicación digital.

“El extremismo azuzado por poderes extranjeros es lo que nos va a destrozar”, señaló un comentarista en un foro en el que se discutía sobre las elecciones de fin de año en Estados Unidos, donde Donald J. Trump tiene el viento de cara para ganar, pero un impulso ruso no le vendría nada mal para garantizar su victoria.

En los últimos ocho años, la tecnología ha avanzado tanto que las estrategias para influir en comicios de otros países son cada vez más sofisticadas y efectivas. A eso hay que sumarle que este año habrá un componente casi que incontrolable, el uso y manipulación de la inteligencia artificial para pulir y perfeccionar mensajes, así como afinar la distribución de estos contenidos.

Videos con noticias falsas, personajes creados con inteligencia artificial, centenares de audios enviados por mensajería privada son apenas la punta del iceberg de lo que hacen ya los estrategas inescrupulosos con la bendición de los mismísimos candidatos.

Las plataformas insisten en que están comprometidos con la transparencia de sus operaciones y el control de campañas de desinformación. No obstante, salvo las palabras que publican en sus comunicados, no parece que estén cooperando como deberían, ni los Gobiernos presionándolas.

“Si todo puede ser falso, ¿qué sentido tiene la verdad?”, le planteó un experto en desinformación al diario ‘The Washington Post’. La tecnología permite hoy lanzar centenares de videos en cientos de perfiles falsos en plataformas como Facebook y TikTok, pero hoy la guerra se libra en otros lugares, como 4chan y Telegram. Pase lo que pase, diciembre será la fecha en la que sepamos que tan bien librada salió la democracia.

DIEGO A. SANTOS

Analista digital

En X: @DiegoASantos

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