Ayer celebrábamos con bombos y platillos el abanico de posibilidades que nos abría la tecnología de inteligencia artificial (IA) ChatGPT para la realización de múltiples trabajos. Hoy, sin embargo, este sistema de conversación sorprendentemente versátil e inmediato nos ha hecho presa del pánico, tanto así que hasta los grandes gurús de la tecnología redactaron una carta pidiéndoles a los dueños de herramientas de IA que suspendan por un tiempo sus desarrollos, por lo menos hasta que entendamos las implicaciones que pueden tener para la humanidad.
De repente no nos ha parecido tan chévere que un chat tenga la capacidad de elaborar millones de documentos o desarrollar código en apenas unos segundos, entre muchas otras cosas que puede hacer. Y esto sin sumar las distintas tecnologías de IA que pintan cuadros, intervienen fotos, editan videos o elaboran voces impecables que un humano no sabría identificar si fueron hechas por un computador o una persona.
Apenas unos días después de que saliera una foto intervenida del papa Francisco en la que parece un vulgar reguetonero caminando por la calle, Italia se convirtió en el primer país en prohibir ChatGPT en su territorio, aduciendo preocupación por las políticas de privacidad. Aunque un hecho no tiene que ver con el otro, no deja de ser llamativa la medida que adoptó Roma, que podría ser replicada por otros países occidentales.
Tanto en Estados Unidos como en Europa ya han salido varias asociaciones de consumidores a manifestar su preocupación por la falta de regulación de tecnologías como la de OpenAI –los dueños de ChatGPT–, aunque cabe señalar que la Unión Europea está elaborando el primer proyecto de ley en el mundo para regular la IA.
En una amplia entrevista que el fundador de ChatGPT, Sam Altman, le dio a ‘The New York Times’, este señaló que son más los beneficios que los problemas que la tecnología le traerá a la humanidad. Claro que eso mismo dijeron los fundadores de las redes sociales en su momento y nunca anticiparon el enorme daño que les han hecho a la democracia y a la sociedad.
Economistas del banco norteamericano Goldman Sachs predijeron que la IA podría descabezar 300 millones de trabajos a nivel global. Si los programas de IA cumplen con su potencial, abogados, periodistas, escritores, guionistas, artistas, cantantes, programadores y muchas otras profesiones más podrían verse severamente afectados en el futuro próximo.
Y si bien estos son los riesgos más visibles, hay otros que aún no anticipamos. En su carta de advertencia de la semana pasada, Elon Musk y otros expertos en tecnología señalaron que “la IA avanzada podría resultar en un cambio profundo en la historia de la humanidad, y que como tal, su uso debe ser planificado y gestionado con sumo cuidado. Lamentablemente, esto no está pasando y nos encontramos en una carrera sin control”.
La preocupación en torno a este asunto también está surgiendo en Colombia. En Twitter comienzan a leerse voces de políticos y periodistas que levantan la mano e invitan a que la sociedad y el Gobierno presten atención. Que lo que nos sucedió con las redes sociales, que crearon un ecosistema de desinformación, verdades alternativas, cancelación y polarización, nos sirva para que esta nueva tecnología no nos agarre con los pantalones abajo.
Expertos coinciden en que estamos ante el desarrollo informático más importante en décadas, uno que definitivamente va a generar un violento sismo en el mercado laboral. Quedarnos de brazos cruzados no puede ser una opción y debemos empaparnos de cada cosa que se está moviendo en este sector. Si hay un cambio que verdaderamente se avecina en el mundo y en Colombia es el de la inteligencia artificial avanzada. Hay temas muy apremiantes en el país, pero este, sin duda alguna, está entre los más críticos.
DIEGO SANTOS
Analista digital
En Twitter: @DiegoASantos